Los que han acudido a previos Super Bowls piensan que lo han visto todo.

Han sufrido quemaduras de sol en Los Ángeles, han quedado empapados por la lluvia en Miami y sufrido con el viento en otras sedes. Ensordecidos por vuelo de aviones. Excitados al medio tiempo, dejados en tinieblas durante el encuentro e incluso emocionados hasta las lágrimas por tributos.

No obstante todo ello, este próximo Super Bowl promete a quienes asistan algo diferente: la oportunidad de congelarse.

El 2 de febrero de 2014, fecha que aún podría cambiarse si llegara una tormenta fuerte a la región costera de Nueva Jersey, cada uno de los cerca de 82 mil aficionados con boleto que ingresen al estadio MetLife recibirá una bolsa de regalo. Dentro de ésta encontrará un cojín de asiento, protecciones térmicas para las piernas, tres pares de calentadores para pies y manos, ungüento para labios y un paquete de toallas desechables, todos cubiertos de logotipos.

El Super Bowl se ha jugado en ciudades del norte del país en cuatro ocasiones, dentro de domos con clima controlado, pero nunca en exterior. La temperatura mínima promedio diaria en East Rutherford, Nueva Jersey, a inicios de febrero es de menos 5,5 grados Celsius (22 grados Fahrenheit), la cual normalmente baja en la noche, cuando se realizará el juego. No es improbable que se jugué con lluvia, nieve y viento. Falta por ver qué tan protectores serán contra la Madre Naturaleza todos los artículos que serán proporcionados.

“No podemos proporcionarles abrigos”, dijo Frank Supovitz, vicepresidente de la NFL encargado de preparativos para el juego. “Pero los vamos a animar fuertemente para que permanezcan en sus asientos”.

Lo que lleva a la pregunta: Si el juego es para los aficionados, ¿por qué realizarlo al aire libre en el área metropolitana de Nueva Jersey-Nueva York precisamente cuando el confiable Farmer’s Almanac, el cual no está solo entre los pronosticadores, está vaticinando una ventisca?

Dinero.

El comisionado de la NFL Roger Goodell y los propietarios de la misma quieren aprovecharse de la temporada baja en el calendario turístico para convertir una franja de Manhattan en un campo de recreo y hacer sonar las cajas registradoras. Se colocará un tobogán de casi 55 metros (180 pies) en Times Square, y un tramo de la avenida Broadway de la Calle 34 a la 48 será cerrada al tráfico, se llamará “Super Bowl Boulevard” y será convertida en un jovial parque temático con centro de compras y sede de conciertos llamado la “Experiencia NFL”.

Ya están circulando reportes de que se están triplicando los precios, con hoteles modestos en el centro de cobrando 1.000 dólares por noche, y con alojamientos aún más modestos al otro lado del río Hudson en Nueva Jersey, cerca del MetLife, ofreciéndose a la suma de 600 dólares. Eso encima de los que son ya los precios de boletos más altos de la historia, los cuales van de 500 a 2.600 dólares, un incremento que la NFL admite abiertamente que tiene la intención de poner las cosas difíciles a los revendedores.

Pero quienes así se buscan la vida no son los únicos que se verán forzados a improvisar.

La organización lleva tres años, pero, dependiendo del clima, estos podrían ser finalizados hasta el último minuto. Movilizar aficionados a través de la región, aun con la ayuda de la red de transporte público más extensa de la nación, presenta una pesadilla de logística, incluso antes de tener en cuenta las consideraciones de seguridad.

“Se tienen dos estados, separados por un río, y gente de los cinco distritos municipales y ocho o nueve condados en Nueve Jersey, todos dirigiéndose al mismo lugar en cuestión de horas”, dijo Al Kelly, director ejecutivo del comité de la sede del Super Bowl. “Lo que tenemos es una serie de planes de contingencia en los que las prioridades cambian según el día y en algunos casos hora por hora. … Si azota una tormenta un día, cambiaremos recursos para limpiar ciertos caminos y puentes; si sucede en otro lugar en un momento diferente, podríamos vernos obligados a cambiar todo el plan”.

“Es mejor que seamos ágiles”, terminó diciendo Kelly.

Pero no está sólo en juego la reputación de la región. Para desechar las especificaciones normales de Super Bowl para engrasar la candidatura ganadora de Nueva York en 2010 -antes las ciudades solicitantes de la sede debían tener una temperatura promedio de 10 grados C (50 F) durante la semana del juego- Goodell y los propietarios de la NFL intentan demostrar que el juego puede realizarse en cualquier parte.

Desde que tomó el puesto de comisionado en 2006, Goodell se ha encargado de asegurar estadios nuevos o renovar estadios existentes de sus ya acaudalados propietarios -casi siempre con algo de financiamiento de los contribuyentes_, casi tanto como del asunto de la seguridad de los jugadores. No es coincidencia que todos los cinco estadios que han surgido o surgirán durante su período en el cargo ya han recibido el otorgamiento de la sede el máximo juego de la liga.