Todos los organismos internacionales aventuraban que, después de 2025 a 2030, China terminaría superando a Estados Unidos como la economía más grande del mundo.

          Esta vez, el gobierno de Xi Jinping, no será sorprendido con una ronda de aranceles porque lleva tiempo preparándose para un posible retorno de Trump y el proteccionismo  a la Casa Blanca. Además, el actual presidente, el demócrata Joe Biden, no movió un solo dedo para suavizar todos los aranceles que Trump impuso en su gobierno.

Hay cosas que están siendo distintas respecto del escenario de 2018, en parte por la guerra arancelaria trumpista, pero también por el impacto de la pandemia en las cadenas de valor y de distribución con China siendo la economía más afectada por la crisis sanitaria global del coronavirus a tal punto que su PIB  se ha reducido más de la mitad. Para 2024, el FMI estima que la economía china habría crecido 4.8% y para, 2025, avizora un 4.5 por ciento.

También está la guerra y las tensiones geopolíticas y geoeconómicas. China se ha convertido en un soporte para Rusia como ya lo ha sido tradicionalmente para Corea del Norte.

Las consecuencias son evidentes: tras veinte años de ser China la principal economía exportadora de bienes a Estados Unidos, de acuerdo con el Departamento de Comercio, ahora es México (desde el año pasado) la economía que es la principal exportadora para la Unión Americana.  Las exportaciones chinas cayeron  20% el año pasado a 427 mil millones de dólares.

Wang Shouwen, negociador de comercio internacional y viceministro de Comercio de China, señaló en una rueda de prensa que están listos para confrontar a Trump  y a sus aranceles. “Tenemos la capacidad de resolver y resistir el impacto de los choques externos”.

          ¿Habrá un ojo por ojo? Mientras Canadá, México y la UE han dicho que responderán en reciprocidad,  en Estados Unidos creen que Beijing se prepara de forma asimétrica con una batería de medidas, desde investigaciones fiscales contra las empresas norteamericanas que operan en el gigante asiático, hasta otro tipo de coacciones.

Con aranceles del 60%, varios economistas han calculado que el impuesto a las importaciones a Estados Unidos podría reducir la tasa de crecimiento económico de China a la mitad.

El comercio es solo una fuente de fricción entre Washington y Beijing y muchos miembros del equipo de Trump, incluido el senador Marco Rubio, su elegido para secretario de Estado, creen que China representa una amenaza económica y de seguridad existencial para Estados Unidos. Se augura un mayor enfriamiento de las relaciones chino-norteamericanas.

A COLACIÓN

De acuerdo con la revista Harvard Business Review, Trump culpa a China de la pérdida de empleos y de brillo en el sector manufacturero norteamericano pero  eso no lo va a corregir intensificando su  guerra arancelaria.

Precisamente, Amit Khandelwal,  profesor de Yale, refirió que los consumidores estadunidenses de bienes importados han soportado la peor parte de los aranceles a través de precios más altos; y, la guerra comercial, ha reducido el ingreso real agregado tanto en Estados Unidos como en China.

En un artículo publicado por, Mary Amiti, jefa de estudios  en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York,  se argumenta que la guerra comercial disminuyó 3% el bienestar económico de Estados Unidos basándose en cómo los aranceles afectaron el flujo de caja de las empresas.

          El académico cree que hay algunas razones por las que los costos añadidos por los aranceles que Trump impuso en su anterior gobierno no hicieron que las empresas trasladaran la fabricación de vuelta a Estados Unidos,

          Que Trump vuelva al poder en la Casa Blanca amenazando con recrudecer y llevar casi al límite su guerra comercial, aduciendo que quiere proteger a la industria norteamericana,  no es más que el anuncio de cuatro difíciles años para la producción y para las industrias más punteras. Nadie saldrá victorioso en una guerra comercial.