El 7 de septiembre, en el Palacio de los Deportes la agrupación dirá adiós.

El paso del tiempo es implacable y en su rostro se reflejan las cuatro décadas dedicadas al rock and roll, pero basta con que los Scorpions entren a escena para que se genere en ellos una cuenta regresiva antiedad, y como por arte de magia se conviertan en juveniles rockeros, dispuestos a contagiar su adrenalina a los miles de fans que los ovacionan, y así, vivieron su primer concierto en territorio mexicano la noche del sábado en la Arena Monterrey.

La gira de despedida ‘Get your Sting and blackout world tour’, con la que el quinteto se despide de su público, emocionó a más de 10 mil fanáticos en Monterrey, durante las casi dos horas de concierto. ‘Sting in the tail’ fue la carta de presentación de la noche y con la que la banda alemana registró la primera ovación.

Con los riffs de guitarra de Matthias Jabs y Rudolf Schenker, se erizaron los sentidos de la fanaticada, que en todo momento se mantuvo de pie listos para gritar, saltar y aplaudir el desempeño de sus ídolos, en cada una de las 17 canciones que recetaron en su repertorio.

Haciendo un recorrido por las canciones de antaño y las que se incluyen en el que será su último álbum de estudio, Scorpions ofreció temas del calibre de ‘Make it real’, ‘The zoo’, ‘Loving you sunday morning’,‘The best is yet to come’ y la legendaria ‘Wind of change’, en la primera parte de su espectáculo.

La corta estatura de Klaus Meine se compensa en el escenario con la altura y potencia de su voz, que lo mismo generó dosis elevadas de éxtasis que momentos de nostalgia, durante el concierto cada uno de los músicos tuvo la oportunidad de lucir su talento al manejar sus instrumentos, tal fue el caso de James Kottak, quien con su energético solo de batería conquistó a los asistentes.

La despedida vendría luego de interpretar ‘Big city night’, bastaron pocos minutos de aplausos para que los escorpiones regresaran a escena a clavar su último ‘aguijón envenanado’, ‘Still loving you’, ‘No one like you’, y ‘Rock you like a hurricane’, fueron el cierre perfecto para dejar en la memoria colectiva un adiós inolvidable.

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Más de 10 veces cambiaron de guitarra Matthias Jabs y Rudolf Schenker.

Durante todo el concierto el quinteto regaló baquetas, las púas de guitarra con las que estaban tocando, e inclusive lanzaron varias toallas con las que secaban el sudor de su frente.

Al final del concierto James Kottak se tiró en el escenario y después se puso a hacer lagartijas.

La producción no fue fastuosa pero cumplía con su cometido, siete pantallas de leds y una gran estructura de iluminación fueron colocadas en el escenario.