El pasado 1 de febrero se celebró el IV aniversario luctuoso del pintor, escultor y grabador Feliciano Béjar, quien naciera en Jiquilpan en el año de 1920 y falleciera a los 86 años de edad en la Ciudad de México, a consecuencia de un infarto.

Artista prolífico cuyo trabajo se exhibió en alrededor de 120 exposiciones, Béjar trabajó lejos del cobijo institucional. Incluso en los últimos años se definió como un creador que no pertenecía a la élite artística.

Su última obra fue una serie de 120 Magiscopios por encargo de una aseguradora, mientras que la Primera Imprenta de América de la Universidad Autónoma Metropolitana fue el último recinto donde fue exhibida la obra plástica del inventor de los magiscopios, bajo el título de “El canto de la luz”, tres propuestas en vidrio, entre los meses de noviembre de 2006 y enero de 2007. Dicha muestra reunía obra realizada por el pintor, escultor y escenógrafo michoacano, entre los años 2003 y 2004.

Fue en 2007 cuando Feliciano Béjar expuso su propuesta plástica en Nueva York, causando revuelo al romper con la tradición de lo que era considerada una escultura.

Su apuesta fui disolver el concepto de escultura como un objeto integrado en el espacio. Construyó extraños instrumentos a partir de los desperdicios, los cuales terminaron convirtiéndose en lo que Jorge Hernández Campo bautizó como magiscopios, instrumentos de acero reciclado con lentes encapsulados capaces de albergar mundos y visiones fantásticos.