Sin tener mayor información, salvo especulaciones ante la falta de información confiable sobre lo que vendrá como resultado directo de la reforma energética, lo más probable y hasta seguro –eso afirman las casas fiduciarias y analistas financieros, aunque parece ilógico – es que el país dejará de vender petróleo y como efecto directo de lo anterior habrá disminución de entrada de dinero y, particularmente, de dólares; en otras palabras, podría bajar  la venta de petróleo y si baja los ingresos vía la venta de petróleo disminuirán los ingresos directos a Hacienda, lo que obligará a rediseño del gasto y de la distribución del dinero, con el consiguiente recorte de las asignaciones federales  y de los subsidios y recortes a las acciones-actividades sociales y culturales, lo más fácil, lo no sustancial ni prioritario.

En casi todos los países, el sector energético es base de los negocios y de los ingresos, es el motor de la industria y, por supuesto, produce ganancias para todos y calidad en los servicios y se puede ver en todos los países productores y exportadores de petróleo, menos en el nuestro, en donde todos, empezando por el gobierno, ven en PEMEX y en la CFE un saco desfundado, un barril sin fondo.

Otro efecto y consecuencia de lo anterior es que el Estado, dueño de las paraestatales, ante la probable falta de ingresos de la venta internacional del petróleo deba solicitar tener dinero para ajustar su gasto y este dinero emergente sólo puede venir de tres fuentes, ante la imposibilidad de tener recursos propios: dinero prestado, más impuestos  y/o elevación de los existentes y/o encarecimiento de los servicios públicos.

Cualquiera de ellas indica y significa mayo deuda y mayor costo de vida, pues finalmente el pueblo, directa o indirectamente, lo pagará, ya sea vía disminución del nivel de desarrollo o de la calidad y cantidad de los servicios que recibirá o  mayor incremento del costo del vivir en nuestro país, por el costo de los productos y servicios y carestía de la vida.

Esto es una hipótesis, que podría comprobarse en el desarrollo del primer semestre del presente año o bien, que podría no comprobarse con el correr del mismo tiempo.

Curiosamente, una acción que cambiaría  y/o cambiará la forma de nuestras vidas, en un inicio genera mayores costos y molestias para todos los mexicanos que esperan, por lo menos, no carestía de la vida y sí que el costo de las tarifas-consumos gasto de combustibles sean más baratos y que incidan en el costo promedio anual de su vida, pero de entrada, parece que no será así o por lo menos así lo pronostican los analistas de las agencias financieras internacionales.

Esperaremos la evolución de los asuntos que genere la reforma energética de la Tercera Generación.