En la actualidad, la evolución del mercado petrolero evidencia esa lucha intestina por la hegemonía del crudo, su producción, suministro, acopio de reservas y control del mercado exterior. Pero sobre todo refleja cómo, el paradigma de la producción petrolera ha pasado a ser favorable para Estados Unidos.

En menos de cinco décadas, derivado de la combinación de diversas circunstancias y factores, los otrora países  líderes en la producción y venta para la exportación de petróleo pasaron de tener la sartén por el mango a perder buena parte de su influencia estratégica a favor de Estados Unidos.

La economía estadounidense ha hecho posible “el milagro energético”  dado que, durante ese lapso de tiempo, pasó de ser un importador neto de hidrocarburos, vulnerable de las oscilaciones de los petroprecios y dependiente de un suministro utilizado como “arma de guerra”; hasta lograr construir su independencia energética, incrementar sus reservas petroleras y reconvertirse de importador neto a exportador neto de crudo y otros derivados petroquímicos.

La política energética de la Casa Blanca se tomó bastante en serio la trampa que los países árabes le tendieron a  la nación estadounidense y a otros países, sobre todo europeos, que apoyaron a Israel en la Guerra de Yom Kipur librada contra Siria y Egipto; en la que estos últimos perdieron territorio.

El embargo iniciado a partir del 16 de octubre de 1973 (conocido como la primera crisis del petróleo) por parte de los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) junto con los países del Golfo para cerrar el grifo del suministro del “oro negro” a Estados Unidos, Israel y sus aliados provocaron serios impactos en la macroeconomía sobre todo en cuanto a la espiral de inflación que todavía una década después siguió marcando a varias naciones.

Esa artimaña consistió en recortes en el suministro, reducción drástica de  las exportaciones, la producción se acotó un 25% y los petroprecios en el mercado internacional llegaron a triplicarse.

El 27 de noviembre de 1973, el presidente estadounidense Richard Nixon, implementó una ley de emergencias relacionada con la escasez de petróleo que implicó control de los precios internos, fomento a la producción, barreras en la venta y en su logística.

Tras esa experiencia que  marcó  la década de 1970 (sucedió otra crisis del petróleo en 1979) prácticamente cuarenta y seis años después, sorpresivamente la  economía estadounidense ha dado un viraje a la geopolítica del crudo: de dependiente a productor neto… de importador a exportador neto.

¿Venganza? ¿Visión de supervivencia energética a futuro? La respuesta clave radica en los efectos colaterales de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 con epicentro en Estados Unidos y que alteraron la geopolítica en los albores del siglo XXI propiciando un claro reacomodo de las fuerzas económicas, militares y un nuevo juego en la dominación de los recursos naturales y energéticos.

De acuerdo con la OPEP, en enero de 2003, los cinco principales productores de petróleo eran: 1) Arabia Saudita con 7.47 millones de barriles de petróleo diarios; 2) Irán con 3.37 millones de barriles de petróleo diarios; 3) Irak con 2.46 millones de barriles de petróleo diarios; 4) Emiratos Árabes con 2.07 millones; y 5) Kuwait con 1.84 millones de barriles de petróleo diarios.

México que no forma parte del cártel de la OPEP, en dicho año producía 1.66 millones de barriles de petróleo diarios y Estados Unidos figuraba con 7.12 millones de barriles de petróleo.

El consumo norteamericano diario de crudo contabilizado en 19 millones de barriles era completado con importaciones de 12 millones de barriles;  este desequilibrio desdibujaba la vulnerabilidad energética de una nación en expansión demográfica, en expansión industrial y empresarial.

En cuanto al volumen de reservas, en dicho año y de acuerdo con Global Trends, los cinco países con mayor acopio eran: 1) Arabia saudita con 259 mil 200 millones de barriles; 2) Irak con 112 mil 500; 3) Emiratos Árabes con 97 mil 800; 4) Kuwait con 94  mil; y 5) Irán con 89 mil 700 millones de barriles de petróleo.

Simplemente en 2003, Arabia Saudita poseía el 25% de las reservas totales del mundo; seguido por Irak con el 10.8% y Kuwait con el 7 por ciento. Esto significaba, según el cártel, que entre Irak y Kuwait se tenían reservas de crudo para 230 años.

A COLACIÓN

En 2014, esto es once años después de los datos mencionados, Estados Unidos se había posicionado como el principal productor de petróleo a nivel global con 11.644 millones de barriles de petróleo diarios.

En 2023, Estados Unidos produjo más petróleo crudo que cualquier otra nación en cualquier momento, durante los últimos seis años consecutivos. La producción de petróleo crudo en Estados Unidos, incluido el condensado, promedió 12.900 millones de barriles por día.

En conjunto, Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita representaron el 40% (32.8 millones de barriles diarios) de la producción mundial de petróleo en 2023. Estos tres países han producido más petróleo que cualquier otro desde 1971. La nación norteamericana ha pasado de sacudirse el chantaje de los países árabes a ser un productor neto de petróleo.

Claudia Luna Palencia

Journalist Economist Writer
Correspondent in Spain Revista Vértigo