Contar con un empleo, tiene un impacto mucho más allá de lo obvio que es obtener un beneficio económico en correspondencia a la labor que se lleva a cabo. Además, en él descansa también la estabilidad emocional de la persona, la realización de sus metas, sus sueños, se seguridad y autoestima.
Pero lo cierto es que no siempre tenemos la capacidad para darnos cuenta de ello y por esta razón es común que no valoremos el trabajo hasta el punto de verlo como un castigo o bien, optamos por aceptar un empleo que es bien remunerado pero que está muy lejos de hacernos felices.
No obstante, hay quienes saben darle el justo valor y aprecian profundamente la oportunidad de poder integrarse al campo laboral, luego de que en diversas ocasiones le fueron cerradas las puertas a causa de vivir con discapacidad, como es el caso de Belén, una mujer de 24 años y madre de una pequeña de un año.
“Busqué durante mucho tiempo la oportunidad de obtener un trabajo formal, sin poder lograrlo; a pesar de que cumpliera con los requisitos y el perfil solicitado, siempre me decían que iban a llamar, lo cual nunca ocurría, otras veces me citaban y al ver que tenía discapacidad motriz, definitivamente la respuesta era no”, explica Belén.
Y continúa: “La diferencia la hizo el Programa de Inclusión Laboral de Fundación Teletón, a través del cual pude contactar con empresas comprometidas con la inclusión de personas con discapacidad y finalmente pude colocarme en un empleo fijo, que hasta el día de hoy me ha dado muchas satisfacciones”.
Autosuficiencia y seguridad
Para Belén, el hecho de dejar de depender económicamente de sus padres y poderse hacer cargo de sí misma y de su hija, así como el hecho de poner en práctica todas sus habilidades y conocimientos, ha marcado para ella un nuevo inicio en su vida, pues dice, fortaleció su autoestima, cobró seguridad en sí misma, recuperó el entusiasmo y ahora mismo, se plantea retomar sus estudios y titularse en un futuro como psicóloga.
“El hecho de no tener empleo ocasiona que en algún momento uno se sienta desesperado e impotente e incluso que uno se cuestione si habrá valido la pena prepararse académicamente, si al final de cuentas no se encuentra un espacio para desarrollarse, pero no hay que perder la confianza, pues el momento de empezar a tener una vida normal, de sentirse seguro y recobrar la esperanza”, concluye Belén.
Ver el trabajo desde una perspectiva de crecimiento y dándole todo el valor real que conlleva, nos hará verlo con respeto, agradecimiento y sobre todo, como un aliado para alcanzar nuestra plenitud. Ya sea que estés en su búsqueda o bien, que ya tengas la fortuna de contar con un empleo, recuerda el impacto que tendrá en tu vida y con ese mismo respeto y gratitud decide sobre él, ya que puede marcar en ti, la diferencia.
Colaboración de Fundación México.