¡Juventud, divino tesoro! Se nos decía con frecuencia, impulsándonos a valorar esta etapa tan bella de la vida: la juventud, sobre todo cuando eres tú y no otros, quien toma el control de tu vida.
Esto hoy, es muy difícil, dado el ambiente hedonista que el mundo te presenta, los medios de comunicación, las canciones, los amigos, la presión para que tengas relaciones sexuales “seguras”, que luego resultan nada seguras, y que sí te complican la vida.
Tú conoces mas de una amiga que por confundir el sexo con el amor, tuvo que asumir las consecuencias de un embarazo no planeado: abandono de estudios, mas problemas personales y familiares, abortos, infecciones, etcétera.
Te has preguntado:
¿Por que se gasta tanto dinero en decirte que la práctica de relaciones sexuales entre jóvenes de tu edad es algo común, moderno, deseable, lógico y necesario, como si reaccionaras sólo por instintos y no por inteligencia? ¿por qué en vez de ello, no se invierte en campañas que te muestren como madurar tu carácter, que te ayuden a planear tu vida analizando las consecuencias positivas y negativas de tus actos, a expresar el amor a tu persona y a tu novio/a de diferentes formas alternativas al acto sexual?
Muchos jóvenes como tú, empezaron a tener relaciones sexuales, buscando algo diferente del acto sexual en sí, como lograr una mayor comunicación, ser tomados en cuenta especialmente por alguien, estar a la moda, cayendo en el error de que “todos lo hacen”, ser popular, experimentar, tratar de retener a la pareja, acompañar su soledad, sentirse amado/a, existiendo éstas y otras muchas razones, antes de la idea errónea (que te meten hasta en los libros de texto), de que la hormona es incontrolable, de que lo lógico al ser joven es tener relaciones sexuales, tu “derecho al placer”, sin medir riesgos y consecuencias.
En el libro ¿Por qué esperar? Josh McDowell especialista del comportamiento de adolescentes y jóvenes menciona que muchos inician las relaciones sexuales porque no encuentran razones válidas para no tenerlas, siendo éste uno de los eslabones más débiles que los lleva a tomar decisiones equivocadas, incluso en otros aspectos como la vocación, consumo de alcohol, tabaco, drogas, negocios ilícitos…
Eres inteligente, y en ésta época de tu vida decides en gran parte, cómo quieres vivir el resto de ella. Fuiste diseñado/a con un cuerpo maravilloso que está vivo y por eso siente, al que de manera acertada Dios le agregó sensaciones para disfrutar de diferentes maneras y que confiando en tu capacidad de decisión te entregó junto con la voluntad e inteligencia para que eligieras cómo, cuándo y para qué utilizarlo, y del cual un día darás cuenta de cómo lo administraste junto con el resto de tu vida.
Piensa que sólo tienes una vida, de la que solo tú tienes el control, no las emociones ni hormonas, tú eres quien decide.
Analiza cómo estás viviendo, encuentra las razones de lo que haces y las consecuencias que te traerá. Si tu balance es positivo, ¡felicidades! vas por buen camino; pero si es negativo, ¿qué esperas para cambiar?
Empieza a tomar el control de tu vida, de ello dependerá en mucho la felicidad que anhelas, la cual no está en las cosas externas sino principalmente dentro de ti.