La convivencia entre seres humanos siempre es difícil, sin importar el tipo de lazo que los una, sin embargo, uno de los más comunes y que pueden tener un impacto profundo en su vida, son los conflictos entre hermanos, quizá por esta razón los padres se encargan de procurar que exista una sana comunicación que se fortalezca con el amor, la convivencia y la comprensión.

Neva Milicic, autora del libro A ser feliz también se aprende, Editorial Grijalbo, explica que “toda relación de intimidad conlleva conflictos en forma inevitable, y muchas veces genera respuestas agresivas y violentas de ambas partes; la relación entre hermanos no es una excepción”.

Y para ellos, el tema de los pleitos es algo tan normal que incluso pueden utilizarlo como un medio para conseguir lo que desean, ya sea de parte de sus padres o del hermano con el que entablan la discusión. También son el resultado de pasar largos periodos juntos, sin actividades que los lleven a deshacerse del aburrimiento.

¿Son tan graves?

La realidad es que las diferencia ente los hijos no deberían de tomar los tintes de un verdadero conflicto, siempre que no muestren ningún tipo de favoritismo por uno de ellos o recurran al castigo y la humillación hacia uno por culpa del otro.

Fuera de este panorama, una pelea puede representar una oportunidad para que abordes con ellos temas como el respeto, el amor, la empatía, y la comunicación, sin importar la edad que tengan. No obstante que puede representar un gran reto el generar un aprendizaje positivo en tus hijos a partir de un evento adverso, conocer la manera de resolver los conflictos de acuerdo a su edad es importante, por lo que la autora brinda los siguientes consejos:

• A los dos años: Los pleitos pueden ser originados por la llegada de un nuevo hermanito. Si suele decir cosas inapropiadas o es tosco en su contacto físico con él, puede ser una señal de que se siente celoso y requiere atención, lo recomendable es que busques un momento en el que esté tranquilo para mostrarle afecto y cada vez que sea atento con su hermano reconoce su actitud e impúlsalo a que continúe con ella.

• A los 4 años: Es quizá la edad más delicada, ya que los niños perciben muy bien la forma en que los adultos resuelven los problemas y repiten de forma inconsciente estos aprendizajes. Permítele que exprese su coraje, pero con límite es decir, que éste no dañe los derechos de otras personas. Evita usar castigos y lenguaje que le humille.

• A los 5 años: Ya son capaces de defenderse y conocen muy bien las palabras y acciones que pueden ofender a otros, por lo que las utilizarán. En esta etapa es muy importante que le enseñes el valor de las palabras y las consecuencias que puede tener el que no las utilice adecuadamente. Una dinámica que es muy útil, es preguntarle cómo se ha sentido al decir determinadas palabras y que imagine cómo hizo sentir a su hermano, por último, pídele que piense en algo agradable que le pueda decir.

• A los 6 años: No le des tanta importancia a sus peleas, permíteles que las resuelvan por sí mismos, toma partido solamente si ves que la discusión sube de tono. Enséñale a canalizar su rabia, puede pegarle a un cojín o romper papeles para que de esta forma descargue su enojo y una vez que se sienta liberado, enfrente el conflicto de una manera más serena.

La relación que tus hijos tengan en su vida adulta, dependerá de la manera en que se comuniquen desde ahora que son pequeños. Procura que ésta se distinga siempre por ser respetuosa y llena de amor, para que cualquier conflicto, desde el más sencillo hasta el más serio, puedan resolverse y dejar un aprendizaje para su crecimiento.

Colaboración de Fundación Teletón México.

“Los sueños se cristalizan con esfuerzo”.

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