En las organizaciones existen puestos que no deberían pagarse porque no generan valor. Cambiar esta situación depende de empleados y empresas.

Ganar dinero sin comprometerse con nada, es una idea arraigada en algunos sectores de nuestra sociedad.

Las noticias sobre el desempleo en el país aparecen con cierta periodicidad y, no sin razón, generan alarma entre los profesionistas que aspiran a mejorar su calidad de vida en un nuevo empleo. No obstante, más importante que los datos del desempleo en sí mismos, es importante reflexionar sobre lo que significa un empleo y la necesidad de que éste genere valor.

Cuando hablamos de empleo, no se trata sólo de tener uno, sino de que éste sea productivo, es decir, que genere más valor que lo que cuesta y, dadas las exigencias de competitividad en las que operamos, que dicho valor vaya incrementándose paulatinamente. También pues leer: Cómo hacer de tu empleado un activo y no un pasivo.

Tecnología vs. procesos arcaicos

La evolución de la tecnología ha generado una cantidad significativa de opciones para ser más eficiente (correo de voz, celulares, correos electrónicos, videoconferencias, “webinars”, etc.) en el trabajo; sin embargo, en México aún existen muchas personas que no explotan el uso de estos recursos.

Así, vemos empresas en las cuales las llamadas tienen que ser realizadas por las secretarias, cantidad de juntas cuyos temas podrían resolverse por vía telefónica o procedimientos operativos que se han quedado rezagados y que demandan recursos como en exceso, que no tendrían por qué hacerlo.

La situación adquiere proporciones increíbles cuando analizamos a las empresas gubernamentales en dónde aún existen prácticas tan arcaicas como los oficios, la máquina de escribir, las copias por triplicado o quintuplicado y las relaciones de trabajo segmentadas por jerarquías.

Un estudio realizado por la OCDE titulado “Measurement of agregate and industrial productivity growth” o Medición del crecimiento de la productividad, considerando el valor agregado por horas hombres trabajadas y por persona ocupada; este estudio se realiza desde hace 40 años y los resultados en el caso de México son patéticos: mientras que hay países como Japón que han incrementado su productividad, medida en los términos mencionados, más de 50 veces: nuestro país sólo ha crecido escasamente.

Ocuparse o emplearse

Y es que tal parece que hay quien confunde emplearse con ocuparse, siendo que hay actividades que no tendrían que tener porqué remunerarse al no generar valor alguno.

Ganar dinero sin comprometerse con nada, es una idea bastante arraigada en algunos sectores de nuestra sociedad. Es relativamente fácil observar, en el transcurso del día a personas que se ocupan de hacer actividades que, esencialmente no generan valor alguno y sin embargo esperan recibir un ingreso por él. Desde esta perspectiva, las posibilidades de dichas personas de obtener un empleo bien remunerado son nulas.

Puestos de trabajo absurdos

Es increíble ver que aún hoy en día en nuestro país hay elevadoristas. Recuerdo una oficina de una empresa paraestatal en donde existía un puesto cuyo trabajo consistía en dar la bienvenida a quien entra e “indicarle” al fondo le toman sus datos. Visité un museo en Chiapas en donde hay un señor que sólo se encarga de prender un aparato de video para ver un documental sobre la cultura maya.

Todos los anteriores son ejemplos de trabajo cuyo común denominador es el poco valor que agregan y ponen de manifiesto además la forma como se concibe el trabajo en nuestro país, por algunos sectores de la sociedad. Es como una forma de pasar el día.

Empleo productivo cuestión de actitud

El que un empleo sea productivo depende de diversos factores, algunos atribuibles a la organización y su cultura y quizá el más importante tiene que ver con la capacidad de quien lo ocupa para obtener el máximo de resultados con los recursos a su disposición. Te recomendamos leer: 10 tipos de colaboradores, ¿cuál quieres en tu empresa?

Visto de esta forma, la productividad no es el resultado solamente de tener el dinero para adquirir tecnología de punta sino, además, de contar con la capacidad y actitud del empleado para sacarle provecho.

Históricamente, las relaciones entre empleador y empleado en México han generado actitudes que no necesariamente fomentan la productividad; por un lado, el interés de los directivos por mantener motivados y comprometido a su personal es limitado. Incluso, en algunos casos, las políticas de compensación y desarrollo reflejan muy poco interés por el personal.

Por otro lado, la educación y la cultura de buena parte del personal ha generado un escaso interés por asumir responsabilidades y por comprometerse con resultados, más allá de cumplir con los requisitos mínimos de trabajo.