El consultor y alpinista Valentí Giró nos habla de gestión y desarrollo de equipos con la montaña de ejemplo.
De los 14 ochomiles que existen en el mundo, el Everest es, con sus 8.848 metros de altura, el más alto de todos. Pero el techo del mundo lo han pisado 2.249 alpinistas desde la primera ascensión en 1953. Al K2, la segunda montaña más alta del planeta, han llegado tan sólo 249 personas. 2.000 de diferencia.
Esta cumbre de la cordillera del Karakórum, localizada entre la frontera entre Pakistán y China, y la ascensión que llevaron a cabo cinco alpinistas españoles en agosto de 2004 por la vía de la Magic Line es el mejor ejemplo con el que Valentí Giró, integrante de la expedición, nos narra los puntos de unión entre un deporte como el alpinismo y su profesión de formador especializado en liderazgo, desarrollo de equipos y coaching ejecutivo.
“Toda persona tiene un K2 en su vida, un objetivo claro que le gustaría alcanzar”, reflexiona Giró. La manera de conseguirlo, un plan bien trazado, los valores que le llevan a luchar por ello y las personas de las que se rodea, serán la clave. De todo ello nos habla en esta entrevista, sobre gestión estratégica y liderazgo en el mundo de la empresa.
¿Qué le ha enseñado la montaña en su trabajo como formador en Gestión Estratégica y Liderazgo en equipos?
La montaña es un aula de aprendizaje muy rico. En mi caso me ha enseñado a trabajar mejor en equipo y a conectarme mejor con lo que a mí me importa: con el propósito, con el sentido, con lo que para mí es importante. Trabajar en equipo es entender que cada uno debe aportar lo mejor que tiene en un proyecto y hacerlo con compromiso completo. Esto son dos cosas que la montaña me ha ayudado mucho a vivirlas, a conocerlas. También te lleva a mantener vivo el reto del desafío, a llegar a metas que son desafiantes y llegar a ellas de una forma que es afín a los principios que uno escoge, a unos valores.
¿Cuál es el punto de unión entre emprender y escalar?
Un emprendedor en un proyecto empresarial, de cualquier tipo social, es alguien que es fiel a sus valores y cree de una forma tremenda en lo que hace, y lo mueve, que le encuentra sentido a cosas a las que otras personas no le ven el sentido, que le apasiona. En la montaña esto es clarísimo: la pasión, el entender que eso forma parte de tu vida. El emprendedor también es un catalizador. Un emprendedor real no guarda para sí su proyecto, sino que lo comparte, lo hace crecer, reconoce a otras personas que le pueden ayudar en el viaje que quiere embarcarse. Y en una expedición es lo mismo: unir a personas que nos van a ayudar a hacer realidad el proyecto; debemos ser generosos a la hora de invitar a participar en él. Al final, la meta es igual que en un emprendedor, que quiere conseguir resultados. El resultado es el oxígeno, la sangre y las venas que fluyen por la compañía. Sin resultados el proyecto no vive, pero para el emprendedor es un trayecto en el que no es lo importante; lo importante es el camino que él recorre, el proceso, igual que en la montaña. Creo que son dos mundos gemelos.
¿Cómo la seguridad en un plan bien trazado puede ayudar a tomar las decisiones correctas?
El plan es básico, un plan bien trazado, construido con consenso y recogiendo las miradas del equipo es básico. Pero diría que el plan es algo vivo, algo que se tiene que hacer, deshacer, volver a hacer, sólo así tiene sentido. La montaña, además, cada día nos cambia el plan, pero es cierto que aunque uno tenga un plan tiene que tomar decisiones en soledad y son momentos difíciles, en los que uno puede sentir inseguridad, duda. Y ¿cómo se recupera la seguridad y la capacidad de tomar la decisión? Pues, volviendo a lo esencial: por qué estoy en este proyecto, por qué es importante para mí, qué estoy poniendo de mi parte para hacer que esto salga lo mejor posible, con quién estoy, cómo estamos avanzando, de qué forma avanzamos fieles o no a esos valores. Eso es lo que te hace decir: sea cual sea la decisión que voy a tomar, lo voy a hacer lo mejor posible si soy fiel a eso.
¿La motivación que transmita un líder al resto del equipo es vital en cualquier proyecto?
La motivación cada uno la trae, clarísima y muy asentada, es una motivación que sale de dentro de cada uno de nosotros. El líder cataliza esos por qué individuales, que pueden ser inicialmente un poquito distintos, y construye como una amalgama, los une, los ata porque aunque los motivos sean distintos, tienen muchas cosas en común. Eso, el líder lo tiene que hacer, pero la motivación y el compromiso la debe llevar cada uno.
¿En qué consta tu trabajo como formador?
Yo trabajo con equipos que de alguna forma ven que tienen potencial para llegar más lejos o que han identificado problemas, o ven que hay cosas que no acaban de dar resultado, que hay unas fricciones que no son las deseables y lo que hago es una intervención en la que cada persona de ese equipo, antes de trabajar en el aula, pasa un diagnóstico psicométrico de 360 grados para ver cómo ellos son vistos por sus colaboradores, por sus pares, por sus superiores. Con esta información empezamos a cocinar cosas durante dos o tres días en que estamos juntos y en base a unos modelos conceptuales de herramientas técnicas y teóricas le sacamos provecho a ese diagnóstico para que la persona al final de esos tres días tiene que haber abierto los ojos y haber ganado conciencia en decir: hay cosas que me están funcionando muy bien y las voy a proteger y otras que quizás no las veía y no me están funcionando tan bien y quizás debo cambiar porque tienen una traslación muy clara, ya no sólo en el ámbito de mi organización, sino también en el ámbito más personal y familiar. Y después, acompañamos ese proceso de formación con sesiones de coaching.
¿Qué aspectos son claves en una persona que lidera grupos de trabajo?
Volviendo un poco a lo que me ha enseñado la montaña, para mí hay dos rasgos clave: una persona que lidera debe ser alguien generoso, capaz de ponerse detrás del equipo, no delante, hacer que otros crezcan y sean mejores que él incluso, no poner a los demás al servicio de su agenda, sino todo lo contrario. Y lo más emocionante para la persona que lidera es ver que ha conseguido hacer mejor a otros, que ha logrado hacer personas más seguras, más confiadas en lo que hacen. Y yo afortunadamente, en el mundo de las organizaciones veo muchas veces personas con este perfil y gente joven y no tan joven que cada vez tiene más claro su por qué, su qué y su cómo. Eso es algo que está cambiado. Venimos de un entorno, al menos en España, bastante jerárquico, muy basado en el miedo, de ciertos códigos de disciplina, y estamos en una época muy atractiva con todos esos cambios que se están produciendo a nivel empresarial.