“Los propios dioses”, es él titulo de una popular novela del conocido escritor y científico Isaac Asimov. El nombre está tomado de frase “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”; sentencia atribuida a Schiller, si bien otros la atribuyen a Goethe. Como sea, la frase es totalmente válida.
El ciudadano promedio tiene una infinita capacidad de creer cualquier cosa, mientras más absurda mejor, Ovnis, tarot, actividad paranormal, ángeles, piramidología, cuarzos, las “filosofías” orientales, astrología, iridologia, medicinas alternativas, Flores de Bach y un etcétera tan largo como se desee.
El tema es extenso y me concretaré a hablar un poco sobre la medicina alternativa. Las medicinas alternativas son aquellas cuya eficacia terapéutica no está demostrada y carecen de bases científicas.
Y surge la primera duda ¿Por qué los médicos, lejos de criticar y rechazar a las medicinas alternativas, las toleran o de plano algunos las acogen en su regazo? ¿Por qué incumplen los principios éticos más básicos de la medicina?. Buena pregunta.
Probables razones. La primera y más elemental, dinero. La demanda para el uso de las medicinas alternativas se incrementa y es un negocio creciente. Y negocios son negocios. Entre 20 y 30 mil millones de dólares anuales en los EUA.
En segundo lugar, desinformación e ignorancia; la incomoda realidad es que la formación de los médicos durante la carrera no es todo lo completa que debería ser. Se memorizan muchos datos, pero pocas veces se les explica de dónde vienen esos datos y cómo se ha llegado a ellos a través de estudios científicos y como fueron diseñados estos. Se aprende que determinado fármaco sirve para X cosa, sus dosis, efectos adversos, contraindicaciones, farmacología básica y nada más.
La mayoría de los médicos no tienen idea de la absoluta carencia de evidencia científica detrás de la llamada “Medicina alternativa”.
Otro. Potencial conflicto con los pacientes que utilizan medicinas alternativas. Criticarlas garantiza una feroz respuesta de sus creyentes usuarios. Por lo tanto muchos médicos evitan estas situaciones para llevar la fiesta en paz con sus pacientes.
La medicina alternativa pretende ser opción frente a la medicina científica. Pero la medicina científica se basa en ciencias sólidas como la bioquímica y la fisiología. ¿Y la “Alternativa”? Pues no, nada de eso. Son a lo sumo pseudomedicina.
¿Cuántas medicinas “alternativas” existen?. Muchas, no hay un numero preciso. Otras van y vienen, según las modas, como es el caso de las flores de Bach, que datan de los años treinta, durmieron el sueño de los justos por varias décadas, y hoy están de moda. Otra dificultad estriba en su audenominación, ¿Es lo mismo la “Medicina Integral Cuántica” que la “Medicina Holística Cuántica”?
Veamos ahora algunas características de las “medicinas alternativas”. Primero, su declarada hostilidad hacia la ciencia médica. Esta actitud negativa tiene su razón de ser, ya que las bases en que se asienta la medicina científica son absolutamente incompatibles con la fantasía de las “bases” de las terapias alternativas.
Otro. Las pseudomedicinas se caracterizan por el abuso que hacen de palabras grandilocuentes. Por ejemplo, la “Medicina Psiónica”; suena importante pero solo se habla de un simple péndulo. Se abusa de algunas palabras para encubrir lo vacío de sus conceptos; así encontramos a la Medicina Integral Quántica, la Biorresonancia, Quirorreflexoterapia, Magnetoterapia, Técnica Bioenergética Cuántica Holográmica (?). Se observa también un abuso de vocablos extraídos de la física, tales como energía, iones, cuantos, cargas positivas, cargas negativas, electromagnetismo, salto quántico, frecuencia vibratoria, campo, inducción, radiaciones, fotón, etc., sin tener la menor idea de lo que significan. También son frecuentes las expresiones importadas de las culturas orientales; chakras, feng shui, zen, etc.
En el caso de algunos métodos como la iridologia y la reflexología facial simplemente se inventan conexiones “neurológicas” o “canales energéticos” entre el órgano a estudiar y su imaginaria expresión en el iris o en la cara. Esto nos manda de dos mil a tres mil años hacia atrás, cuando se revisaban las entrañas de animales sacrificados para adivinar el futuro.
Finalmente una pregunta. ¿Existe algo en la pseudomedicina que halla sido demostrado? Pues no, no hay nada comprobado de acuerdo a un método científico. Ningún partidario de las pseudomedicinas ha demostrado (ni intentado demostrar) que las energías que dicen manipular existan en algún lugar fuera de su imaginación. Ni que los cristales de cuarzo sirvan como algo más que de adorno.
Pero ya lo sabemos, creer es más cómodo que pensar.
Alejandro Vázquez Cárdenas