Los muy recientes hechos en la ciudad capital del estado – ataque a cuartelillos o casetas de vigilancia de policía-bomberos y amenaza de bomba en uno de los edificios emblemáticos de la religión católica – la catedral -, ¿cómo pueden ser categorizados, clasificados?
¿Al gobierno, al estado, el poder público? En este caso, ¿Por qué? No se han dado acciones y resultados sorprendentes, impactantes, realmente determinantes contra el llamado crimen organizado. La anunciada detención “en unos días” de “La Tuta“, no se ha hecho realidad; detenciones, ninguna, salvo charalitos, mucho más chicos que un puneche, de ahí pa’delante, no ha habido nada; los avances de las llamadas “autodefensas”, brazo armado ilegal de las fuerzas legítimas del Estado, del legítimo monopolio del uso de la fuerza legal, letal, del Estado, que se sepa, no obedece a una alta estrategia armada – aunque sea de Baja Intensidad -, sino, así parece ser, a como amanece el hígado del Mariscal de Campo que dirige tan marcial e imponente como efectivo cuerpo de milicianos, para militares. Curiosamente y en contra de las cifras de las autoridades del sector seguridad, responsables del combate a la inseguridad y su contención, combate y desaparición – todas ellas, las cifras, maquilladas -, la inseguridad sigue en aumento y especializándose aun más: robos exprés, sin violencia – de no más de un minuto contra – estudiantes y obreros y burócratas. Y la sin violencia es porque la víctima no opone resistencia -; robos a casas-habitación, extorsión telefónica, fraudes, secuestros exprés falsos – ¿cómo comprobarlos, si entra el pánico y no permite pensar? La sociedad se encuentra indefensa y calla, pues, se pregunta, ¿qué se gana, para qué acude a las instalaciones de la Procuraduría de Justicia, si no hacen caso, y si hacen, no resuelven nada?, pues el Estado, el gobierno, las corporaciones policiales son o incapaces o incompetentes o cómplices: debe llamar la atención que los hechos delictivos aumentaron con la militarización del estado y el arrib0o de los policías federales, militares y los colaboradores del Virrey Alfredo Castillo.
Si esos hechos los utilizan para evidenciar la capacidad de respuesta del gobierno, del Estado y de las corporaciones militarizadas públicas, lo lograron, pues se mostró completa, y evidente, incapacidad de pronta respuesta y de acción efectiva: Incompetencia, insuficiencia e impreparación.
Si los hechos fueron dirigidos a una persona en especial e iban con dedicatoria particular, allá ellos, pero el lenguaje de las balas todas los entendemos y es malo, desde cualquier punto de vista social, que el ambiente social comunique y dispare balas. Indicador de que no existe ni una forma de comunicación civilizada y que únicamente las acciones de barbarie son las que indican que no hay vías de comunicación.
Mas, ¿la amenaza de explosión de bomba en la catedral, cómo se debe pensar? ¿Cómo broma? ¿Cómo acto de algún grupo no católico? Hasta el momento ningún grupo político social de activistas de cualquier tipo, se ha acreditado tal hecho; más bien parece un acto o juego de algún irreflexivo o un mensaje para aumentar el pánico, el terror y el miedo.
Lo cierto es que la población está en situación de cabal indefensión antes estos hechos que evidencian la insuficiencia, la incompetencia, omisión o hasta complicidad de algunas personas vinculadas con el poder.