Desde hace mucho tiempo, mucho antes de la llamada pluralidad política y diversidad ideológica, se identificaba y categorizaba a los priístas como corruptos y pedir-señalar definir corrupción la automática respuesta era: PRI.
Con el devenir de los días y años, cuando la llamada oposición llegó a los espacios de poder y con los resultados y demostraciones de delitos administrativos, peculados, desvío de fondos y tantas y tantas figuras delictivas que existen, demostraron que los actos de corrupción no eran propiedad de un único partido: También en los suyos hacían aire y como en la casa del jabonero, el que no cae resbala. La corrupción es un vestido que a todos, como la muerte, unifica. No es privativa, ni propiedad de algún partido.
Viene esto a cuento por los casos que ya van siendo comunes mediáticamente: la información sobre actos delictivos de funcionarios o exfuncionarios públicos o de representantes populares o ex representantes populares, su detención y la información sobre su proceso; entonces surge la pregunta: ¿Se equivoca el partido que los propone?
Si la respuesta es sí, puede pensarse que también la sociedad electoral, mayoritariamente, se equivocó, porque es por su voto que llega al espacio de poder o representación. Esa no es la respuesta correcta ni cercana a la realidad.
La verdad es que se equivoca la persona, el individuo. Asume que llegó ahí como premio y que todo lo que esté a su alcance es su regalía. Eso es falta de escrúpulos, moralidad y congruencia.
Viene a la memoria el juicio de un candidato aun puesto de representación popular en el estado de Nayarit; picarescamente afirma que su anterior puesto – presidente municipal – “robo poco porque el presupuesto era muy pequeño”. Este tipo de folklorsimo o tropicalismo no es recomendable en la administración pública y el partido- ahora que es tiempo – debe sustituirlo y, en caso de no hacerlo, el electorado debe negarle el voto y no llevarlo a ese espacio de poder.
En este momento los Medios informan la detención del ex presidente de Parácuaro y la búsqueda de un expresidente municipal de Apatzingán.
El comportamiento delictivo de ellos como de otros muchos que fueron y habrá, no es culpa de los partidos; es culpa y responsabilidad únicamente del individuo.
Es lamentable todo esto, pero es mucho más lamentable lo tardío de la acción de la justicia.