.Razones
•    Peña, bienvenido a la campaña
-Jorge Fernández Menéndez-
EXCÉLSIOR

Este fin de semana debe haber sido de los más difíciles en mucho tiempo para Enrique Peña, en términos políticos e incluso familiares.
El jueves debió opacar la toma de posesión de Rubén Moreira en Coahuila (esa era la intención) anunciando que en las próximas horas su hermano Humberto dejaría la presidencia nacional del PRI.
El viernes tuvo que observar que el relevo de Moreira en el partido tuviera mucha más rispidez de la esperada, sobre todo a la hora de definir quién se quedaría en la presidencia priista.
Y finalmente tuvo que aceptar que no llegara uno de sus hombres más cercanos, como Miguel Osorio Chong, sino Pedro Joaquín Coldwell, un priista respetable, con experiencia y buen nombre, pero que se maneja con institucionalidad.
Lo más difícil para Peña Nieto es que, verdad o mentira, fue visto como una designación que se le impuso y que le abría espacios en la dirigencia del partido a Manlio Fabio Beltrones y a otros grupos (incluido Pedro Joaquín) disgustados con los acuerdos que se habían realizado con el Verde y Nueva Alianza.
Y éstos comenzaron a poner en duda la coalición que se había registrado apenas unos días atrás.

Le esperaba a Enrique una cita que tendría que haber sido mucho más agradable: la presentación de su libro en la Feria de Guadalajara. Pero las cosas también se complicaron en el punto que tendría que haber sido el más sencillo: la pregunta sobre cuáles eran sus libros preferidos.
Sin duda Peña Nieto se equivocó y se hizo bolas, para decirlo suavemente, con la respuesta a una pregunta para la cual, evidentemente, no estaba preparado.
Pero lo increíble, y lo que tendría que preocupar al candidato y a su equipo de campaña, es que esa respuesta no estuviera preparada desde mucho antes.
Si un político va a la FIL de Guadalajara a presentar un libro le pueden preguntar muchas cosas, pero lo que seguro le preguntarán cuáles son sus libros preferidos.

En las primeras horas, la equivocación no tuvo demasiada repercusión en los medios, pero el tema creció como la espuma en las redes sociales hasta obligar a una respuesta de Enrique.
Y cuando todo parecía volver a la normalidad, aparece un retweet de su hija Paulina, acusando de “pendejos” a toda “la prole” que criticaba a Enrique, por “envidia”.
Y tuvo que venir una nueva disculpa del candidato.
Lo único en esas horas que lo debe haber consolado es que, en plena crítica, Ernesto Cordero también se equivocó del nombre de su autora preferida: a Laura Restrepo la bautizó como Isabel.

Hay muchas lecciones en un episodio que pudiera quedar simplemente para el anecdotario.
Primero, volver a insistir en que nada está definido para nadie en 2012. Que en una campaña electoral un mal paso puede cambiar muchas cosas.
Le ocurrió tanto a Labastida en 2000 como a López Obrador en 2006, cuando el “cállate, chachalaca”, fue la cereza que coronó el pastel de múltiples errores.
Antes, la soberbia le había costado la precandidatura a Arturo Montiel y esa misma soberbia llevó a que Madrazo fuera el candidato del PRI y el que tuviera la peor votación de la historia de ese partido, apenas 23 por ciento.

Segundo, que se puede entender que un candidato no tiene por qué saber de todo (la misma pregunta que le hicieron a Enrique Peña se la hice en su momento a Vicente Fox, y me dijo que su libro preferido era Como gané mi primer millón de dólares, de Og Mandino), pero sí tiene que estar preparado para todo: un candidato como Peña no puede ir a la Feria de Guadalajara sin estar preparado para decir cuáles son sus libros preferidos, como no puede ir a la Bolsa sin tener una opinión clara sobre cómo se deben manejar los mercados financieros.

Tercero. Sin duda le ha funcionado a Enrique tener una familia muy mediática, pero esa misma exposición de su familia a los medios se puede tornar (deberíamos decir que inevitablemente se va a tornar) en una carga con el paso del tiempo.

Siempre he pensado que la exposición mediática excesiva de los políticos, y más aún de sus familiares, se suele convertir más en un lastre que en un beneficio.

Un político priista con enorme experiencia me decía en días pasados que uno, por más poderoso que sea, no controla a su familia.

