Lorena Cortés

Abordar la criminalidad en niñas y niños implica hacerlo desde una perspectiva de las infancias, como categoría de análisis que nos muestre las diferencias cuando se es niña o niño en contexto con las estructuras de género y de poder que prevalecen en nuestra sociedad.

En este sentido, las niñas y los niños son socializados desde una edad temprana en roles de género específicos que influyen en sus experiencias y percepciones de la violencia. Algunas teorías como las de las masculinidades han explorado como las normas de la masculinidad hegemónica o dominantes pueden contribuir a la perpetuación de la violencia entre los hombres y hacia otros grupos incluyendo a las niñas y mujeres.

Las niñas y niños viven de forma diferente las violencias. La gran mayoría de los infantes son víctimas de los llamados delitos silenciosos, que a pesar de su devastador impacto, pasan desapercibidos, dejando cicatrices que duelen toda la vida. Se estima que más del 98% de los abusos sexuales infantiles no se denuncian.

En México se estima que cada año ocurren 33,000 delitos contra menores de edad. Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), sistematizados por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), señalan que de 2021 a 2022, los delitos contra personas de 0 a 17 años pasaron de 27,801 a 33,221, es decir experimentaron un incremento de 19.50 por ciento.

En ese periodo, el delito de lesiones contra ese grupo de edad aumentó 27.5%; corrupción de menores 25.5%; trata de personas 14.7% extorsión 14.5; y homicidio 4.1 por ciento.

Más de 13 mil niñas y niños han sido asesinados en México en lo que va del sexenio de López Obrador, Los tres estados con mayor cantidad de homicidios de niñez y adolescencia durante 2023 fueron Michoacán, Guanajuato y Jalisco (REDIM); cuando escuchamos cifras tan impactantes, es fácil perder de vista la humanidad detrás de cada número.

Vivimos en un país donde un asesinato de una niña o niño es una tragedia, miles son una estadística, sin embargo  detrás de cada niño o niña asesinado hay una tragedia personal que afecta a sus familias, amigos y comunidades de manera profunda y duradera.

El panorama de las niñas y niños frente a la criminalidad en Michoacán es profundamente preocupante y requiere una respuesta eficaz, pues  la realidad de que más de la mitad de la población infantil vive en la pobreza, combinada con la creciente influencia del crimen organizado y la falta de oportunidad paralos jóvenes, crea un entorno propicio para el reclutamiento y la explotación de niños y niñas.

En este contexto es muy delgada la linea entre niñas y niños víctimas de la violencia y victimarios, las experiencias traumáticas pueden tener un impacto profundo en el desarrollo emocional y psicológico de los niños y niñas, y en algunos casos pueden influir en su comportamiento, de ser víctimas de la violencia pueden convertirse en perpetradores de la misma.

Ante este panorama, es crucial reconocer que ya no hay tiempo para las ocurrencias desde el oficialismo, cuando se trata de abordar los riesgos que enfrenta este grupo poblacional.