A raíz del acertadísimo tema del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (28 de abril) para 2014, sobre “La seguridad y la salud en el uso de productos químicos en el trabajo”, se me ocurre pensar en la penuria que viven tantas personas afectadas por la toxicidad de la vida presente. Efectivamente, cada día son más los afectados por dolencias extrañas que tienen su principal foco de gestación en atmósferas cargadas de sustancias que nos trituran por dentro, hasta provocarnos malestar continuo, pérdida de memoria, dolor de músculos y huesos, cansancio permanente, irritabilidad y hasta falta de aire para poder respirar. Sin duda, necesitamos higienizarnos con elementos más naturales para liberarnos de esta sobrecarga de insanos productos que nos circundan. A unos les afectará más, a otros menos, pero lo cierto es que estamos expuestos a un ambiente de toxicidades como jamás, que ha de llevarnos a un cambio de usos y costumbres.
Estos productos químicos que nos bañan a diario, tanto externamente como internamente, podrán ser indispensables para la vida de hoy, pero quizás deberíamos gestionarlos mejor. Mucho me temo que el derroche está a la orden del día. Tampoco se toma precaución alguna. Cualquiera los manipula. Si en verdad tuviésemos un control más racional, proporcionado y ecuánime, seguramente los efectos adversos para la salud serían mucho menores. Aunque no se puede evaluar con datos recientes a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud, divulgó en septiembre de 2012, en la Conferencia Internacional sobre Gestión de Productos Químicos, el incremento brutal con referencia a otros datos de 2004, de la toxicidad en el ambiente, incluyendo el aire, el agua, las exposiciones profesionales y la ingestión tanto directa como indirecta.
El momento que vivimos actualmente ha generado demasiados trabajos en precario, en los que no se incluyen muchas veces la prevención de enfermedades profesionales debido a las exposiciones a productos químicos. O lo tomas o lo dejas. Esta es la cuestión. En cualquier caso, la cantidad de factores físicos, químicos, biológicos y psicosociales que afectan a la salud, en parte por estos abusos de ofertas de trabajo indecente, donde para nada cuentan los valores del límite de exposición profesional, hace que el aumento de toxicidades se acreciente por doquier. En muchos países, toda esta contaminación se dispara, porque no hay control de emisiones e indiscriminadamente se envían al aire, a los ríos o al mismísimo suelo circundante, todo tipo de desechos. A mi juicio, hay una impunidad manifiesta en temas de protección ambiental, sin acabar de reconocer el impacto de desastre que puede ocasionar este tipo de actuaciones sin vigilancia.
Precisamente, en el año 2014, el mundo conmemora el treinta aniversario del peor accidente industrial que haya ocurrido jamás. En diciembre de 1984, ocurrió una fuga de más de cuarenta toneladas de gas metil isocianato como resultado de una reacción química imprevista en una planta de Bhopal, India. Los efectos para la salud y la considerable contaminación ambiental de esta tragedia aún se siguen experimentando en Bhopal. El incidente demostró ser el foco desencadenante para cambiar las prácticas de la seguridad y la salud en la industria química y desarrollar mejores medidas de control de riesgos.
Está visto que no podemos seguir introduciendo sustancias que provocan inseguridad en la vida de las personas. Hay que cuidar el medio natural por encima de otros intereses, y ver la manera de que la actividad humana cuide mucho más el impacto ambiental. Ahí están todas las legislaciones internacionales, encaminadas a un desarrollo sostenible como una de las maneras de proteger el medioambiente para las actuales y futuras generaciones. Por tanto, si es importante garantizar que los fabricantes, importadores y proveedores de productos químicos sean responsables de generar la información requerida, y la pongan a disposición de sus clientes mediante la cadena de suministro, de igual modo, ha de considerarse fundamental minimizar las exposiciones del trabajador y las emisiones de estos productos al medio natural, además de priorizar más la investigación sobre ciertos tóxicos presentes en alimentos y productos. Dicho queda.