El mundo está lleno de absurdo, y hechos fuera de lógica y de sentido común, y dentro de éstas, situaciones y hechos contra la naturaleza, los llamados, jurídicamente, por lo menos así es reconocido en el Distrito Federal: los matrimonios gays.

El homosexualismo es tan viejo como el hombre mismo; la misma Biblia lo refiere; las prácticas homosexuales fueron cosas común en las culturas griega, romana, árabe, en casi todas las culturas, mas eran rutinas, prácticas, ejercicios, silenciosas, secretas por muchas razones y en todas las culturas y en todos los tiempos han existido personalidades o no, de los diferentes mundos sociales, que fueron señalados y connotados homosexuales y que o fueron satanizados o encomiados por su valor, pero finalmente marginados, por hacer ostentación de esta nota de su perfil, por escándalo realizado en torno a esta inclinación.

En nuestra cultura su práctica, su ejercicio fue secreto y se manifestó con mayor presencia en los tiempos posteriores a la invasión franco belga austriaca; curiosamente y repitiendo los patrones de las culturas mayores europeas y asiáticas, personalidades de la vida política, cultural y social, así como de la económica han tenido, disfrutado o sufrido esta inclinación, patología, condición o lo que sea y hasta hace pocos años fueron ostensiblemente marginados y satanizados.

La Organización de las Naciones Unidas realizó un trabajo con investigadores y psiquiatras para tener bases científicas y realizar una declaración sobre este asunto, el llamado Tercer Sexo; finalmente afirmó categóricamente la existencia del Tercer Sexo; esto generó una revolución, que en cascada aun no llega a todas las capas sociales de iodos los países miembros, o no, de esta organización internacional.

En nuestro país, para muchos, muy conservador; para otros, bastante moderno; para pocos, innovador y al día de las cosas de la sexualidad y de los derechos de los géneros sexuales – tiene un imponente adversario, la Iglesia Católica – , no ha sido posible que de una forma automática se acepte al reconocimiento del Tercer Sexo, los matrimonios y el derecho a la adopción de este tipo de familias, así como los llamados embarazos asistidos, salvo en el Distrito Federal y en esa ciudad se realiza matrimonios todo lo relativo al Tercer Sexo, pues su legislación así lo permite, respetando los derechos de los contrayentes.

Ahora bien, el matrimonio entre miembros de los dos sexos, fue instituido en todas las culturas como la forma para la unión de estas personas de sexos opuestos para formar y desarrollar y evolucionar las familias y con esta nueva legislación se está haciendo a un lado la finalidad de los matrimonios y se está cuestionando la axiología de los matrimonios entre individuos de sexos, y géneros, opuestos.

Hay varias preguntas sobre este asunto, y, acaso, ninguna dejará plenamente satisfechos a todos, mas es deseable que se tengan respuestas lógicas: Los contrayentes del mismo sexo y género, ¿se casan por amor o por deseo o por el afán de formar una familia, tener hijos?