La responsabilidad de un mejor país tiene que radicar en los ciudadanos, se necesitan menos políticos y más voluntad de la sociedad.
Aunque las ofertas electorales sean débiles -mientras Quadri defiende sus ideas, su equipo las desprecia- mientras las ofertas electorales sean pobres y los debates se hayan convertido en un foro para descalificar a los candidatos que van a la cabeza o en su defecto para hacer famosa a una ex Playmate, no hay que casarnos con un partido político en particular, menos si es evidente el hecho de que no cumplen con las demandas de su pueblo, no hay que tender al fanatismo. ¿Qué tal si mejor apostamos por una sociedad con políticos íntegros? Que pertenezcan al partido que sea.
Rechazo rotundamente a maestros que se nieguen a ser evaluados, ésta debería ser una práctica continua y obligatoria. ¿Quién nos enseñó y evaluó? Ellos mismos, los maestros. México necesita gente capacitada para la educación de nuevas generaciones. Demandemos medios de comunicación comprometidos a informar y no sólo a entretener. No permitamos que líderes de opinión sigan manipulando la información a conveniencia propia o de monopolios. Exijamos un alto a la vergüenza nacional con cientos de feminicidios. despidamos a policías que ejecutan estudiantes en vez de protegerlos. México no necesita un nuevo gobierno que sea sinónimo de repartición de ganancias para un gabinete, si no para su pueblo en general.
Apostemos por la libertad de expresión, que fomenta el criterio y tolerancia. Por jóvenes que aprendan a leer, no a usar armas. Legisladores que trabajen por un país mejor, no para comprar una cartera mejor. Más apoyo a la preservación de comunidades indígenas y menos discriminación. Más posibilidades de poder adoptar un niño. Más protección a mujeres que viven en un ambiente de miedo y violencia. Campañas para informar la importancia de ahorrar agua y menos basura política en la calle. Leyes que protejan a los animales por el simple hecho de ser seres que sienten.
Seamos ciudadanos que sumen y no que resten. Abandonemos hábitos destructivos y negativos, como lo es la indiferencia ante las elecciones del 2012. No votemos por el menos peor, votemos por aquel candidato que se ganó, a base de méritos, nuestro voto. Votemos porque ese mismo acto –el voto- será parte esencial de esta situación en donde podemos convertir la adversidad en oportunidad.
No creamos en alguien por tradición. No creamos en alguien meramente porque suene lógico. No creamos en alguien por autoridad. Dirigir el país no es cuestión de rating, los candidatos tienen que escuchar al pueblo, no el pueblo a ellos.
Publicado en la Revista Gurú Político (http://www.gurupolitico.com) y reproducido con la autorización de su Director.