Las protestas en todo el mundo por la ley contra la propaganda homosexual en Rusia y los 50 mil millones de dólares que costará la organización del torneo han agitado las horas previas a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno, cuyo programa deportivo comenzó este jueves en Sochi.
Mientras arrecian las críticas, el gobierno de Vladimir Putin logró convertir el principal balneario soviético y ruso a orillas del mar Negro en la capital mundial del deporte de invierno.
Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y Francia, Francoise Hollande, así como el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, anunciaron públicamente que no acudirán a los juegos.
Por el contrario, los presidentes de China, Xi Jinping, y Ucrania, Víktor Yanukóvich, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, confirmaron su presencia, al igual que otro medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y varias familias reales.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a todos los combatientes del mundo a que depongan las armas durante los Juegos de Invierno, que se inauguran hoy. “Este es un momento de paz y armonía, respeto y entendimiento mutuo”, dijo.
La tregua olímpica es una vieja tradición griega que fue restaurada en los Juegos de Barcelona de 1992 y recibió el respaldo de la ONU al año siguiente.
La polémica troncal en torno a los Juegos de Sochi, sin embargo, se centra en la ley contra la propaganda homosexual introducida en Rusia, que ha levantado oleadas de críticas en todo el mundo contra el gobierno de Vladimir Putin.
Ban Ki-moon condenó, en un discurso ante la 126 Sesión del Comité Olímpico Internacional (COI), cualquier discriminación contra los homosexuales y llamó a “alzar la voz” contra los ataques que puedan sufrir.
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, respondió con un discurso en el que destacó, igualmente, que el deporte “está a favor del respeto y en contra de toda discriminación”.
Ban Ki-moon asistirá a la ceremonia de inauguración de los Juegos de Sochi, un acto que se saltarán otros dirigentes mundiales para expresar su desacuerdo con la legislación rusa relativa a los homosexuales.
Putin asegura que su país está preparado para la justa deportiva y que “el principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo”.
Ante las amenazas terroristas que se han producido en las últimas semanas, Putin ha garantizado que todo está bajo control y que no hay nada que temer, ni desde el punto de vista de la seguridad ni desde el de la discriminación de las minorías.
“Quiero asegurar que haremos todo lo posible para que Sochi sea un lugar hospitalario para todos los participantes y todos los invitados”, dijo Putin.
Algunos deportistas homosexuales han expresado su temor a la discriminación durante su estancia en territorio ruso, y otros se han mostrado dispuestos a escenificar su apoyo a las minorías sexuales.
Para prevenir tentaciones, el Gobierno ruso recordó que el COI y la carta olímpica prohíben las acciones o manifestaciones políticas durante las competiciones deportivas.
Rusia, cuya última experiencia como organizadora olímpica data de hace 34 años, cuando acogió los Juegos de verano de 1980, se juega mucho en Sochi en términos de imagen, después de haberse gastado 50 mil millones de dólares, multiplicando por cuatro los 12 mil previstos.
Los de Sochi serán los Juegos Olímpicos más caros de la historia, superan ampliamente a los anteriores de Invierno, organizados por la ciudad canadiense de Vancouver (8 mil 300 millones), y también a los de verano de Pekín 2008, cuyo costo ascendió a 42 mil millones de dólares.
La seguridad de los Juegos, amenazados por la guerrilla islamista del Cáucaso, está garantizada, según el Kremlin, con decenas de miles de policías, buques de guerra, drones y baterías antiaéreas.