El pensamiento es promovido por cada persona, aunque se haga en forma automática, somos responsables de lo que pensamos y cuando estos son negativos nos hacen daño; así que, fabricamos nuestros pensamientos y muchas veces nos hacen ver realidades dramáticas donde no existen. Pensar es un pormenor, sentir es una fiesta.

Culturalmente se ha dado mayor importancia al pensamiento, a la razón que a los sentimientos. Recordamos en nuestra educación la frase: El que tiene que trabajar no tiene tiempo para cuentos, la vida es para pensar, no hay que desperdiciar el tiempo en tonterías. ¿Tonterías?

Es importante aprender a desviar los pensamientos negativos, muchas veces no son reales y nos producen sentimientos de tristeza y dolor. Un sufrimiento gratuito que con voluntad podemos evadir.

Hay que guardar la perspectiva sobre lo que podemos remediar y lo que tenemos que aceptar. Todos tenemos pensamientos negativos e “imaginamos” aquello que puede suceder y nunca sucede pero provoca miedo, dolor, tristeza e incluso llanto.

No podemos evitar que los pensamientos lleguen a la cabeza como una bola de nieve que retroalimentamos, es una necesidad aprender a soltarlos sin que se nos conviertan en obsesión. Nuestro pensamientos influyen en lo que vemos y como lo vemos.

El frío intenso llega, hay quien puede pensar en abrigarse y sacar aquellas bufandas y chales que no usa con frecuencia, sentirlo sin que piense que el mundo se está acabando; otros se angustian como si con esto pudieran evitar ese clima.

En la vida todos cometemos errores, el crecimiento y aprendizaje teórico y vivencial se apoya en equivocarnos y aprender de eso que es diferente de comernos el alma por el error cometido. Estela confiesa que hizo un error en la visita que tuvo a su familia, lo deja pasar y se queda con las partes positivas que vivió en este fin de año. ¡Regresó contenta y agradecida con lo que recibió!

Rubén por el otro lado, no fue recibido como el esperaba por su hijo Ramón, estaba tan obsesionado con la frustración producida ante sus grandes expectativas que no pudo recibir las caricias y regalos que se le daban. El es responsable de esas expectativas irreales, pensamiento puro.

Vemos con claridad que el pensamiento de uno y de otro ha sido el causante del estado de ánimo reproducido. A lo mejor si Rubén se hubiera dejado sentir, se hubiera dado cuenta de que estaba contento, aunque sus fantasías mentales, lo atraparon en una red incómoda.

Se ha repetido constantemente que lo que pensamos, nuestras expectativas acerca de cualquier evento son responsables de las frustraciones recibidas. Hemos aprendido a interpretar lo que pasa por nuestra mente como realidad y no un producto elaborado por nosotros.

La vida no es consistente, tiene cambios constantes, muchas veces es buena, algunas es regular y también hay momentos y vivencias que nos hacen daño y producen amargura. Nunca se nos ha dicho que la vida es un jardín de rosas, hay rosas y estas tienen espinas que sacan sangre.

Un sentimiento negativo es resultado directo de un pensamiento negativo. Cuando tenemos sentimientos tristes son consecuencia de pensamientos tristes. Cuando sentimos enojo, es consecuencia de pensamientos de enojo que hemos masticado en forma obsesiva.

René está en un restaurante y de un codazo tira el refresco en el suelo, de inmediato piensa que todos los vecinos están al pendiente del incidente y si nosotros les preguntáramos nos daríamos cuenta que cada quién esta con sus propios asuntos y nadie ha dado gran importancia a un hecho tan trivial. Nuestro amigo tiene la “mala capacidad” de interpretar una sonrisa en la dirección equivocada, una coincidencia de ojos, una palabras como señales negativas en su propio estilo.

Es frecuente en un momento alegre que surjan pensamientos negativos de lo que podría suceder, fantasías locas, irreales cuya única misión es echarnos a perder los buenos momentos. Concentrarnos en recuerdos y vivencias agradables, sin darle tanto vuelo a la mente, nos permite ver lo que sucede de forma menos dramática.

Podemos ver distintos significados en lo que nos rodea y aprehender un poco de la felicidad que no podemos distinguir y nos merecemos.

En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira… todo es según el color del cristal con que se mira.

¡Hay que disolver lo que no se puede resolver!