Y mucho menos, agreguemos nosotros, a hijos adolescentes, que por otra parte tienen todo el derecho de seguir siéndolo.
Esas lecciones están más que bien contadas en La silla del aguila, de Fuentes, y en el Siglo de caudillos, de Krauze.
¿Y, por qué no?
También en Los arrebatos carnales, de mi amigo Francisco Martín Moreno.
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En privado
•    El Stalingrado de Ebrard
-Joaquín López Dóriga-

A veces prefiero el misterio de la duda. Florestán
Una vez que PRI y PRD han resuelto el tema de su respectivo candidato presidencial, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, han iniciado el del Gobierno del Distrito Federal, territorio perredista desde que se abrió al proceso electoral en 1997.
El PRD debe tener claro que, a diferencia de otros procesos, la Ciudad de México ya no la gana con cualquiera, como decían en los previos de 1997.
Ahora la situación electoral ha cambiado y en 2012 el del PRI tendrá a su favor el efecto Peña, como Santiago Creel tuvo en 2000 el factor Fox, que lo hizo quedarse a sólo 3 puntos de López Obrador, y Marcelo Ebrard, en 2006, sumara el de AMLO.
Hoy el panorama más claro, lo que no quiere decir que sea sinónimo de victoria electoral, está en el PRI, con Beatriz Paredes como precandidata única, tras la derrota de hace cinco años.
Esta vez el priismo le apuesta a los votos que obtuvo entonces, más lo que le aporte ahora el factor Peña, lo que no garantiza el triunfo, pero la convierte en una candidata más competitiva.
Lo único claro en el PRD es que el candidato será de Marcelo Ebrard, según compromiso público con AMLO.
Y aunque la lista es larga, Mario Delgado, Miguel Ángel Mancera, Alejandra Barrales, Carlos Navarrete, Ricardo Monreal y Porfirio Muñoz Ledo, esta es una final entre Delgado y Mancera, lo que decidirá el propio Ebrard mirando siempre en la garantía del triunfo, prioridad del jefe de Gobierno.
Y en el PAN están tan desconfiados en los suyos, José Luis Luege, Gabriela Cuevas, Carlos Orvañanos, Mariana Gómez del Campo, que han creado el espacio para que Demetrio Sodi se vuelva a colar, tras la derrota de hace seis años, pero ahora como panista.
Además, mientras no resuelvan el tema de su candidato presidencial, el 15 de febrero, no abrirán el de la Ciudad de México.
El que se la juega es Ebrard, que ha convertido al Distrito Federal en su Stalingrado, sitio que no piensa ceder ni perder, aunque él haga un año, o más, sabático.
Retales
1. CAMPAÑA. Luis Videgaray será el jefe de la campaña de Enrique Peña Nieto.
Miguel Osorio Chong será el hombre de Peña Nieto en el PRI, que a partir del jueves presidirá Pedro Joaquín Coldwell.
Cristina Díaz regresará a la secretaría general;
2. CAMACHO. No hay espacio para comprar el que Manuel Camacho Solís, ex regente capitalino, vaya a ser candidato de izquierda al Gobierno del Distrito Federal; y
3. ESTELA. Si los actuales constructores de la Estela de Babel han decidido demandar al arquitecto César Pérez Becerril, cuyo proyecto ganó vía concurso, que empiecen por las autoridades del gobierno federal que aprobaron y autorizaron su construcción, que ha costado al erario 700 millones de pesos más del costo original y 16 meses de atraso.
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La Historia en Breve
•    “Soy culto a pesar de mí mismo”
-Ciro Gómez Leyva-

Coincido con Jesús Silva-Herzog Márquez en que lo inquietante de los errores de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara no es que lea poco y mal, sino que haya sido incapaz de activar las neuronas ante el imprevisto.
Dicho lo anterior, prefiero ponerme del lado de quienes son pillados fuera de una bibliografía.
Me resulta insoportable el esnobismo que se burla del incapaz de citar de bote pronto un título, autor.
Y ya me tocó padecer a un presidente culto que acompañaba sus decisiones con frases que iban de Séneca y el “México tiene puertos de destino”, a “defenderé el peso como un perro”.
Daba lo mismo.
He tratado a tres generaciones de políticos y dudo que más de un puñado haya leído, en serio, un par de novelas de Fuentes o Vargas Llosa.
Calculo que hoy no debe haber otro puñado que haya leído a nuestros compañeros de páginas Cristina Rivera Garza, David Toscana, Xavier Velasco.
Por no hablar de autores extranjeros, como Jonathan Franzen, Ian McEwan, Ricardo Piglia.
De La educación sentimental, de Flaubert, mejor ni hablamos.
Creo, además, que a un amante de la lectura no le va en juego la vida si el otro (vecino, gobernante) es un bruto.
La lectura es placer, intimidad.
Lo escribió con humor Bohumil Hrabal en el maravilloso arranque de Una soledad demasiado ruidosa:
“Los libros me han enseñado, y de ellos he aprendido, que el cielo no es humano en absoluto y que un hombre que piensa tampoco lo es (…)
Soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí y cuáles he adquirido leyendo”.
Así que José Luis Borgues se puede ir mucho al carajo.

