.En mi última entrega editorial, me permití desglosar algunas inconsistencias o confusiones que detecté en la famosa encuesta o concurso de popularidad entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. El ejercicio me pareció precipitado, y en mi pronóstico proyecté un virtual resquebrajamiento de la izquierda mexicana relacionado con el conflicto ideológico que ha caracterizado su comportamiento en los últimos años. Reconozco mi tono fatalista al respecto, y sin lugar a dudas, como ciudadana, aprecio el gesto de unidad democrática con el que aparentemente se resolvió el dramático asunto.

Ahora bien, ya definido el rumbo de la izquierda con Andrés Manuel López Obrador como virtual candidato, me parece importante destacar que gran parte de su impulso proviene del cambio en su discurso. En los últimos meses presenciamos este viraje, un AMLO abierto y receptivo con los empresarios, moderado en su primera visita a Estados Unidos (en la anterior campaña en 2006 presumió no tener pasaporte), incluyente con el movimiento progresista de Marcelo Ebrard, y nada rencoroso al ofrecer un “borrón y cuenta nueva” a Felipe Calderón.

Un personaje aparentemente renovado que promueve la construcción de una “República Amorosa”, sugiriendo un cambio de estrategia que para nada es casualidad.

En la última década, los “gurús” del marketing político en Latinoamérica han asesorado a varios de sus clientes (candidatos de izquierda) en cuestiones de imagen, y entre las principales acciones se encuentran: moderación política, suavizar el discurso, privilegiar el diálogo (por lo menos en campaña), apostar por la reconciliación, y principalmente abandonar la confrontación y el tono radical.

Una fórmula exitosa probada en los casos del ex presidente brasileño Lula da Silva, el actual presidente de Perú Ollanta Humala, y José Mujica presidente de Uruguay.

Por lo menos en los casos de Perú y Brasil, la experiencia de proyectar “paz y amor” ha dado resultado, aún cuando los candidatos tenían antecedentes agresivos y tonos radicales.

En 2002, Lula triunfó en las elecciones con la campaña “Lulinha Paz y Amor”, donde se desmarcaba de grupos radicales y asumía una posición integral y tolerante. Lula, quien había competido cuatro veces sin éxito por la presidencia, decidió cambiar el rumbo, se acercó a los empresarios e intelectuales, incluyó diversas voces a su proyecto, se forjó un camino menos polémico como estandarte electoral, y triunfó.

En 2011, durante la campaña, Ollanta Humalla se moderó, se distanció de Hugo Chávez, se acercó a Lula, sumó apoyos de intelectuales como Mario Vargas Llosa, reiteró muchas veces la voluntad de conciliar ideas y privilegiar la libertad, hizo un llamado a la unidad política, se apropió de la estrategia brasileña “Paz y amor”, proyectó una visión de conjunto y triunfó.

Salvaguardando las diferencias de contexto entre los países, es evidente que la nueva actitud de AMLO está  manejada por los finos hilos del marketing político, acciones que deben estar acompañadas de voluntad, sentido común y propuesta del candidato para cristalizar en triunfo. Esta técnica responde principalmente a los huecos que provoca la poca fe y el hartazgo de la sociedad con sus políticos. Es pronto para evaluar la estrategia ya que falta mucho por recorrer, sin embargo, la apuesta de AMLOVE está en la mesa, ya veremos si funciona.

Publicado en la Revista Gurú Político (http://www.gurupolitico.com)  y reproducido con la autorización de su Director