Ayer inició la temporada 2011 del Palacio de Bellas Artes con la presentación de El jardÃn de los cerezos, última obra del ruso Anton Chéjov en la que simboliza el derrumbe un modo de vida que no se adapta a las nuevas circunstancias. Esta puesta en escena es presentada por la CompañÃa Nacional de Teatro (CNT), con la dirección de Luis de Tavira.
Cuando Chéjov inicia la escritura de esta obra, en 1903, su vida está marcada por la muerte, lo único que queda es un poco de tiempo, por esto tal vez sea una obra acerca de la duración del tiempo, del cumplimiento de cada ciclo, depende de qué unidad de medida escojamos. Por eso sucede en el inicio de cada una de las cuatro estaciones.
El jardÃn de los cerezos, décimo quinto estreno de la CNT bajo la tutela de Luis de Tavira, transcurre a lo largo de cuatro actos que van del inicio de la primavera al comienzo del invierno, en el linde que decide la duración del tiempo: un amanecer, un atardecer, una fiesta que termina y los minutos que preceden a la devastación del jardÃn.
Para Luis de Tavira, el jardÃn de esta obra “es resultado de la relación entre el hombre y la naturaleza, porque se trata de un jardÃn cultivado que demanda el cuidado de cada dÃa y que es la forma para testimoniar la presencia del hombre y de la naturaleza: el paraÃso perdido justo en la frontera que supone la emergencia del mundo industrial que nos ha traÃdo la devastación ecológica y esa otra catástrofe espiritual que es nihilismoâ€.
Con esta puesta en escena, la CNT conmemora el 150 aniversario del natalicio de Anton Chéjov, que en palabras del director de escena, es un “entrañable escritor que refunda el realismo y abre claves para sondear dentro del corazón humano en términos del realismo más exacto y de la poesÃa más insospechadaâ€.
El jardÃn de los cerezos cuenta la historia de una familia de la aristocracia rusa, que a principios de 1900 están a punto de perder el hermoso jardÃn de su finca, en el que cada árbol fue testigo de su existencia. Las transformaciones sociales de la época dieron lugar al derrumbamiento de un orden secular y a la emergencia salvaje que en su momento cambiarÃa la historia.
El fin de una época y el inicio de otra transcurren ante el espectador que acompaña a Liuba, a su familia y a su servidumbre, a lo largo de cada cambio de estación, todas ellas marcadas por la indolencia y el vacÃo. La escena sucede en el indecible lindero que media entre lo real y lo imaginario, la memoria y la premonición, la ilusoria felicidad de los deseos y la contundencia de los hechos.
Mientras que Chéjov clasificó su obra como comedia, para Luis de Tavira se trata de una mixtura tonal. “Lo que Chéjov intenta decir de manera inadecuada con la nomenclatura de género se explica mucho mejor a través del concepto de tono. Esta gran exigencia de la escena chejoviana reside en la sutileza del tono medio y su hecatombe, sea para descender hasta el fondo fársico pero siempre delante de una aspiración trágica inalcanzable sin la cual no puede entenderse lo que realmente sucede atrás, debajo, antes y después de lo que sólo parece que sucede que es casi nada, como una muerte callada en la más absoluta soledadâ€.
En una de las cartas que Anton Chéjov envió al dramaturgo Vladimir Nemirovich-Danchenko, en la que revela las intenciones que van urdiendo la dramaturgia de El jardÃn de los cerezos, expresa que quiere escribir una obra capaz de mostrar que la vida es complicada, es decir, una suma de deseos y lÃmites de grandes potenciales del espÃritu y del eros frente a los obstáculos que están sobre todo en uno mismo.
En esa misma carta, el dramaturgo confiesa a Danchenko la gran dificultad de establecer lÃmites entre lo real y lo imaginario, por lo que el espectáculo supone aún mayor complejidad para el actor, pues el escenario es la frontera entre la contundencia de lo real y la consistencia de la subjetividad, que se va tramando en las vicisitudes restringidas de cada dÃa. Ahà el enemigo no es un gigante o un titán, sino un mosquito o un telegrama. Allà el miedo consume, confunde.
Es importante mencionar que cuando Chéjov escribió El jardÃn de los cerezos, la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX fue convulsionada por la agitación polÃtico-social que dio vida a la Revolución, pues tomaba conciencia de su historia nacional de la mano de un grupo de intelectuales liderados por Pushktin, Tolstoi, Dostoievsky y Chéjov, entre otros y al mismo tiempo era protagonista de un cambio profundo que amenazaba quebrar los oxidados cimientos del sistema tradicional.
Anton Chéjov, escritor, dramaturgo y médico, fue uno de los autores más importantes de Rusia. Reconocido como el maestro del relato breve, sus obras cobraron gran importancia internacionalmente después de su fallecimiento, gracias a las traducciones realizadas en la década de los años veinte del siglo pasado. Durante su corta carrera como escritor (nació en 1860 y murió en 1904), impulsó la narrativa corta y el teatro, siguiendo una estructura dramática original que lo darÃa a conocer en el mundo entero.
El jardÃn de los cerezos cuenta con la participación del elenco estable de la CNT: Farnesio de Bernal, Luis Rábago, Julieta Egurrola, Roberto Soto, Érika de la Llave, Diego Jáuregui, Héctor Holten, Ana Ligia GarcÃa, Gabriela Núñez, Israel Islas, Luis Lesher, RocÃo Leal, Yulleni Pérez Vertti, los actores invitados Rubén Cristiany, Karina DÃaz, Elsy Falcón, Adrián Aguirre, Luis Maya y los músicos invitados Alberto y Silvia Rosas.
Las funciones de El jardÃn de los cerezos en el Palacio de Bellas Artes se llevarán a cabo el jueves 27 de enero, a las 19:00 horas, y el sábado 29 de enero, 18:00 horas. La temporada en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes será del 10 de febrero al 6 de marzo de 2011, con horarios de miércoles, jueves y viernes, a las 19:00 horas y sábados y domingos a las 18:00 horas.(Agencias)