Dos años después de la invasión de Ucrania, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha recibido sendos cuestionamientos como órgano garante de la paz global.
Lo más polémico tiene que ver con el tema de los vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU que son utilizados a conveniencia de las potencias. Al respecto, hablé con Javier Jiménez Olmos, miembro del Observatorio para la Paz de Zaragoza, y de acuerdo con su opinión todo esto viene provocando que, en un caso y en otro, no se lleven a cabo resoluciones contundentes.
“En el caso de Ucrania contra el agresor ruso; y en el segundo caso, contra la respuesta desproporcionada y contraria a los derechos humanos que está teniendo lugar en Gaza”, de acuerdo con el experto.
Olmos, especializado en paz, me comentó que el conflicto de Ucrania y el conflicto de Gaza, lo único que hacen es incrementar la venta de armamentos: “No hay nada más que comprobar cómo las grandes empresas de armamentos de Estados Unidos y Alemania siguen teniendo unos ingresos desorbitados. Para solucionar un conflicto, en lugar de hablar de paz e instar al diálogo entre las partes y hacer mediación, lo que se hace es proporcionar más armamento”.
Para este asesor español en temas internacionales, la ONU está teniendo un papel prácticamente inoperante e irrelevante: “No por culpa de las Naciones Unidas, sino por el modo que se tiene de concebir a esta organización en cuanto al derecho de veto”.
En los últimos quinquenios, el papel de la ONU viene siendo bastante cuestionado, como prueba fehaciente de que este organismo multilateral debe ser reformado, reorganizado su sistema de vetos y actualizado conforme las circunstancias así como amenazas presentes y futuras.
A COLACIÓN
Han pasado dos años de la invasión de Rusia a Ucrania y la resistencia de los ucranios ha marcado a toda una generación que ha debido tomar las armas para defender la existencia de su patria ante el invasor. Desde el 24 de febrero de 2022, ni Ucrania es la misma, pero tampoco el equilibrio de fuerzas a nivel global.
De acuerdo con la Casa Blanca, Ucrania ha inutilizado un tercio de la flota rusa del Mar Negro; el recuento incluye veinticinco barcos y un submarino, algunos se han hundido y otros han quedado inservibles.
A la fecha, la resistencia ucrania sigue liderada por el presidente Volodomír Zelenski cuya figura ha logrado una trascendencia global al convertirse (sin desearlo) en el protagonista de la lucha por repeler a las fuerzas invasoras. Mientras, la figura antagonista del dictador ruso, Vladimir Putin, se ha visto acorralada incluso por la decisión de la Corte Penal Internacional que ha girado una orden de detención contra el gobernante ruso.
En marzo del año pasado, la Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte Penal Internacional (CPI), respaldada por la ONU emitió una orden de detención contra Putin, por su responsabilidad con presuntos crímenes de guerra relacionados con la deportación y el traslado ilegal de niños de Ucrania hacia territorio ruso. Niños que se encuentran en paradero desconocido y sustraídos de sus familias ucranias.
Las consecuencias de la invasión también son económicas: el PIB de Ucrania cayó 35% el primer año de la invasión y otro 38% el segundo año. Esencialmente ha logrado mantenerse a flote por el dinero inyectado desde Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la propia Unión Europea (UE). Un paquete que en conjunto supera los 168 mil millones de dólares, la mayoría utilizados para el sector público y otra parte para pagar el despliegue de las tropas, comprar municiones y el programa de reclutamiento de hombres que viven bajo una ley que prohíbe que todo varón mayor de 18 años abandone el país.
Luego está la economía rusa, a la que Occidente primordialmente Estados Unidos y la UE, pretendieron hundir para crearle a Putin una intensa presión social interna.
Al inicio de la invasión, Washington y sus aliados, impusieron varios paquetes de sanciones sin precedentes a Moscú, algunas instituciones internacionales pronosticaban entonces caídas del PIB ruso, del 8.5% al 10 por ciento.
No obstante, la economía rusa aguantó el golpe y restringió el deterioro de la economía mientras el resto de los indicadores macroeconómicos también soportaron mejor de lo esperado el declive.
En el primer año de la invasión, la economía rusa a pesar de todas las sanciones y el boicot energético, cayó 1.2% en 2022 y el año pasado, creció 3 por ciento; para 2024, se estima que crecerá 2.4 por ciento. Los propósitos iniciales y las intenciones de Estados Unidos y de sus socios para crearle un socavón económico a Rusia con las sanciones y el boicot energético no ha sido tal. Más afectación están teniendo las economías de la UE que decidieron darse un tiro en el pie con tantas sanciones y el veto energético a Rusia para mostrar dignidad y solidaridad ante Ucrania.