México busca posicionarse como actor preponderante dentro del concierto internacional tras más de doce años de desatinos en su política exterior.En menos de un año, el presidente Enrique Peña Nieto y el canciller José Antonio Meade, encaminan esfuerzos para lograr  un liderazgo  dentro de un abanico de temas con calado global.

Desde el comercio internacional, propuestas para mejorar las vías para el entendimiento y la paz; reducir los desequilibrios mundiales y abordar lo más altamente sensible como el terrorismo, evasión fiscal y el poder del narco.

 

Hasta las relaciones con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lucen de otra forma, tras más de veinte años de promesas incumplidas en el renglón de la legalización de millones de mexicanos inmigrantes que  contribuyen, allende las fronteras, a la producción económica del gigante americano.

La relación de México con Estados Unidos durante los distintos gobiernos del clan de los Bush  (George Herbert y George Walker) marcaron toda una época en la que sumieron al país azteca en un descontrol de las relaciones bilaterales y es que el TLCAN no fue suficiente y no lo ha sido para detonar el crecimiento, la estabilidad y reducir las brechas socioeconómicas.

Es verdad que el TLCAN modificó el aparato productivo del país y también lo hizo con la participación de los distintos sectores de la producción en su aportación al PIB.

Las mismas cifras demuestran que México pasó de ser monoexportador de petróleo a diversificar su balanza comercial y añadir un valor agregado importante en materia de las manufacturas y la maquila.

Se diversificó y multiplicó la balanza comercial, no obstante, el TLCAN se ha quedado corto para resolver muchos de los problemas con Estados Unidos y tras casi veinte años que se cumplirán en 2014 de su puesta en vigor, no se ha avanzado para profundizarlo ampliando su liberación, dándole un carácter más elevado para formar una verdadera unión económica, comercial, bancaria, monetaria y fiscal.

No hay ningún paso en este sentido, simplemente el TLCAN se estancó y México  lo aceptó para convertirse en el traspatio maquilador que debe abaratar su mano de obra para competir contra otros proveedores de la Unión Americana, tales como China.

Después  de esta era Bush, la intención es recomponer la relación. Que el presidente Obama, tras su viaje a México, reaccionara apoyando la legalización de millones de inmigrantes es una buena señal.

En la  política, que es un proceso de  pedir, conceder y conciliar,  no sabemos qué se ofreció a cambio. Por lo pronto, es una alegría para millones de nuestros compatriotas.

A COLACIÓN

Cumbre del G-8 en Irlanda, hasta allá se desplazó también el presidente Peña Nieto, quien asiste como invitado especial dado que México no figura dentro de tan selecto club de países ricos como lo hacen Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia.

El G-8 analiza una serie de variables económicas, al tiempo que discute, debate y se pronuncia, de situaciones con calado internacional como acontece con Siria cuyo enfrentamiento es claro entre Estados Unidos y Rusia; aunque al final de cuentas, el presidente Vladimir Putin se sumó a la postura del G-8 de que Siria deberá pacificarse cuanto antes.

Entre lo que se va encontrando consenso es respecto a la lucha contra el terrorismo, fraude y la evasión fiscal.

Evidentemente los gobernantes  reunidos en Irlanda manifestaron su interés de introducir cambios en su gobernanza fiscal, pero al mismo tiempo no dejaron de señalar la actuación de muchos paraísos fiscales a los que desde políticos hasta empresarios, acuden como refugio en busca de opacidad.

De acuerdo con el Brookings Institute, cada año los países pobres pierden  160 mil millones de dólares por los impuestos que no pagan las empresas con filiales en sus territorios.

A esta evasión fiscal se suman aproximadamente 11 billones de dólares escondidos en diversos paraísos fiscales provenientes de fortunas individuales.

Siempre que se destapa un escándalo de corrupción que envuelve a un político identificado por enriquecimiento ilícito sucede que detrás se encuentra un paraíso fiscal con instituciones de crédito que aceptan depósitos voluminosos en efectivo.

Tampoco se podría entender el éxito del secuestro, terrorismo y  comercio de armas (y del dinero que moviliza en el ámbito mundial) sin que mediara una institución financiera de un paraíso fiscal.

En los últimos meses diversos gobiernos europeos han puesto en punto focal la necesidad de que se logre un consenso al respecto de terminar con la discrecionalidad de los paraísos fiscales.

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