Un estudio del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) ha comprobado que la población de México es resultado del intercambio genético entre poblaciones nativas americanas, europeas y africanas.

El Departamento de Toxicología en colaboración con el Departamento de Biomedicina Molecular del Cinvestav, descubrió que el sesgo de intercambio genético durante el mestizaje -en el que mujeres amerindias se relacionaban con hombres europeos y africanos- sugiere que la línea de herencia paterna es primordialmente europea, africana e incluso del Medio Oriente; mientras que la ancestría materna es primordialmente amerindia, alrededor de un 93%.

Esta es una de las pocas investigaciones orientadas en conocer el origen genético de la población mestiza, que en México constituye más del 98% de los habitantes.

El estudio, elaborado con muestras de más de mil 600 individuos por medio de marcadores en el cromosoma ‘Y’ (presente sólo en el sexo masculino), permite viajar en el tiempo, puesto que un varón tiene idéntico ese cromosoma a su padre, abuelo, bisabuelo, y así sucesivamente, permitiéndonos conocer los orígenes de su linaje.

María del Rocío Gómez Ortega, quien trabaja en colaboración con Marco Antonio Meraz Ríos como titulares de este proyecto, señala que el estudio está segmentado a hombres mestizos, debido a que estos son los que presentan una mayor diversidad de clanes ancestrales, lo cual permite conocer los múltiples orígenes de nuestra población.

“Desde el punto de vista antropológico, podemos decir que partimos de tres ancestrías: la amerindia, propia de Mesoamérica, la africana y la europea. Cada una de ellas se conforma por varios haplogrupos (clanes ancestrales de regiones geográficas específicas). El más común en los mestizos de la región central del país es el R1b, característico de la Península Ibérica, principalmente del País Vasco y de la región Occidental de Europa”, señala María del Rocío.

También se han encontrado otros haplogrupos como: R1a, característico de Europa del Este, y variantes del haplogrupo E (E1b1b y E1b1a), relacionados con África y Medio Oriente.

“Todos estos clanes llegan a nuestra población con los conquistadores españoles, quienes ya habían experimentado varias mezclas. La llegada de esclavos africanos también enriqueció notablemente la diversidad genética”, detalla la investigadora.

El haplogrupo más antiguo hallado en los mexicanos es el E1b1b, que data de hace 26 mil años, surgió de África y se trasladó a Medio Oriente y Europa. A partir de mutaciones en este linaje se originaron otros haplogrupos como los que dieron origen a los clanes europeos (R) y asiáticos. “Entre estos últimos, el haplogrupo Q, fue el que originó a la población de América”.

Para la investigación se involucraron diversas disciplinas, como la genética, la biología molecular y la bioinformática, además de conocimientos de antropología, historia, sociología y economía, para entender los desplazamientos que han enriquecido la diversidad genética de nuestra población.