En los países democráticos como el nuestro, es ya una sana costumbre la alternancia, la instalación de la institución de que se trate – presidencia municipal, gubernatura, presidencia de la República, jefatura de departamento, direcciones administrativas diversas en la administración pública – federal, estatal, municipal, centralizada, descentralizada y paraestatal; se supone que sucede igual en la administración privada y, acaso aquí con mayor celo y puntualidad – y entrega recepción entre las autoridades salientes y entrantes.
En la administración pública federal y estatal, se habla de los llamados Libros Blancos, pero jamás se habla de las auditorías a la administración que entrega-se va, por eso debe llamar la atención el juicio de ya no tan nuevo presidente municipal del H. Ayuntamiento de Morelia, Raúl Morón Orozco, de auditar la administración saliente, de Alfonso Martínez Alcázar, lo cual no debería extrañar pues es lo que debe ser para saber qué es lo que recibe, cómo lo recibe y qué es lo que hereda.
Lo curioso es que jamás se había informado – en ninguna área de la administración pública en los tres niveles de gobierno – de la intención de hacer ese sano ejercicio democrático y de administración, pues es cierto que ninguna área de esta administración pública está limpia: siempre hay, existe, está un prietito en el arroz, eso por un lado y, por el otro, las contralorías de la función pública funcionan y todas ellas sirven para maldita la cosa.
Los ejemplos de pésima, fraudulenta, deshonesta y de latrocinios en la administración en cualquiera de los tres niveles de la administración pública, se debe, entre otras cosas, a que las contralorías no cumplen su función y sí están atentos a los caprichos del jefe, sea el nivel que sea del mando, y callan, se convierten en cómplices o por omisión o por participación.
Se debe estar atento y vigilante de esta acción de gobierno, pues nadie, en ninguna parte del mundo, aguanta una auditoría en forma; invariablemente en personal, en manejo de finanzas y pagos, en contrataciones, concursos, asignación de obras, inventarios, propiedades inmobiliarias, rentas, parque vehicular, consumos de gasolinas, viáticos, etc., se encuentran detalles, que ameritan comprobaciones y, posteriormente, pliegos de responsabilidades y parte a las autoridades policiacas, en su rarísimo caso.
Generalmente, estas acciones terminan en el juego de fuerzas políticas y como la justicia está partidizada, todo queda en pura pólvora y en infiernitos, más como la administración saliente no tenía partido y no hay quién la proteja, veremos qué pasa.
La pregunta es: ¿El presidente municipal de Morelia, se atreverá a dar el segundo y hasta tercer pasos y llegar hasta donde sea necesario, caiga quien caiga y tope en donde tope?
Se duda, mas concedamos el privilegio de la duda.