En estos días, las tortillas se venden más que las hamburguesas, y los tacos y los burritos son omnipresentes en todo Estados Unidos, al punto de que la mayoría ni siquiera los considera cocina étnica. Bienvenidos al sabor de la comida norteamericana versión 2014.

A medida que la población de inmigrantes y minorías reescribe la composición demográfica de Estados Unidos, el menú gastronómico de toda la nación también refleja ese cambio, como siempre ha ocurrido. Y va más allá de la aceptación general de ingredientes alguna vez considerados exóticos, una situación que ya vivimos en todas sus variantes, desde la salsa de soja hasta los chiles jalapeños.

Se trata de una reescritura del menú estadounidense a gran escala, una evolución de los patrones alimentarios. ¿Qué ha cambiado esta vez? El mayor grupo de votantes culinarios son los hispanos.

“Ya se piense en pizza o espaguetis, es lo mismo”, dice Jim Kabbani, director ejecutivo de la Tortilla Industry Association. “La gente los considera norteamericanos, no étnicos. Lo mismo con las tortillas.”

Ahora que los hispanos representan más de un cuarto de la población total de Estados Unidos -y en rápido crecimiento-, los expertos dicen que este cambio está modificando radicalmente el sabor de la experiencia culinaria norteamericana. El año pasado, el mercado de comidas y bebidas latinas movió 8000 millones de dólares, según la firma de investigación de consumo Packaged Facts. Para 2017, esa cifra puede alcanzar los 11.000 millones.

Y eso está modificando la manera de comer de todos los norteamericanos, con sabores cada vez más picantes y especiados, como langostinos grillados con salsa de chipotle, fajitas de pollo con pimientos poblanos braseados o quesadillas de camarón con tomate verde.

Desde queso fresco hasta chorizo: la comida tradicional hispana se está introduciendo en nuestra dieta diaria, en especial entre los nacidos desde 1980 hasta el cambio de siglo. Los hispanos de esa generación nacieron dentro de la cultura norteamericana, pero se aferran a sus propias tradiciones, suelen comer arroz blanco y combinan fluidamente el inglés y el español en sus conversaciones.

“Ahora buscan productos que no necesariamente sean de grandes marcas”, dice Michael Bellas, presidente de la Beverage Marketing Corporation. “Les gustan las marcas con carácter. Buscan autenticidad y pureza, pero también buscan nuevas experiencias.”

Muy popular entre los integrantes de esa y otras generaciones de la costa oeste es, por ejemplo, la gaseosa mexicana Jarrito, que se jacta de tener sabores de fruta natural, desde mango hasta guayaba. Otra bebida hispana que tiene muchos adeptos en los hogares de todo Estados Unidos es el tequila.

En 2006, Estados Unidos importó cerca de 107 millones de litros de tequila, un 23% más respecto de 2005, según Judith Meza, representante del Consejo Regulador del Tequila. Según Meza, el tequila ingresó hace cinco años en la lista de las 10 bebidas alcohólicas más populares del mundo.

Hasta la elección de las guarniciones da cuenta de esa influencia. Los norteamericanos cada vez consumen menos platos acompañantes, con excepción del arroz, ingrediente básico de la gastronomía hispana, dice Darren Seifer, analista de comidas y bebidas del NPD Group, una organización de marketing de consumo.

¿Por qué el arroz resistió la caída de otras guarniciones? Según Seifer, porque es una de las tradiciones culinarias de los hispanos jóvenes. Pero la influencia excede la cuestión numérica. Al igual que la italiana en otra época, la comida hispana goza de tanta aceptación porque a los norteamericanos les resulta muy fácil de preparar en casa. Pocos estarían dispuestos a enrollar su propio sushi, pero son muchos los que están felices de doblar las quesadillas.

En consecuencia, gran parte de la comida hispana perdió su marca de cocina étnica. Hoy por hoy, los norteamericanos asocian más los tacos y los burritos con la comida rápida que con la cultura hispana. En 2013, las ventas de tortillas en los supermercados aumentaron más que la venta de papas fritas, según InfoScan Review, un servicio de relevamiento minorista.

Como un testimonio de su popularidad, la Tortilla Industry Association estima que los norteamericanos consumen alrededor de 85.000 millones de dólares en tortillas al año.

En los supermercados, los ingredientes de cocina hispana han dejado hace rato de restringirse a la góndola de productos internacionales. A veces incluso tienen góndolas propias o están mezclados con el resto de los productos. Y según la última edición de Hispanic Foods and Beverages in the US, las ventas de tortillas y tacos para preparar en casa superan las de hamburguesas y panchos.