En cuantas ocasiones hemos escuchado la frase, por cierto muy trillada aunque a la vez recurrentemente utilizada por la clase política, de: “me levanto de la mesa”. Es la forma de anunciar públicamente el rechazo al diálogo, señalar la inconformidad con lo que ocurre y hacer patente el desacuerdo.

Hace unos días, el Partido de la Revolución Democrática en voz de su presidente, hizo pública la decisión de salirse del esquema del Pacto por México, como resultado de la aprobación de la Reforma Energética, con cuyo contenido no coinciden, se pronunciaron abiertamente en contra y acompañan su oposición con movimientos sociales.

Dadas las condiciones coyunturales en el proceso de transición política y adicionalmente las tendencias latinoamericanas con inclinación socialista-liberal, la voz de la izquierda cobra importancia igual que la del Partido Acción Nacional, ambas con arraigada tradición en nuestro país, por lo mismo no se puede desdeñar ni minimizar, es fundamental escuchar sus puntos de vista y sus propuestas, con respeto, aún bajo el riesgo de ser discordantes con la mayoría, máxime, que desde hace décadas no se había logrado la comunicación y los acuerdos entre las tres principales fuerzas políticas y el gobierno, como ha ocurrido en los últimos meses, así estén inacabados y pendientes, es un hecho inusitado.

La reincorporación del PRD al mecanismo del Pacto por México se ve complicada, ya que precisa mantener su propia identidad y ahora compite con una izquierda beligerante al alcanzar Morena los requisitos para ser partido político, por lo tanto, cuenta con un ingrediente más para mantener su postura fuera del Pacto y abanderar su propia agenda.

La estrategia que ha seguido le dio resultados a medias; en los procesos electorales no obtuvo grandes espacios, aunque le permitió mantener presencia como partido ya sin los caudillajes, entrando al camino de la renovación, ha comprendido que su principal trinchera se localiza en el Distrito Federal, donde han enfocado sus esfuerzos, tanto para impulsar la reforma política, como en el fortalecimiento de las finanzas públicas a través del denominado “fondo de capitalidad”.

En ese contexto, están ciertos que el camino del diálogo y los acuerdos les puede aportar dividendos políticos, claro ejemplo de lo anterior fue la reforma fiscal aprobada por ellos para el ejercicio fiscal 2014. Tampoco es ajeno la circunstancia favorable a la actual administración, para el gobierno ha resultado un mecanismo eficaz, ya que desde el mismo momento que tiene la capacidad de sentar a la mesa la oposición, ahí comienza el diálogo y los acuerdos, y manda señales de estabilidad y le permite contar con elementos de gobernabilidad.

El levantarse de la mesa del pacto no implica romper el diálogo, sino replantearlo, establecer una agenda para el 2014, ya que aún quedan temas por resolver, conflictos por dirimir y pendientes por concluir, solo que ahora los tiempos políticos han cambiado y, por lo tanto, las estrategias deben ajustarse, ya que en la medida en que se acerque el año electoral, en esa misma proporción todos irán cerrando la puerta del avenimiento y darán paso al discurso mitinero.

La ventana de oportunidad cada vez se hace más estrecha, sin embargo, seguir la ruta de la tolerancia, del diálogo y los acuerdos, trazando el camino de un sistema político basado en las libertades, en el imperio de la ley, en la justicia y el progreso, enmarcado en un desarrollo democrático, debe ser una obligación ineludible, en un México de respeto, un barco donde quepamos todos, pero a la vez, que cada quien tenga un espacio para remar, con destino cierto y puerto seguro.