El país está en una vorágine artificial por causas caprichosas o empecinadas por quienes están detrás de los padres de familia de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, Gro., desaparecidos, que recorren parte del país – zonas inclinadas a respaldar su dolor, mercantilizado -, sobre todo porque desean, claman, demandan, exigen lo imposible: la aparición, en vivo, físicamente de los jóvenes, y en aras de esa demanda múltiple destruyen y confrontan a la sociedad, con la omisión de los responsables de brindar seguridad.
Parece que, finalmente, esa demanda caerá ante el peso irreductible de los hechos, de la realidad que confirma la hipótesis de la Procuraduría General de la República, basada en las declaraciones de los malhechores, ahora asesinos confesos de la desaparición, ahora crimen: Los médicos forenses argentinos – que coadyuvan en las investigaciones, a petición de los padres de familia – identificaron unos restos y al hacerlo tienen nombre y rostro.
La identificación científica, forense, fue en restos humanos localizados en un basurero de Cocula.
Ahora sólo falta que el laboratorio de la universidad de Innsbruck, Austria, sea coincidente con este hallazgo y la hipótesis se convierta en dolorosa verdad ante la contundencia de los dictámenes científicos.
Ante esta situación, ante el desplome de la causa de la demanda, es muy seguro que el movimiento de los 43 desaparecidos cambie de lema y continúe con su caminara-ruta de agitación demandando lo imposible.
Es realmente loable la actitud del gobierno federal ante este doloroso hecho: esperó la andanada de consignas, de apóstrofes, de vituperios, de gritos y demandas; aguantó el chaparrón, el alud de todo, que generaron y evolucionaron hasta la demanda de renuncia de la máxima institución republicana y esperó a que la ciencia hiciera su papel y ahora, con el inicio de estos dictámenes, su papel y su actitud deben ser de reconocimiento, que no lo necesita, a su comportamiento: Impecable.
Ahora, de inicio, son deseables las siguientes acciones: Llegue el dictamen de la universidad austriaca, el movimiento de los 43 desaparecidos acepte la fuerza y contundencia de los hechos científicos y cesen en su actitud beligerante y, lo más difícil, acepten su dolor y traten de vivir con él y termine esa dolorosa etapa, mas es muy posible que ahora su demanda sea diferente clamando justicia y más, y están en su derecho, pero para eso, están las instancias institucionales y, finalmente, que el Estado muestre que vivimos en un país de leyes y en Estado de Derecho y se actúe hasta donde se deba y/o se tenga que llegar sin fijarse en las personas y organizaciones y se imparta justicia, pronta, expedita.
Sólo y únicamente justicia