POR: RAFAEL GARCIA TINAJERO PÉREZ.

9 de Marzo del 2019

Hace unos días se votó y aprobó en el  Congreso de Nuevo León una iniciativa de ley que criminaliza aún más al aborto provocado.Ayer la discusión llegó al Senado de la República, un grupo de senadoras mandó elaborar unas mascadas verdes con #Aborto legal en México y las distribuyó en todos los escaños. Esto causó el enojo de algunos legisladores como la  Senadora Lili Téllez, quien enojada en su escaño manifestaba su contrariedad y  decía que pronto presentará una iniciativa de ley para criminalizar el aborto. Otros senadores planteaban legislar para una pronta despenalización en todo el país.

He aquí mi punto de vista.

El del aborto es un debate reiterado y no resuelto, en el que muchos  opinan. Legisladores , clérigos, médicos, políticos, filósofos, han desfilado por diversos foros y defendido sus puntos de vista con pasión y argumentos a veces impecables.

En  un extremo se encuentran los que apelando al criterio de la santidad de la vida humana desde el momento de la fecundación,  opinan que es un crimen por que los no nacidos son tan humanos como los nacidos y con igual derecho a la vida, de modo que no habría diferencia entre abortar y asesinar. Consecuentes con esta posición, minimizan los conflictos entre la mujer que prefiere abortar y los derechos del feto, y la traducen política y jurídicamente en la demanda de la penalización a los involucrados en el acto de abortar.

 En el otro extremo están los que desestiman los argumentos que permitirían hacer del feto un ser valioso, los que replican que no es la biología lo que otorga valor a la vida humana y que abortar no es equiparable a matar a una persona.

El debate es áspero, con fundamentos. ¿Quién tiene la razón? no lo se, ¿en que momento un  ente  biológico se transforma en persona? Tampoco lo se y dudo que alguien pueda dar una respuesta no dogmática.

En un segundo plano, apartadas del centro de la escena, se encuentran las mujeres que han abortado o se encuentran ante la disyuntiva de hacerlo. A ellas nadie las ha invitado para hablar, no de lo que piensan sino de lo que han hecho o probablemente harán, pero es seguro que la inmensa mayoría de ellas se nieguen a reducir su experiencia a los términos con que los expertos pretenden explicarla. Para ellas, el conflicto no es definir al ser humano sino decidir entre tener o no un hijo. Los intereses políticos o las decisiones de la ciencia o el dogma salen sobrando, la experiencia de abortar esta tan lejos de este debate de ideas, que seguramente las mujeres que abortan no se reconocen en los términos de esa controversia donde unos las amonestan por criminales y otros las perdonan por ignorantes. Aquellas que podrían, con la razón que asiste a la experiencia, llamarse “expertas” no son consideradas como tales por nadie, ni por ellas mismas. La  experiencia de las mujeres que abortan no tiene nada que ver con el “aborto” del debate.

El aborto es siempre una experiencia trágica y por lo tanto nunca libre. Ninguna mujer quiere abortar, en todos los casos se encuentra ante un trance ético y se ve obligada a tomar una decisión en el aquí y ahora. Se encuentra en una situación de la cual no hay evasión posible ya que no decidir implica continuar embarazada.La que aborta por encontrarse en riesgo su vida de continuar un embarazo médicamente problemático, no desea abortar. La que aborta por albergar en su seno un embrión con graves malformaciones, no desea abortar. La que fue violada o la que la que aborta por motivos económicos o la que ve en riesgo su proyecto de vida tampoco desean abortar. Esto es aceptado aún por muchos de quienes aprueban la condena penal del aborto, la mujer que aborta es vista como víctima por que todos saben que ella es la primera que no quisiera pasar por esa situación.Así pues, abortar es una experiencia compleja que hay que pensar cada vez y su sentido es ambivalente aún para quien lo decidió.

La pregunta por el si o el no al aborto no invita a la reflexión. Cualquier respuesta deja fuera la experiencia, definida por el conflicto entre no querer abortar y no querer tener un hijo. Sobre esta problemática hoy cada uno forma su posición personal y todos nos sentimos, y estamos, autorizados a opinar, saber de nadie materia para todos.

El debate sobre el aborto ya no tiene la forma clásica de la moral sexual, ahora se plantea como conflicto entre el derecho a la vida o el derecho a la libertad. La pregunta crucial es entonces si puede hablarse de asesinato, es decir, si existe persona desde antes de nacer. Sea cual sea la respuesta, ese debate esquiva el bulto del problema, lo aleja de nosotros y de la experiencia. .¿Usted esta a favor o en contra del aborto? La pregunta es a quemarropa y no siempre queremos contestar. Pide un si o un no sin vueltas. Esa no es una pregunta, no hay nadie “a favor” del aborto. Todos estamos en contra, quienes lo condenan se oponen al aborto legal, y favorecen, de hecho, su clandestinidad, y quienes defendemos su legalización nos oponemos al aborto clandestino. La pregunta real debiera ser: ¿A favor o en contra del aborto legal?¿A favor o en contra del aborto clandestino?