.

Hace un par de años me reuní en la Ciudad de México con el líder nacional de una asociación de usuarios de redes sociales que están afiliados a un partido político.
La reunión fue en el marco de mi trabajo como consultor en estrategia política utilizando nuevas tecnologías de la información.

Me llamaron para asesorar a un candidato a gobernador que no tenía malas ideas, ni mal curriculum. Sin embargo, sus encargados de campaña por internet, destrozaron su poca penetración y credibilidad en el medio.
Trabajé con ellos menos de un mes, y me retiré cuando comencé a notar irregularidades que chocaban con mi forma de pensar, además de que no eran éticas. Este tiempo me fue suficiente para conocer de fondo como operan elección tras elección.
Su estrategia fue hacer guerra sucia contra el candidato opositor, sin siquiera detenerse a pensar, que esto generaría un efecto contrario: una animadversión total contra su candidato.
La mayoría eran jóvenes -mal pagados y mal capacitados- que creaban cuentas falsas llamadas “trolls”, para hacerse pasar por alguien que no eran.
Inventaban historias paralelas a su vida real. Podían ser mujeres que manejaban perfiles de hombres o viceversa. Utilizaban programas especiales, como HootSuite o TweetDeck, entre otros, para manejar varias cuentas ficticias al mismo tiempo.
Es decir, que si colocaban un mensaje, el mismo sería enviado por todos los “trolls”. Así, podían llegar a generar temas populares en Twitter, que se denominan “Trend Topics”.
Cabe destacar, que en la mayoría de las cuentas falsas colocaban fotografías de chicas o chicos “guapos”, mientras los que manejaban dichos “trolls” no eran parecidos a ellos. Había jóvenes morenos que colocaban fotos de rubios, o muchachas con sobrepeso que colocaban fotos de mujeres “despampanantes”.
Cuando llegaban a generar temas supuestamente populares, por ejemplo, un hashtag que dijera “Candidato X eres el mejor”, lo hacían por que un número elevado de trolls envíaba el mismo mensaje al mismo tiempo.
En realidad el equipo de campaña en redes sociales de este candidato a gobernador, no sobrepasaba los cincuenta muchachos y muchachas, pero cada uno manejaba hasta 10 cuentas falsas, lo que nos puede dar un número aproximado de 500 cuentas enviando un solo mensaje al mismo tiempo.
Sí, efectivamente, creaban los trend topics que se mantenía una media hora o hasta una hora. Pero a nadie le importaba, los temas que colocaban como “importantes”, no lo eran, y al contrario, eran tan irrelevantes e intrascendentes, que no cambian el sentido de un sólo voto.
El candidato no entendía que toda esta estrategia era una mentira, y que los temas que realmente le interesaban al elector, que a su vez eran usuarios de las redes sociales -como las propuestas de campañas o las políticas públicas a implementar en su futuro gobierno- no llegaban a quienes debían de llegar.
Y es que el usuario promedio de las redes sociales tiene un perfil de conocimientos medios, que se interesa por mantenerse bien informado, y al que no se le puede engañar con tanta facilidad.
El candidato a gobernador en cuestión le pagó un millón de pesos -por adelantado- al líder nacional de usuarios de redes sociales de su partido político, le rentó un departamento donde se quedó alojado todo su equipo, y además le acondicionó una oficina con equipos de computo y la más alta tecnología a su alcance.
También les pagó sus boletos de avión para trasladarse al estado de la República en cuestión – porque los asesores no eran originarios de allí- y marginó al talento local, que podía haber realizado un mejor trabajo.
El mismo líder nacional de usuarios de redes sociales, va elección tras elección con todos los candidatos a gobernadores de los estados de la República, y les vende “machotes” de ideas preestablecidas, sin considerar que las necesidades de los votantes y la idiosincrasia de la población, cambia región por región, y localidad por localidad.
El mismo líder es protegido de un ex gobernador que ahora se dedica a la consultoría. El ex gobernador pone los contactos con sus próximos colegas y el personaje referido va y realiza los trabajos estado por estado, ciudad por ciudad.
Ahora, el mismo líder trabaja con el candidato presidencial de su partido político, no sin el normal celo del equipo de base del que quiere ser el próximo Presidente de México. El “pique” es por que el equipo de base, sabe que el otro simula trabajar, y además lo hace con mentiras y engaños.
Su movimiento nacional se compone de personajes desconocidos que tienen decenas de miles de seguidores en las redes sociales. Evidentemente, la mayoría de sus seguidores son “trolls”, pues la calidad de sus publicaciones en las redes sociales, o su perfil público y político, dista mucho de ser de altura.
El candidato a gobernador del que comenzamos hablando, quedó muy decepcionado del trabajo del líder nacional de usuarios de redes sociales de su partido. Su equipo local quedó fracturado y “herido”, por la forma en que los desplazaron y discriminaron.
El fracaso se dio por diversos motivos, pero el más importante fue, que los jóvenes que fungieron como “trolls” en la campaña del candidato a gobernador, ni siquiera profesaban la ideología del partido político para el que trabajaron, ni tampoco estaban convencidos de las propuestas de su candidato.
En resumen, debo precisar que en internet no hay fórmulas políticas mágicas. Lo único que un candidato debe de hacer, es exhortar e invitar a sus verdaderos seguidores, a los de “carne y hueso”, a que manifiesten su apoyo a través de las redes sociales, en las más importantes como Facebook y Twitter.
De esta forma, cuando el candidato en cuestión y sus seguidores, posicionen un tema como los destacados o Trend Topics, estaremos hablando de que se transformarán en votos reales, de esos que efectivamente te ayudan a ganar las elecciones.
Todo lo demás, es vender “espejitos” o ser unos “engañabobos”. Que se los compre el que les crea. Estoy tan, pero tan seguro de que nadie les cree.
Publicado en la Revista Gurú Político (http://www.gurupolitico.com)  y reproducido con la autorización de su Director.