“Si no te veo practicar la bendita fraternidad que de continuo te predico. Te recordaré aquéllas palabras entrañables de San Juan: [lat.] Hijitos míos, no amemos con la palabra o con la lengua, Sino con obras y de verdad” (San Josemaría, Camino 461).
Fraternidad, hermandad, amistad, compañerismo, camaradería, concordia, armonía, unión, amor, afecto, cariño, comprensión…
¿Cuántas veces al día percibimos alguno de estos actos? y ¿cuántas veces nosotros actuamos en conformidad?
Todos deseamos la paz, pero para lograrla, habrá que comenzar actuando a través del cristal de la fraternidad. Comencemos con nuestros más próximos, con nuestras familias y después ampliando el círculo a muchas otras personas.
“Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo, una parte limitada en tiempo y espacio. El hombre se concibe a sí mismo, a sus pensamientos y sentimientos como algo separado de los demás -una especie de ilusión óptica de su conocimiento. Esta ilusión es una prisión para todos, restringirnos a nuestros deseos personales y al afecto sólo para las personas más cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión para ampliar nuestro círculo de compasión y abarcar a todos los seres vivientes y a la naturaleza”, Albert Einstein.
A menudo conocemos que la vida familiar para un infante o para un joven es tan importante que, si falta amor, el joven cae en un profundo vacío moral y espiritual y aparecen riesgos, como por ejemplo, el de las adicciones que no van a solucionarle nada sin el apoyo familiar. La familia es el elemento clave en la formación del carácter de una persona y de sus actitudes hacia la sociedad. Los jóvenes que han caído en la droga “son enfermos de amor, no saben amar y no saben amar de modo justo, porque no han sido amados en modo justo” (Mons. Francisco Polti. Obispo de Santiago, Argentina).
Una frase es cierta y contundente: “Un niño fuera del hogar, es un niño en riesgo”. En Estados Unidos, donde podemos encontrar todo tipo de encuestas, existen algunos datos interesantes:
En un sondeo en que se preguntó a la gente:
Si quisiéramos predecir ¿cuál es el factor que más prevalece en cuanto a violencia y delitos? ¿Qué opina usted?
La respuesta que dio la gente en más del 90 por ciento de los casos fue: El factor más prevaleciente para que ocurra violencia y delitos, es la falta del padre en las familias.
Así es, la falta del padre y no la pobreza es la respuesta correcta. Sin embargo, la pobreza contribuye a la predicción de delitos juveniles, la pobreza en muchos casos se debe a la falta del padre; por ejemplo, niños que nacen de padres no casados, madres solteras y hogares destruidos en general.
Un análisis de 50 estudios sobre delitos juveniles rebeló que la prevalencia de la delincuencia en hogares destruidos fue del 10 al 15 por ciento más alto que en “hogares intactos” (padre, madre e hijos viviendo en un hogar). Un estudio de adolescentes convictos por homicidio, encontró que al momento de cometer este delito, el 42.9 por ciento de sus padres no eran casados, el 29.5 por ciento eran hijos de padres divorciados y el 9 por ciento, separados. Menos del 20 por ciento de estos jóvenes delincuentes provenían de hogares con padre y madre casados. (Estudio: Families and Delinquency… Edward Wells et. al).
Estudios de investigación muestran que la estructura familiar causa gran impacto en los hijos. En el fondo de numerosos trastornos infantiles se halla con frecuencia un mundo familiar en el que cada componente descuida, exagera o desconoce el papel esencial que le toca desempeñar. La armonía de la familia, presionada por los acontecimientos externos puede quedar turbada por la falta del padre o por falta de autoridad-con-cariño del padre, por la ausencia o desafecto de la madre, por la tiranía o injusticia de los hermanos, por un hogar disgregado en el que prevalezca el odio.
Bastaría a menudo que cada uno conociera mejor la función que debe desempeñar en la familia para que se establezca un racional funcionamiento de estas relaciones y por consiguiente, el equilibrio que beneficiaría a todos y en primer lugar, al niño (a).
El mito poblacional
“No es extraño que los pobres sean considerados un ‘lastre’, un impedimento para el desarrollo. A lo sumo son objeto de una ayuda asistencialista o compasiva. No son vistos como hermanos…”
(La Fraternidad, Fundamento para la Paz. Papa Francisco, 47ª Jornada Mundial de la Paz).
El santo Padre nos convoca a “ser solidarios con la desigualdad y la pobreza”. Sin embargo, en instancias internacionales la idea va por otra parte:
En la sede de las Naciones Unidas durante la 49ª Sesión de la Comisión sobre Población y Desarrollo (CPD por sus siglas en inglés), no pierden tiempo tratando de manipular el documento final usando la táctica intimidatoria de la “explosión poblacional” para justificar demandas de aumento de fondos para “family planning commodities” o productos de planificación familiar, que se integra fácilmente a su agenda abortista.
Pero en ese ámbito internacional no hay referencia alguna con respecto a las verdaderas necesidades familiares: dotación de agua limpia, de condiciones de salubridad, de medicinas y servicios de salud modernos, de enfermeras especializadas en partos o de atención pre y pos natal para reducción de la mortalidad materna. Además, se ignora la necesidad de referencia al cada vez más dramático hecho del “decremento poblacional” en los países desarrollados. En el documento preparatorio de la Conferencia solamente hay una mención de las bajas tasas de fertilidad y por lo menos 16 referencias a los “servicios de salud reproductiva y sexuales” y sus similares.
