Cumpliendo el mandato constitucional, Enrique Peña Nieto, candidato triunfador  a la titularidad del poder Ejecutivo Federal por el partido revolucionario institucional, hoy, ante el pleno del poder Legislativo Federal – 632 representantes populares en sus dos cámaras -, miembros de su gabinete legal – y ampliado -, más cuerpo de embajadores acreditados en el país y ante las cámaras y micrófonos  de radio y televisión,  protesta hoy como nuevo Ejecutivo Federal, presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Ese, aparentemente, simple protocolario es viva muestra de estabilidad del país y de que su sociedad, nosotros, hemos madurado y avanzado en la civilidad política ofreciendo a quien quiera verlo e interpretarlo, signos de que somos capaces de decidir nuestro destino en las runas y en las instituciones que nuestras prácticas políticas y circunstancias nos hemos dado y creado.


Este es,  formal, legal, en derecho y de hecho, el día en que el partido revolucionario institucional regresa a Los Pinos y a Palacio Nacional, después de la experiencia de dos administraciones del partido acción nacional que será juzgado por la historia, y por el tiempo, abriéndose la interrogante del por qué llegaron a la presidencia de la República y eso, solo el tiempo, y la historia, lo contestarán.

Enrique Peña Nieto recibe un país sin mayores convulsiones sociales, no existen muestras reales, riesgos ciertos de inestabilidad social; es cierto que se manifiestan conflictos sociales, pero son muestra inequívoca de la vitalidad de la sociedad y de que nuestra sociedad, instituciones y órganos, están vivos y actuantes, en la circunstancia político social del momento.

Igualmente, en este día se renueva la esperanza de un cambio hacia mejores niveles de calidad de sobrevivencia, subsistencia y existencia en el mundo de hoy y hacia una transición político social en que la equidad social, los derechos  de todos, sobre todos de los menos protegidos,  los miserables y pobres – más de la mitad de la población nacional – y la igualdad dejen de ser una declaración y sean una realidad viva y siempre presente.

Los viejos políticos  cuentan la vieja conseja de que en este día el nuevo Presidente de la República recibe los errores del anterior presidente, los muertos y las esperanzas y, como complemento, también, recibe tres cartas, con la recomendación presidencial que abra la primera cuando tenga el primer gran problema nacional y no tenga soluciones al alcance de la mano.

Como sea, en un país como en nuestro – como son todos los países de este mundo – con desequilibrios sumamente evidentes, con muchísimas carencias y con bastantes posibilidades y potencialidades, este momento es muy especial, porque se inicia nueva ruta para la esperanza, confiando en que éste sí  cumpla los compromisos firmados.

Es cierto que ningún presidente de la República,  de ningún país, en ningún tiempo,   puede hacerlo todo y solo. NECESITA LA PARTICIPACIÓN Y  EL RESPALDO DEL PUEBLO. Esa es  nuestra responsabilidad y compromiso.