La semana pasada hubo nubarrones de tormenta, lloviendo sobre mojado: La fuga de el Chapo Guzmán.
Por alguna línea, conducto, llegó a una de las corporaciones de televisión nacionales de mayor audiencia y estaciones retransmisoras un video y audio sobre la tan cimentada fuga de Joaquín Loera Guzmán, el Chapo.
Este video tiene audio y se escucha muy claramente, sumamente claro, los ruidos continuados de los martillazos y de las sierras-taladros en la zona del baño de la celda del ahora prófugo; incluso – como no está editado – el diálogo entre custodios y mandos del reclusorio y, también, la hora de todos estos sucesos.
Con ese video se confirma, una vez más, lo que ya es de consumo popular: las complicidades obtenidas desde dentro del penal para materializar la fuga; es más, todo lo que se ha difundido p en estos días, ya se deducía desde los primeros momentos de la multicitada fuga: Complicidad en todos los niveles entre el personal del reclusorio.
Si todo hubiera estado en su lugar: los sensores de todo tipo – sobre todo el famoso brazalete -, los de ruidos de los muros, los vigilantes de las cámaras de video del área –el pasillo 20 -, los protocolos de esa situación y cada cosa-elemento en su lugar y trabajando, la fuga no hubiera sido posible, pero como el hubiera es un tiempo pendejativo, ahí están los resultados.
Así que no hay nada nuevo bajo el sol: la corrupción y la impunidad completas en todo lugar.
Ahora, se debe buscar la filtración que posibilitó la llegada de ese material audio-gráfico a un medio de comunicación social, de masas y, en su caso, cerrar el punto.
Mas está otra situación: el estado debe informar ampliamente todo, cabalmente, puntualmente, todo de todo y así estará controlando la llave de la información: dirección, cobertura, tipo, etc., etc.
Y así se evitaría este tipo de fantasmas.