Michoacán y Morelia están de fiesta. Y debería estarlo todo el país.

Hoy se festeja el nacimiento en la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, capital de nuestro estado, el CCXLIX aniversario del natalicio de Don José María Morelos y Pavón, el Siervo de la Nación; el Hombre Non de nuestra historia y sin cuya participación el movimiento de independencia iniciado por el cura de Dolores, Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla, habría sido una asonada, acaso, habría terminado en el Cerro de las Cruces y las Juntas de conspiración habrían sido reuniones de chocolate y de chismorreo.

Don José Ma. Morelos, llegó justo cuando debía llegar al colegio de San Nicolás; debía ser en ese momento alumno de Hidalgo y debió de formarse en la fragua de la vida y cincelarse en los curatos de la Tierra Caliente; tuvo que acudir, en 1810, después del levantamiento en Dolores, al encuentro con su maestro y guía, Hidalgo, su cita con la historia y construir su camino hacia la inmortalidad.

Todo lo demás es historia.

Posiblemente Morelos, con sus campañas militares, las capturas-tomas del fuerte de San Diego y del puerto de Acapulco y de la ciudad de Oaxaca y la ruptura del cerco de Cuautla; con la creación de la semilla del ejército nacional y de sus primeras fábricas de armas, municiones y pólvora, tendría un lugar asegurado en nuestra historia nacional

Espacio que se confirmaría con sus SENTIMIENTOS DE LA NACIÓN, que ahí están como ideales jurÍdico-sociales que hasta la fecha continúan sin materializarse en la medida que el los percibió. Mas José María Morelos y Pavón estaba destinado a darle rumbo, sentido y dirección al movimiento iniciado por Miguel Hidalgo y Costilla y transformarlo, de una lucha por matar gachupines y contra el mal gobierno, en un movimiento y lucha por la independencia total de España.

Sus ideas y productos sobre el origen del poder – por supuesto no originales, sino provenientes de la Revolución Francesa – radicado en el pueblo y su representación-división en tres poderes, en tres depositarios, la conformación del primer Congreso Constituyente de Anáhuac – la semilla del Poder Legislativo -, la elección de un Presidente de la República –el origen del Poder Ejecutivo – y la creación del Tribunal de Justicia en Ario – semilla de nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación y la convocatoria para la configuración del primer congreso Constituyente cuya encomienda fue trabajar para la promulgación de nuestra primera Constitución, nos configuró como Nación soberana, como un Estado libre y autónomo.

Su obra ahí está y los tiempos venideros no podrán cambiarla.

Por eso, debemos festejar una y mil veces su nacimiento y bendecir su nombre.