PRECISIONES SOBRE LA UNIVERSIDAD MICHOACANA
Por el Dr. Alejandro Vázquez Cárdenas
El pasado jueves 4 de octubre se publicó en el espacio “Buzón del lector” una carta firmada por el C. Salvador Jara Guerrero, Rector de la Universidad Michoacana; carta generada como respuesta al articulo “La michoacana, ¿Universidad patito? escrito por mi persona y publicado en Cambio de Michoacán, el miércoles 3 de octubre.
La respuesta del Rector arranca señalándome como alguien que “vierte comentarios abiertamente ofensivos hacia la Casa de Hidalgo”; imagino que por haber señalado lo que para muchos es obvio, el progresivo declive de la Universidad.
El Rector, como corresponde a su papel, intenta la defensa de la Universidad acudiendo a una serie de datos diversos, tales como afirmar que los programas de las escuelas de leyes y la de medicina están acreditados por organismos externos y remata con el aserto: “tenemos un alto porcentaje de alumnos con testimonios sobresalientes” (¿?). Además cita, como apoyo a la calidad de la Michoacana, los datos del “ranking” que ubica a la Michoacana como la número 119 de Iberoamérica y la número 65 en el Caribe. No lo sé, pero a mí me daría pena exhibir que la Michoacana ocupa el lugar 65 entre las Universidades del Caribe. ¿Contra quien compite? ¿Barbados? ¿Bahamas?, ¿Haití? ¿Trinidad y Tobago? Distinguida compañía.
A continuación expongo las razones que tengo para sostener mis afirmaciones sobre la baja calidad de algunos (no todos) de sus egresados.
Como Cirujano General y Jefe de Cirugía en Hospitales del IMSS, recibí, durante más de un cuarto de siglo, a muchos alumnos del 6º grado de la carrera de Medicina de la Universidad Michoacana. De primera mano constaté las carencias académicas de muchos de ellos, olvidémonos de su pésima ortografía, escribían “Sicatriz”, “Siruguia”, “Visicula” y otras tonterías de similar calibre. Sus conocimientos variaban de pobres a francamente escasos; cuando menos la mitad de ellos no sabían bien a bien donde estaba el páncreas o si el bazo estaba en tórax o en abdomen. Casi ninguno había atendido un parto ni mucho menos sabían lavarse y vestirse para una cirugía. Las evaluaciones iniciales, realizadas por la Jefatura de Enseñanza del IMSS, solo corroboraban su bajo nivel.
Sé que un buen número de maestros de la Michoacana tiene estudios de postgrado o doctorado, otros pertenecen al SNI aunque básicamente en el Nivel I, pues de Nivel III son apenas unos 4 o 5; tan escasos que su influencia en la Universidad se puede calificar de marginal. Pero eso sí, se afirma que todos son “reconocidos en su disciplina por su alto nivel de producción científica, tecnológica y humanística” (así dice la carta). Pero me queda una duda; ¿Cuantos de ellos han publicado en revistas que se encuentren en el Science Citation Index (SCI) y que tengan un alto “Factor de Impacto”? tales como New England Journal of Medicine, Journal of Experimental Medicine, Journal of Immunology, o las muy conocidas Science y Nature. ¿O solo publican en “Tzintzun” o “Saber más” o en la revista “Cirugía y Cirujanos”?.
En cuanto a la calidad de la producción científica, seria deseable verificar cuanto de la misma son solo refritos de artículos norteamericanos y europeos, y cual el nivel de autocitas, auténtica plaga en muchos “Investigadores”.
Pero lo más grave, ¿Qué pueden hacer un puñado de buenos investigadores Nivel II y III en una Universidad que se singulariza por sus frecuentes y prolongados paros, “puentes”, tomas y huelgas?
Ciertamente es confrontado ideas como se puede llegar a una conclusión útil. Utilizar la descalificación “ad hominem” no lleva a nada.
Por cierto, no leí ninguna explicación que nos diga por que una estructura como la CUL tiene el poder de exigir y amenazar para que se acepte el ingreso a la Universidad de centenares de alumnos reprobados.
Finalmente no puedo menos que recordar que la Michoacana tiene pendiente investigar a fondo la grave acusación de que existen maestros que cobran, en dinero o especie, por aprobar a sus alumnos.
Alejandro Vázquez Cárdenas
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