De acuerdo con el informe sobre el estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) 2023 es  hasta el momento el año más caluroso jamás registrado en la historia de la humanidad. Y,2024, podría este verano superar dicha marca.

Antonio Guterres, titular de la ONU, sigue insistiendo en que nos aguarda la devastación a los seres humanos: los datos del clima mostraron  un calentamiento global de 1.4 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales impulsados sobre todo por el continuo aumento de las emisiones de carbono procedentes de la quema de combustibles fósiles y por el regreso del patrón climático de El Niño.

Ya el año pasado, Guterres declaró que 2024 podría ser otro año récord en el que las temperaturas promedio nuevamente sigan subiendo y vayan camino de acercarse, todavía más, al límite acordado internacionalmente de  1.5 grados centígrados, como línea roja intraspasable.

Los fenómenos meteorológicos extremos están destruyendo vidas y medios de subsistencia a diario, lo que subraya la necesidad imperiosa de garantizar que todas las personas estén protegidas por los servicios de alerta temprana. No podemos volver al clima del siglo XX, pero debemos actuar ahora para limitar los riesgos de un clima cada vez más inhóspito en este siglo y en los venideros.

          De acuerdo con un estudio elaborado por Global Carbon Project,  el total de CO2 emitido a la atmósfera, lejos de reducirse,  tuvo  un nuevo récord el año pasado, con 40 mil 900 millones de toneladas.

          En este documento, queda al descubierto que las políticas de descarbonización no son homogéneas a nivel global porque el grado de compromiso adquirido depende de cambios en las políticas públicas y del financiamiento a la transición ecológica.  Así, mientras Europa y Estados Unidos,  presentan reducciones en sus emisiones fósiles, en general están aumentando en el mundo.

          La descarbonización no va con la rapidez deseada y el propio titular de la ONU sigue remarcando que hay que sustituir a los combustibles fósiles de manera urgente.

De acuerdo con el informe referido, las emisiones de CO2 en 2023 aumentaron en India (8.2%) y China (4%)  y en cambio, bajaron en Estados Unidos (-3%); también en la Unión Europea (-7.4%) y en otros países del mundo (-0.4%) pero la tendencia es alcista  principalmente en los  países más económicamente atrasados.

A COLACIÓN

          El pasado verano fue el más caluroso jamás registrado, incluso los países nórdicos que antes gozaban de temperaturas medias de entre 19 y 21 grados padecieron temperaturas cercanas a los treinta grados. Las regiones sur y fundamentalmente las ubicadas en la franja del Mediterráneo tuvieron más días promedios en que la temperatura superó los 40 grados centígrados. La sequía se agudizó en el hemisferio sur, no solo porque se profundizó la desertificación, también por la ausencia de lluvia.

Algunos de los peores calores extremos se sintieron en el sur de Europa y el norte de África en julio, donde los termómetros alcanzaron los 48.2 grados centígrados en Italia y los 50.4 grados centígrados en Marruecos.

Los incendios también se aceleraron a nivel mundial: la temporada de incendios forestales de Canadá quemó un área más de seis veces mayor de lo normal, lo que también causó una grave contaminación por humo en las áreas densamente pobladas del este de Canadá y el noreste de  Estados Unidos. El incendio forestal más mortífero del año fue el de Hawái, con al menos 99 muertos”.

          En el último quinquenio, la  ONU ha recurrido a un discurso apocalíptico para ver si los políticos y gobernantes reaccionan pero sigue siendo lenta la respuesta.

La paradoja es que, mientras se culpa  a las energías fósiles de buena parte del desastre medioambiental, el Pentágono sigue enviando miles de bombas a Israel y Corea del Norte lleva una larga carrera de lanzamiento y detonación de misiles balísticos de todo tipo de rango. Aunado a todas las bombas, misiles y cargas explosivas que han sido detonadas en la invasión de Ucrania.

Hace unos meses, el dictador ruso, Vladimir Putin, advirtió que su país regresará a los ensayos nucleares mientras el Pentágono realiza pruebas para  una nueva bomba nuclear  más potente que la de Hiroshima para la que ya busca financiación en el Congreso. El proyecto es para la bomba B61-13.

¿Acaso no contaminan las bombas, los misiles, las pruebas nucleares y misiles balísticos? ¿No causan un mayor deterioro de la capa de ozono y contribuyen al efecto invernadero?

El quid es: ¿Cuántas toneladas de carbono emiten los misiles que cruzan el cielo y caen sobre civiles inocentes, especialmente niños y mujeres hambrientas? Estoy convencida de que la guerra es altamente contaminante.

Claudia Luna Palencia

Journalist Economist Writer
Correspondent in Spain Revista Vértigo
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