POR LA ESPIRAL.

Cada año la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) implementa un programa de vigilancia de los precios de los útiles escolares a fin, supuestamente, de evitar la reetiquetación en los comercios en detrimento del bolsillo de millones de padres de familia. No obstante, resulta infructuoso.

Este verano, el precio de los útiles escolares aumentó entre 30% a 35%, nuevamente la presión anual para el gasto familiar es cubrir a tiempo con todos los requisitos a favor de la educación del o los niños.

 Empero, las listas de útiles escolares son una verdadera exageración: varios lápices, nuevos colores, dos sacapuntas, dos gomas, cientos de hojas blancas, varias cajas de pañuelos desechables inclusive hasta seis; docenas de cuadernos. Todo nuevo otra vez.
 Contradictoriamente no hay una política sustentable, no puede seguirse actuando ni gastando como  en el pasado.

Nuestra época es de reutilizar, reciclar, reinventar y renovar. Así como la Secretaría de Educación Pública (SEP) en voz de su titular Alonso Lujambio, demuestra un denodado y sorpresivo interés en el lunch de los escolares y su estado de salud, así debe mostrar sus facultades para favorecer que las listas de útiles escolares contengan  imprescindibles y los padres puedan recurrir al  reciclado.

 No se vale que por el pingüe negocio escolar de cada año sean generadas varias toneladas de basura provenientes de mucho material escolar sobrante que bien podría reutilizarse.

 Tanto las escuelas públicas como los colegios privados deben permitir que los padres trasladen a sus hijos ese sentido de política sustentable y aprendan con su propio comportamiento  como educandos a llevar a la práctica lo que tanto les enseñan los libros: ahorrar y cuidar el medio ambiente.

 La mejor forma de que en los educandos quede fijada dicha enseñanza y se vuelva un hábito de mayores es precisamente fomentando reutilizar muchos de sus instrumentos, útiles escolares y uniformes.
 Cada año libretas quedan semivacías, lápices y colores a la mitad y en buen estado, lo mismo mochilas y portalápices; además del uniforme escolar.
 Por tanto, es injusto que desde el seno de las escuelas y colegios se exija a los padres comprar nuevamente muchos útiles y complementos del uniforme todavía en buen estado. Insisto hay que reutilizar y reciclar.
 Es ilógico continuar con prácticas pocos racionales -hablando en términos económicos-, y amigables -en términos de sustentabilidad.
 Cada verano, los padres gastan varios salarios mínimos por concepto del “regreso a clase” por supuesto sin contar, la cuota de inscripción, el pago de la cuota de primera vez; más transporte escolar y actividades escolares y extraescolares.
 Generalmente los gastos se trasladan a la tarjeta de crédito para solventar las presiones del momento y comprar a crédito libros cuyo precio, sobre todo los de inglés, llegan a superar los 800 pesos sin contar el IVA.
 Así, las finanzas familiares arriban al Otoño arrastrando deudas en las tarjetas de crédito producto de los gastos del verano, el regreso a clases y el problema es que el último trimestre del año se caracteriza por los gastos es cuando más se impacta a la inflación.
SERPIENTES Y ESCALERAS
En otras tantas columnas hemos hablado de educación financiera, un principio básico es educarnos para ser consumidores racionales, no actuar todo lo contrario cayendo fácilmente en las compras compulsivas. Aquello de gastar para ser feliz, créame que no llena algún vacío ni sustituye el afecto.

En todo caso tenga en cuenta lo siguiente: 1) El tercer y cuarto trimestre del año existe una mayor propensión en las personas y las familias para realizar una serie de compras o inversiones. Es cuando se toman las mayores decisiones de qué hacer con el dinero ahorrado, con el pago del reparto de utilidades de la empresa, el aguinaldo, la caja de ahorro y otras prestaciones. El segundo semestre del año permite entonces gastos como comprar un coche usado, seminuevo o un modelo directo de la agencia del año siguiente; lo mismo puede decidirse de manera mancomunada, con la pareja, llevar a cabo una inversión patrimonial. La más importante es comprar un departamento o una casa. Es un buen momento para juntar el dinero de los dos, si ambos trabajan, pero no se debe olvidar hacer números sobre todo cuando se adquiere una hipoteca a 20 o 25 años.

2) A partir del segundo semestre, en especial, los tres meses de la última recta del año, es cuando las agencias automotrices una vez colocados en exhibición los nuevos modelos registran la mejor época de venta, sea a crédito o al contado. Comprar un automóvil debe ser una decisión muy bien pensada, requiere a profundidad responder si en verdad se está en cabalidad para hacer frente a todos los pagos que representa un automóvil. Hay que valorar si el automóvil resuelve el problema de transporte o todo lo contrario, no lo resuelve en cuestión de ahorro de tiempo y más bien se convertirá en un gasto inminente para el bolsillo del trabajador que tendrá que resolver por pagar gasolina, impuestos, alarma, seguro, estacionamiento; etc.

3) Es muy importante que los padres se pongan de acuerdo y orienten a sus hijos, los eduquen para ubicarlos de que no siempre les pueden dar gusto en todo lo que piden. Seguramente usted amigo lector ya se ha dado cuenta de cómo incrementa la cuenta del supermercado cuando lleva a sus hijos a las compras de la semana, también de que muchas de las cosas que les compran quedan desperdiciadas o el interés desvanece.
A los niños, desde pequeños, hay que inculcarles el valor del cuidado del dinero, ahorrarlo, saberlo gastar y elegir; créame que aprender a elegir entre una gama de opciones les hará felices, crecerán teniendo poder de decisión.
5) Llevar la tarjeta de crédito a todos lados es un pasaporte abierto a caer en la tentación de comprar y comprar, sobre todo en estas fechas donde los locales bombardean con cartelones de oferta. Si sale, aprenda a ajustar su presupuesto a una determinada cantidad límite de dinero en efectivo.

Con el plástico, al no ver el dinero que estamos desembolsando en el momento, primero proporciona un efecto de bienestar que se disipa en cuanto llega el odioso estado de cuenta y entonces comienzan los problemas. Si tiene más de una tarjeta de crédito lo único que le puedo decir es que aprenda de sus errores.