POR LA ESPIRAL

El Banco Mundial anticipa que la globalización beneficiará a muchos: para 2030, 1 mil 200 millones de personas -15% de la población mundial-, pertenecerán a la “clase media mundial”, frente a los 400 millones de la actualidad.

Uri Dadush, director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo y del Departamento de Comercio Internacional del Banco Mundial, prevé que este grupo tendrá un poder adquisitivo de entre 4 mil dólares y 17 mil dólares per cápita, “podrá disfrutar de viajes internacionales, comprar automóviles y otros modernos bienes de consumo duraderos, acceder a niveles internacionales de educación y desempeñar un papel central en el desarrollo normativo e institucional en sus propios países y en la economía mundial”.

En la actualidad, rumbo a ese escenario, va formándose un nuevo consumidor con dos perfiles: uno lejos del estereotipo clásico de poseerlo todo para ser feliz, y otro totalmente decantado a poseer y muy inclinado hacia la vanguardia tecnológica con los dispositivos de moda.

En el primer grupo podrán encontrarse varios perfiles de personas: personas con alto nivel social; con preparación académica universitaria y superior; y pueden ser tanto dueños de medios de producción como empleados. Este grupo irá modificando sus patrones de consumo.

Por su nivel social y educacional adquirirán un rol de presión mediante el consumo, obligando a las empresas al cambio responsable en los métodos de producción, al privilegiar las etiquetas verdes en los productos.

Las personas que encuadran en este grupo renunciarán a determinados productos por considerarlos contaminantes y preferirán probar aquéllos otros considerados ecológicos, orgánicos, reciclables, renovables que en una primera etapa tendrán un precio superior respecto de los productos comunes.

La actitud de pensar dos veces las cosas antes de comprarlas, les llevará a adquirir hábitos, convertirse en un consumidor más racional y al mismo tiempo más comprometido con su entorno.

Aquí jugará como clave la combinación calidad-precio y etiqueta verde. Al comprar selectivamente la gente en una primera instancia está más dispuesta a sacrificar un poco el precio, esto es, no se deja llevar por el bajo costo del producto o las ofertas del momento.

Por ejemplo, es interesante el comportamiento de una persona, pongamos una mujer que en vez de comprarse 5 o 7 bolsos de distintos colores y materiales a lo largo del año en distintas etapas y lugares, mejor adquiere uno solo de marca que le costará lo mismo que si suma por los otros tantos.

El consumidor lo que hace es comprar calidad, durabilidad, una marca que implica un estilo, fidelidad, etc.

En prendas de vestir será imprescindible conocer los materiales,  habrá una preferencia por fibras naturales por encima de las sintéticas. Igualmente este consumidor desarrollará gustos minimalistas en su hogar u oficina, eligiendo pocos muebles, pero de gran utilidad y con las características de reutilización y armonía con el medio ambiente.

A COLACIÓN

El otro grupo se ampliará con la extensión de nuevos consumidores previstos por el Banco Mundial.

A este conglomerado será más difícil educarlo y sensibilizarlo en la toma de decisiones, porque ellos optarán más por el precio, las novedades, imitaciones, lo sintético y los autos vistosos.

Muchos querrán ejercer su libertad como consumidores gracias al nuevo poder adquisitivo adquirido, serán fácilmente seducidos por las ofertas, las grandes campañas publicitarias; las compras a plazos y serán proclives a la adquisición de tarjetas de crédito.

Ese nuevo poder adquisitivo será un impulso para la acumulación de bienes, aunque éstos podrán ser en su mayoría de consumo, entonces habrá que realizar una amplia labor de orientación para evitar el despilfarro.

La ampliación de la clase media dará a los empresarios la oportunidad de continuar ofreciendo productos y servicios para el público consumidor promedio.

Como lo deseable es que sea el propio consumidor el que adquiera un papel de autorregulador del mercado en cuanto a exigir una producción responsable con el medio ambiente para empresas e industrias al elaborar productos y servicios amigables con la naturaleza, habrá que cuidar mucho a este consumidor promedio fundamentalmente al ubicado en países en vías de desarrollo donde es más fácil que prolifere el contrabando, la compra de vehículos chatarra, etc.

SERPIENTES Y ESCALERAS

La economía de las empresas,  familias y  personas, constituyen el eje de la microeconomía y las finanzas personales también están contempladas.

La economía es una ciencia más noble de lo que se piensa, aunque sus bondades por desgracia quedan reducidas por las malas políticas que se implementan a instancias de recomendaciones de los grandes organismos internacionales.

Todos estamos inmersos en la economía y todos los días tomamos una decisión que conlleva un impacto directo en nuestro bolsillo. Gastar o ahorrar el aguinaldo, reparto de utilidades o bonos de compensación implica una toma de decisiones que en teoría debería de ser racional, pero los consumidores nos comportamos más por medio de impulsos y de decisiones subjetivas que racionales. Lo ideal sería convertirnos en consumidores racionales con pleno conocimiento del funcionamiento del mercado.

Se trata de una premisa muy importante, comprender el verdadero poder real que tenemos en nuestras manos y como sociedad de consumo. Por desgracia, la propia situación económica de muchos bolsillos llevan al desdén de la calidad sacrificándola por el precio, un punto que favorece a muchas empresas en sus procesos de producción.

Entiendo que tomar el control como consumidor no es fácil, es todo un proceso de hábitos y disciplina y créame que no siempre depende de contar con un gran ingreso. De hecho, me parece muy interesante que las personas millonarias muchas suelen ser hasta tacañas, es decir, cuidan el dinero hasta el último centavo.

Un comportamiento muy distinto al del asalariado que vive endeudado con sus tarjetas, comprando y gastando en la medida de sus posibilidades comprando muchas veces satisfactores desechables y chatarra.

El poder del consumidor en el siglo XXI es real, potencial y explotable.

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