El pasado 14 de febrero, en una escuela secundaria – Marjory Stonemam Douglas, de Parkland, Florida, USA – , un joven expulsado de la escuela no tuvo problema alguno para c0omprar un rifle semiautomático – se le prohibía, por ser menor de edad, comprar cervezas y vino, pero no armas, cualquier tipo de armas las podía comprar – y disparó 150 balas en menos de 6 minutos y mató a 17 personas – entre ellos a tres maestros – y catorce heridos, tres más en una calle cercana a la escuela. El atacante – Nikolas Cruz – fue detenido, pero se negó a declarar.
(Curiosamente, el vigilante, armado, no estaba. Había salido a comer algo o tomar un café).
Este hecho, el tiroteo, los muertos y heridos, es uno de los 18 registrados en el primer bimestre de este año y puso en el tapete de la discusión la facilidad con que los ciudadanos norteamericanos compra armas: 35 mil muertos relacionados con armas de fuego.
El presidente Donald Trump escuchó la repulsa a estos hechos y como no tuvo otra salida, pues no deseaba chocar con la Asociación Nacional del Rifle – uno de sus pilares político-sociales – recomendó “¡armar a los profesores!
¿Cómo se vería un docente armado en un salón de clases?
La repulsa ha crecido de tal manera que ya varios estados han preparado o están por preparar iniciativas para controlar la venta de armas. Uno de ellos es Oregon.
Y la ola de rechazo a esta liberalidad en la venta de armas de fuego ha crecido de tal manera que muchas áreas privadas, como Delta Airlines canceló las franquicias que tenía para los miembros de la Asociación Nacional del Rifle, lo mismo está sucediendo con hoteles, restaurantes y líneas de transporte como autobuses y trenes.
Ante esta reacción de la sociedad norteamericana, Donald Trump, cuidando los niveles de aceptación social, las redes sociales y sus twiters, afirmó; que aunque tenga que ir tras de la Asociación Nacional del Rifle, irá para detener la ola de violencia.
Curiosamente, las empresas están tomando decisiones por la presión social. La más reciente encuesta del Centro Pew preguntaba ¿Qué es más importante: proteger el derecho a poseer armas o controlar el acceso a las mismas? La respuesta fue 49/51, que muestra –comprobando – la dividida que está la sociedad norteamericana.
Ahora bien, si un gobierno no resuelve los problemas de su sociedad, los sectores de la sociedad no tiene otro camino que manifestarse y movilizarse hasta obtener lo que desea: vivir tranquilo en convivencia social.
Trump sigue estando en el ojo del huracán. Se le están desgranando sus amigos y socios.