Razones
• De policÃas y criminales
–Jorge Fernández Menéndez-
EXCÉLSIOR.
Los verdaderos narcotraficantes sólo se dedican a operar y dejan que la mayorÃa de las batallas las libre la infanterÃa desechable.
El secuestro y el asesinato del alcalde de Santiago, Nuevo León, Edelmiro Cavazos, como se suponÃa desde el inicio de las investigaciones, fueron realizados por la policÃa municipal que estaba bajo el mando del edil, incluido el personal de resguardo de su casa.
Todos ellos en relación con una célula de Los Zetas que le pagaba la friolera de 700 pesos a cada uno de ellos.
Dijeron que lo mataron porque los habÃa intentado disciplinar y no los dejaba operar con sus corrupciones cotidianas. Entonces, dicen, buscaron a Los Zetas, sabiendo perfectamente bien dónde estaban.
Hace unos dÃas, cuando se produjo el ataque a los integrantes del cuerpo de seguridad de FEMSA, en Monterrey, ha quedado constancia de que policÃas municipales de Santa Catarina les dieron apoyo a los integrantes de Los Zetas que mataron a dos agentes.
Y la lista podrÃa continuar: dos de los mayores problemas que tenemos en el ámbito de la seguridad son la combinación de pandilleros que por unos pesos pueden convertirse en sicarios sanguinarios, y de policÃas, sobre todo municipales, que por esas mismas cantidades terminan trabajando con aquellos.
Los verdaderos narcotraficantes, mientras tanto, sólo se dedican a operar y dejan que la gran mayorÃa de las batallas las libre esa infanterÃa desechable.
No sé qué otras pruebas se pueden requerir para asumir que las policÃas municipales no pueden seguir funcionando como hasta ahora.
Que se requieren, por lo menos, mandos únicos estatales (que tendrÃan que estar bajo un mando único nacional, para hacer el modelo eficiente en verdad.
Particularmente en Nuevo León cuesta comprender por qué se ha demorado tanto una salida de este tipo, porque Rodrigo Medina tenÃa clara esa necesidad desde tiempo atrás.
Es verdad que hay resistencia de muchos alcaldes, pero en ese caso en particular, después de lo sucedido con Edelmiro Cavazos, no deberÃan quedar dudas de que cualquier presidente municipal que realmente quiera cumplir con sus responsabilidades no puede dejar su seguridad y la de su municipio en las manos de esos cuerpos policiales.
El tema está nuevamente en el Congreso y el PRI ha anunciado que presentará al respecto una iniciativa para crear las 32 policÃas estatales, pero que dejará, como ya ocurrió con la reforma a la justicia penal y otros casos, la decisión de hacerlo, y de qué manera, a los gobiernos locales.
Se argumenta, con razón, que éste es un paÃs federalista y por lo tanto no se puede actuar de otra manera, lo que es falso.
El federalismo no impide que haya un Seguro Social que opere con uniformidad en todo el territorio o que tengamos Fuerzas Armadas que también lo hagan, asà como muchas otras instituciones.
Con esa lógica, se han cometido demasiados errores en los últimos años, desde una descentralización poco razonada de la educación o la salud, con resultados en muchas ocasiones disparejos, o la ya citada reforma penal (que sólo opera en siete estados, en etapas embrionarias en casi todos los casos, luego de dos años de aprobada) o la Ley de Seguridad Nacional aprobada en el Senado y congelada en la Cámara de Diputados (por el evidente disgusto castrense), que terminaba colocando a los mandos militares prácticamente bajo las órdenes de los gobiernos locales.
Y lo mismo sucederá si esta ley de policÃa se aprueba de esa manera.
No puede cada estado determinar una estructura institucional propia cuando se deben enfrentar fenómenos que trascienden, con mucho, las fronteras locales.
Tampoco se deberÃa dejar esa decisión en las manos de quienes, se supone, son los que tienen que ser reformados.
¿Usted cree que un mando policial local que esté coludido con grupos criminales pedirá ayuda y centralizarse con los mandos estatales?
Por supuesto que no.
Debe haber normas que sean de carácter general y luego puedan tener aplicaciones singulares, de acuerdo con cada caso, pero la norma debe ser federal y obligatoria para todas las entidades federativas.
Si no se hace asÃ, es por la resistencia polÃtica de los alcaldes de los grandes municipios, quienes sienten que de esa forma estarán perdiendo poder, aunque por otra parte no puedan controlar a la delincuencia, y mucho menos a la organizada, en su respectiva demarcación.
Con todas sus deficiencias, uno de los pocos lugares del paÃs donde se puede movilizar en forma diferente a las policÃas locales es en el Distrito Federal, donde el mando es único y está centralizado.
Si fuera de otra forma, si cada delegación tuviera su cuerpo policial autónomo, ¿se imagina usted la magnitud del caos?
Ese caos es el que está azotando a Monterrey y su área conurbada y a varias otras ciudades del paÃs.
Las bandas del crimen organizado ya no sólo trafican y menudean con drogas, no sólo secuestran y controlan la piraterÃa; no sólo comercian con indocumentados y manejan la trata de personas; no sólo hacen jugosos negocios con autos robados y sus partes…