Durante esa sesión CPD de Naciones Unidas se efectuó un panel cuyos anfitriones fueron la Santa Sede, Malta y Honduras, que llevó por título “Desarrollo Humano Seguro: Matrimonio, Familia, Comunidad”, una representante estadounidense reprendió a la Santa Sede por no ser “comprensivos” en su temática, sobre todo para abarcar la “planificación familiar y el aborto”. El reclamo del delegado ignora la realidad demográfica de los países en desarrollo que necesitan tasas más altas de fertilidad, no sólo para el desarrollo, sino para su sobrevivencia.
La CPD y ONU continúan pidiendo, sin embargo, donación de dinero a las naciones para “servicios de planificación familiar” y para lo que ellos llaman “productos”, como: condones, píldoras e inyecciones para prevenir el embarazo.
Durante esta sesión, el arzobispo Francis Chullikatt de la Misión de la Santa Sede, advirtió: “Los programas internacionales de asistencia económica dirigidos a financiar campañas de esterilización y anticoncepción constituyen afrentas a la dignidad de la persona, de la familia y de la comunidad humana”.
Asuntos de sexualidad son hasta cierto punto importantes, pero las mujeres que sufren en todo el mundo se beneficiarían más con políticas efectivas que las empoderen para obtener una educación (propuesta de Malala Yousafzai, convocada por México al Premio Internacional por la Igualdad y la No Discriminación 2013), que las mujeres participen en los negocios ya sea desde su hogar o en empleos de tiempo parcial, en tener mejor salud y en que efectivamente puedan atender a sus familias. Los escasos recursos que posee el país no deberían dirigirse a asuntos que importan menos en la escala de prioridades.
Fraternidad en familia
“Amar no es recibir sino dar. No es un sueño salvaje de placer o una locura de deseo –oh no- ¡el amor no es eso! El amor es bondad y honor y paz y vida pura-. Si, el amor es eso y es lo mejor de este mundo y lo que más perdura. (Henry Van Dyke, escritor, poeta, clérigo y docente estadounidense, s. XIX).
Pasar el tiempo en familia es una inversión muy sabia. Los niños que participan en actividades familiares son aquellos que tienen padre y madre quienes les muestran su afecto. Estos niños cuyos padres se involucran en su educación tienden a ser mejores en sus estudios escolares y tienen menores tendencias a involucrarse en comportamientos riesgosos.
Aquí unos consejos otorgados por estudiosos expertos en familia:
– Pasar un tiempo en actividades recreativas familiares cada día, está relacionado con un mayor vínculo emocional y cohesión en la familia.
– Los niños de familias que participan en actividades religiosas juntos, reportan mayormente expresiones de amor y afecto a sus padres. Estas expresiones pueden ser, participación en actividad religiosa por lo menos una vez por semana y oración conjunta de padres e hijos al menos una vez al día.
– El éxito académico de los menores, es asociado con una buena comunicación con sus madres. Esto incluye hablar con los niños, escucharlos y responder sus preguntas.
– Padres de familia quienes comparten tiempo y actividades con sus hijos, éstos tienden a obtener mejor desempeño académico. Esto incluye la ayuda en tareas y estudios, tiempo de recreación compartido y tiempo para platicar con ellos.
– Adolescentes cuyos padres están involucrados en sus actividades, tienen tendencia a menos problemas de comportamiento. Esto incluye fomento de sus intereses, otorgarles buenos consejos y pasar más tiempo con ellos en actividades escolares y en tiempos libres.
– Jóvenes quienes se comunican, comparten actividades y tienen relaciones cercanas con su padre y madre, tienen menor tendencia a involucrarse en actos violentos. La integración familiar a través de los lazos con sus padres está asociada con un decremento en la tendencia de que un adolescente cometa algún acto violento.
– Adolescentes quienes frecuentemente comparten sus alimentos con sus familiares tienen menor riesgo del abuso de sustancias dañinas para su salud. Esto incluye la adicción al cigarro, al alcohol o mariguana.
– Adolescentes cuyos padre y madre están con ellos en el hogar a su regreso de la escuela y por la noche, tienen menor tendencia a padecer de angustia emocional.
Finalmente unas palabras de Benedicto XVI:
“La familia fundada sobre el matrimonio, expresión de la unión íntima y de la complementariedad entre un hombre y una mujer, se inserta en este contexto como la primera escuela de formación y crecimiento social, cultural, moral y espiritual de los hijos, que deberían ver siempre en el padre y la madre el primer testimonio de una vida orientada a la búsqueda de la verdad y al amor de Dios. Los mismos padres deberían tener la libertad de poder trasmitir a los hijos, sin constricciones y con responsabilidad, su propio patrimonio de fe, valores y cultura. La familia, primera célula de la sociedad humana, sigue siendo el ámbito primordial de formación para unas relaciones armoniosas en todos los ámbitos de la convivencia humana, nacional e internacional.
“Éste es el camino que se ha de recorrer con sabiduría para construir un tejido social sólido y solidario y preparar a los jóvenes para que, con un espíritu de comprensión y de paz, asuman su propia responsabilidad en la vida, en una sociedad libre”.
Fuentes bibliográficas:
– Declaración de Mons. Francisco Polti, Obispo de Santiago Argentina a Noticias Aci Prensa, enero 2013.
– Edward Wells & Joseph Rankin. Families and Delinquency: A Meta Analysis of the Impact of Broken Homes. Social Problems 38 (2000): 71-89
– Papa Francisco. “La Fraternidad Fundamento y Camino Para La Paz”. Celebración de la 47ª Jornada Mundial de la Paz. 2013.
– Mendoza Alexandry, Norma. Las Mentira de la Explosión Demográfica. Yo Influyo, 19 abril, 2011
– Family Facts.org. A Wise Investment: Benefits from Families Spending Time Together. (Estudios de investigación sobre familia).
– Benedicto XVI. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011.