Por alguna razón que hasta el momento se desconoce, la llamada, y a la vez famosa, equidad de género está teniendo excesos.
Es aceptable, aunque no respetada mayoritariamente, la equidad de género y hasta se acepta porque rompe la rutina diaria de la vida social; la inmensa mayoría de la sociedad no se manifiesta ante el abuso de las micro-nano-minorías, porque considera que ese punto – la igualdad de género – es una condición laboral, escolar y hasta doméstica.
Si la mayoría de la sociedad se manifestase para mostrar su fortaleza y conservar sus valores – sociales, familiares, morales, algunas personas físicas y morales hablarían de la aplanadora social y/o del abuso de poder, total no quedarían satisfechos de nada y por nada.
(jamás se ha difundido que la paternidad de esta moda-derecho – a ser diferentes genérica-sexualmente -, nació por el deseo de la ONU de saber si existían bases científicas para esta condición y consultó la opinión de reputados psiquiatras de mundial fama, los que coincidieron en la existencia de un derecho natural para esta demanda-condición, pero lo que la ONU no buscó – por la razón que haya sido -, fue la identidad biológica-sexual de los profesionistas del comportamiento consultados: definidos homosexuales, razón pro al cual su dictamen=recomendación fue en el sentido de respaldar la igualdad de género, y aun más allá: la existencia del tercer sexo.
Total, en países democráticos, de corte occidental como el nuestro, los aspirantes a puestos de elección popular para mostrar su apertura, innovación y hasta más allá del respeto, a estas circunstancias de las identidades sexuales, se muestran inclinados a favorecerlas, con lo que están facilitando el debilitamiento de los valores tradicionales, esenciales de nuestra sociedad, de nuestra familia y nuestra sociedad nacional, al no existir controles, límites, se dirige hacia un caos, libertinaje, cubierto con el vestido de la libertad de género y de expresión.
Viene lo anterior a cuento por la norma que fijó la jefa de gobierno de la ciudad de México, Claudia Sheinbaum (dijo ”con el uniforme neutro los niños pueden traer falda si quieren y las niñas pueden traer pantalón si quieren”), al establecer el llamado uniforme neutro que, inicialmente, se dijo que los niños –púberes-adolescentes de educación básica podrían asistir a las instituciones educativas, las mujeres con pantalón y los varones con falda, lo anterior para respetar la igualdad de género y el derecho a ser diferentes.
El rechazo fue unánime – incluso en las redes sociales circularon miles de imágenes con AMLO vestido de mujer, con vestido), razón por la cual se metió reversa y hubo una precisión-desmentido: El secretario de educación federal, Esteban Moctezuma Barragán afirmó: en ningún momento señalamos, ni mi persona ni el documento, nada que fuera dirigido a los niños. La propuesta va dirigida a las niñas. Lo único que hicimos fue decir: el uniforme va a constar también de pantalón para las niñas.
Las autoridades políticas – y de representación popular – no deben olvidar que, en la escuela, que en la familia son el origen de todas estas peculiaridades, inclinaciones, complejos e insatisfacciones y si se hubiera sostenido esta medida, el futuro habría sido un caos familiar, escolar y social.
Debe recordarse que las leyes deben ser reflexivas, valoradas en sus efectos inmediatos y posteriores, pensadas, de sentido común y claras, inteligibles.