LA ALEGRÍA DE VIVIR

(Vivir es renacerse cada día, es hacerse y rehacerse a los aconteceres del tiempo, es buscarse y hallarse haciendo familia, construyendo y reconstruyendo vínculos; que es lo que nos insta a gozar, donándonos)

I.- LA ETERNA NOVEDAD DE CADA DÍA

Cada amanecer es un nuevo recomenzar,

sabiendo que no hay comienzo sin final,

como tampoco hay despertar sin sueño,

ni ensueño sin haber vivido el mañana,

pues en cada aurora florece la sorpresa.

Hay que saber adentrarse en uno mismo,

dejarse asombrar por la invención diaria,

reinventarse para no envejecer en vida,

con esa constante creatividad armónica,

que nos permite conservar el regocijo.

Esta convicción de viajero en búsqueda,

nos pide despojarnos de toda materia,

pero al mismo tiempo nos ofrece todo,

para hacer brotar nuestro gozo de ser:

esencia del Creador, sustancia perpetua.

II.- UN CORAZÓN SATISFECHO NOS ENTUSIASMA LA VIDA

Tan hermoso como desvivirse por vivir,

es empezar siempre, en cada instante,

con una sonrisa en los labios del alma,

para quitarnos la tristeza en la mirada,

y reponer la dicha de un corazón vivo.

El sosiego que comparece de la euforia,

de la placidez de que Jesús nos conduce,

con la seguridad en Dios que nos estima,

lo que hace es reavivarnos el semblante,

colmarnos de júbilo y calmarnos de paz.

Ahí está lo que el Señor nos dio y donó,

regenerarnos mar adentro y aguas afuera,

proveernos de un gran espíritu inquieto,

que un níveo corazón nutrido en bondad,

ve una luz por doquier al son del aleluya.

III.- LLAMADOS A ENGENDRAR LA FELICIDAD AQUÍ ABAJO

Tomar conciencia de la ciencia del bien,

llevarla a efecto con el afecto de ser feliz,

transferirla por los rincones de la tierra,

hasta propagar el bienestar que da legarse,

porque sin él, toda existencia es baldía.

Necesitamos engendrar otras atmósferas,

liberarnos y creernos poetas en guardia,

en servicio asentado con el vocablo justo,

pues la vida no es nada más que asistir,

cuidar para que responda la docta alegría.

No tendremos la satisfacción del deber,

si nos dejamos llevar por la indiferencia,

y el deseo de poseer y no cederse al otro,

al culto del abrazo y al cultivo del amor,

que es la gloria que está en nuestro origen.

Víctor Corcoba Herrero

[email protected]

13 de noviembre de 2021.-