El año pasado, los estados miembros de la Unión Europea (UE)  dieron su aprobación a un plan que requerirá que todos los autos nuevos vendidos en la UE sean vehículos de cero emisiones a partir del año 2035. Una cuarta parte de las emisiones del bloque provienen del sector del transporte y el 70% de eso es tráfico rodado.

El plan también requiere que, para el año 2030, las emisiones promedio de los automóviles nuevos disminuyan en un 55% y las emisiones promedio de las furgonetas nuevas disminuyan en un 50%, en comparación con las emisiones de los vehículos en 2021.

La UE es ambiciosa, al menos en cuanto a políticas verdes y pretende ser el primer continente climáticamente limpio y neutro para 2050. Todo un desafío para los tiempos que corren.

Se percibe además cierta premura, en aras de acelerar que las metas vayan cumpliéndose: por ejemplo, en Francia, desde el pasado 23 de mayo no vuelan más aviones para enlazar ciudades con trayectos cortos menores a las dos horas y media de duración. Se lo dejan al tren.

Tal parece que en los próximos años, el tren se convertirá no solo en Francia, sino en otros países, en una masiva opción de transporte que tenderá a sustituir a los aviones en las rutas más cercanas.

Hay plazos por cumplir en toda la UE, el primero que se avizora será en 2030. La UE se ha planteado como meta una reducción de las emisiones netas de al menos el 55% en comparación con los niveles de 1999; esto como antesala a la añorada neutralidad climática que significa cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050.

Para eso existe el Pacto Verde Europeo orientado a transformar a la UE en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos, más transparente y más competitiva.

Esta reconversión no está siendo ni fácil, ni barata. La Comisión Europea, junto con el Parlamento Europeo, sacaron adelante un Plan De Recuperación NextGenerationEU del que al menos un tercio de las inversiones de 1.8 billones de euros, junto con el presupuesto de siete años de la UE, estarán destinados a financiar el Pacto Verde Europeo.

A COLACIÓN

El documento es un plan de cambio transformador que compromete a los veintisiete países miembros de la UE a cumplir un calendario de reducción de emisiones  contaminantes en el transporte, así como en la construcción, que deberán ser sostenibles.

En el transporte,  la hoja de ruta pasa por un transporte “limpio, accesible y asequible” incluso en las localidades más lejanas. Para conseguirlo van dándose pasos para acelerar la reconversión eléctrica y a favor del hidrógeno verde en cuanto al uso de combustibles.

La industria aeronáutica está dejando atrás  sus mejores décadas, en parte su flota se ve amenazada por las propias políticas verdes, que terminará desplazada  en los destinos cortos y persistirá solo para las distancias largas.

La propia Agencia Europea del Medio Ambiente señala que en cuanto a emisiones de los medios de transporte y su capacidad contaminante en Europa, la aviación genera el 0.4% de las emisiones de CO2; en cambio, los trenes solo el 0.1% y el transporte mediante automóviles es responsable del 20.5 por ciento.

A nivel mundial, la industria de la aviación emite el 5% de la contaminación: “El avión es el medio de transporte que más contamina con 285 gramos de CO2 por kilómetro y pasajero. Un avión que recorra la distancia de ida y vuelta de Madrid a Nueva York emite entre 2 y 3 toneladas de  CO2 por pasajero. En un día se producen millones de desplazamientos en avión en el mundo, por lo que las grandes cantidades de emisiones de un avión se multiplican por millones”.

El futuro inmediato en la UE pasa por continuar la senda de Francia en cuanto a suspender los vuelos cortos para privilegiar las rutas cortas por tren; antes de diez años, el territorio europeo podría quedar vertebrado totalmente por vía férrea con trenes convencionales y de alta velocidad. Francia y España están por resucitar sus conexiones ferroviarias desde Madrid, hasta París, haciendo varias escalas.

La Comisión Europea también propone una tarificación del carbono para el sector de la aviación, que hasta ahora se beneficiaba de una excepción. También propone promover combustibles de aviación sostenibles, con la obligación de que los aviones adopten combustibles mezclados sostenibles para todas las salidas de los aeropuertos de la UE.