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Todas las profesiones tienen sus pecados capitales, los economistas a pesar de la tarea fundamental y delicada para con la sociedad, muchas veces  olvidamos la realidad para sucumbir ante el mundo de los números y modelos econométricos.

 La Ciencia Económica es una de las más apasionantes, desafortunadamente sus resultados distan mucho de brindar todas las satisfacciones que los seres humanos deseamos y esperamos.

 El peligro estriba en olvidar cómo resolver los problemas más humanos de una cotidianidad marcada por una serie de relaciones económicas.

 Todavía recuerdo que siendo becaria estudiante ingresé a Banco de México, cursaba el tercer semestre de Economía, y me bastó con una semana en Investigaciones Económicas al frente entonces de Agustín Carstens, para darme cuenta que yo no pertenecía a una área donde la realidad quedaba diluida en números. Entonces opté por la Gerencia de Sistema Financiero con José Ramón Palencia.

 Dentro de Banco de México, la carrera de Carstens fue impecable a pesar de su carácter y sus posiciones dogmáticas.  Para muchos fue una sorpresa su salida hacia el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1999 para ocupar el cargo de director Ejecutivo; después fue subdirector Gerente y en 2006 , el presidente electo Felipe Calderón lo nombró titular de Hacienda.

 A partir del 1 de enero de 2010  Carstens regresó al Banco de México, la institución que lo formó, capacitó en distintas áreas y vio crecer para ubicarse como gobernador de la Junta de Gobierno.

 Y con apenas un año y cuatro meses en su nuevo cargo, él se propone (junto con el aval de Presidencia) para dirigir el FMI, con una prisa denodada y de súbita relevancia presenta su candidatura para el organismo internacional tras la bochornosa renuncia del francés Dominique Strauss-Kahn.

 ¿Por qué tanta premura por irse de México? ¿Qué no lo interesa al presidente Calderón conservar en el país a tan distinguido y eficaz economista en tiempos además en los que electoralmente el PAN desea presumir inflaciones bajas y reservas altas?

 Si Carstens es anunciado por el gobierno mexicano como un profesionista de tan altos méritos, no puede dejarlo ir, menos después de los cambios que él mismo implementó en la Junta de Gobierno, tras formar su equipo y hacer subgobernadores a sus amigos. Cuando apenas  están  entendiéndose, resulta que su jefe máximo quiere irse al extranjero.
 Lo que más llama la atención es por qué Calderón quiere librarse de él. Tampoco podemos dejar de mencionar la poca fidelidad de Carstens quien siempre soñó con dirigir el Banco de México y lo toma ahora como una plataforma a la que desdeña con tal de irse fuera del país.
A COLACIÓN
 El tiempo le ha dado a Carstens bastante experiencia profesional, un currículo de primer nivel, sin embargo, cuáles son sus logros, no me viene a la memoria ninguno ni dentro de Banco de México, ni al frente de Hacienda, ni por su paso por el FMI.
 Todavía recuerdo las áridas comparecencias de Carstens con los diputados y la Comisión de Hacienda, los bostezos al escucharlo eran inminentes mientras él hablaba de un país trazado desde la silla más cómoda de su despacho.
 Parece cosa del pasado: Carstens está de campaña internacional para lograr su propósito, por lo pronto abandona Banco de México para ir de gira por distintos países de América Latina, Europa y Asia, en una promoción que indignamente es cubierta con los viáticos de Banco de México.  ¡Eso es amor a la camiseta!
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