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Política cero
•    No soy prole, por ti seré
-Jairo Calixto Albarran-

Como no soy jarrito de Tlaquepaque ni profesional del resentimiento social, acepto las disculpas de la hija de Peña Nieto, quien, en colusión con su novio, vía Twitter se refirió de manera despectiva a los críticos de su padre llamándolos “pendejos” y “vulgar prole”.
Además, no me considero propiamente dicho parte del proletariado sin cabeza, sino más bien participante de lo que viene siendo el ejército laboral de reserva.
Pobre criatura, con el linchamiento colectivo de que fue víctima su padre por confundir la literatura con el amanecer agropecuario, era lógico que reaccionara así; de la misma manera en que era predecible que, en su afán por hacer escarnio de la Peña ajena, Ernesto Cordero saliera con su batea de babas al equivocarse también en un tema literario.
Y lo mejor es que explicara el dislate alegando que era muy temprano.
O sea.
Es interesante que lo que no logró el caso Paulette ni los 6 mil pesos mensuales —es decir, poner a parir chayotes a quienes los enarbolaron— lo estén logrando los libros.
Algo de suyo inofensivo, poco reconocido, prácticamente en olvido, de pronto se convierta en kriptonita para los ídolos de barro de la política nacional.
Desde ahora ha quedado claro que si se quiere hacer tambalear a un político, no hay que sacarle sus trapitos al sol ni cuestionarle sobre lo que ha robado ni lo que ha traficado en materia de influencias; basta con hacerle tres preguntas literarias del tipo “Cómo se llaman los 16 aurelianos”, “De qué color es Moby Dick, la ballena blanca” o “En El Principito quién dice aquello de ‘Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos’” y comenzarán a desmoronarse.
Ahora mismo imagino a un altísimo porcentaje de la zoología nada fantástica de la real politik mexicana, tomando clases al vapor de literatura portátil.
Hoy, el aspirante invicto que se vanagloriaba de su triunfo inatacable, es visto en toda su frágil dimensión por su falta de empaque cultura y nula capacidad de respuesta.
En su lugar, Moreira se la hubiera sacado poniéndose a bailar el chúntaro style. Imaginemos al Dorian Gel en una encrucijada perrona, experimentando uno más de sus clásicos lapsus foxianos.
Está el asunto tan chafa, que extrañamos a Jolopo que al menos se asomaba al espejo de Tezcatlipoca.
Como quiera que sea, ¿por qué jode tanto que una quinceañera, que ha vivido en un mundo de caramelo, nos vea con asquito por ser de la prole?
Más miedo da que a Jelipillo le dio por ser poeta en la narcoguerra:
“Hemos tenido que luchar contra las pesadas piedra de la duda”.
Me alegra que los libros vuelvan a ser peligrosos para el sistema.
I FIL good
Clase Política
•    Peña y los informes de NYT
-Miguel Ángel Rivera-

Más allá de rechazos y posiciones duras, no ha habido, no se observa el ánimo de Estados Unidos en colaborar para lograr la mayor eficacia en mantener fronteras seguras, dijo el precandidato presidencial único del PRI, Enrique Peña Nieto, al comentar los informes de The New York Times respecto de que el gobierno estadunidense no sólo permitió el ingreso ilegal de armas a México, sino que además autorizó el lavado de dinero de narcotraficantes.
En entrevista con el diario español El País, el ex gobernador del estado de México pidió al presidente Felipe Calderón transitar en los hechos a otro tipo de acciones que den mejores resultados.
La cosecha
Las empresas Iusacell y Nextel informaron que dejaron atrás sus diferencias y retiraron demandas judiciales, para impulsar la competencia en beneficio de los usuarios.
Ambas empresas coinciden en que la industria de telecomunicaciones y los consumidores requieren mejores servicios y precios más competitivos. Ambas partes reconocieron que el acuerdo fue posible por los buenos oficios del secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez Jácome, quien se comprometió a promover reglas parejas y terminar con la discrecionalidad y los abusos en el mercado de discreción telecomunicaciones.
Controvertido y supuestamente a punto de dejar el cargo para convertirse en candidato del PAN a senador, el secretario del Trabajo, Javier Lozano, formuló un reconocimiento al actual gobernador del estado de México, Eruviel Ávila Villegas, debido a que en los dos últimos meses se han creado más empleos y la tasa de desocupación ha bajado en esa entidad por encima de la media nacional.
Al destacar la conveniencia de la dirigencia del PAN organice más debates entre sus precandidatos presidenciales, el ex secretario de Hacienda Ernesto Cordero destacó que el sábado anterior, su equipo hizo la tercera entrega de las firmas de apoyo a su proyecto y hoy presentará otro paquete de más de 25 mil firmas para llegar a un total de más de 90 mil.
Mientras el procurador de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, confirmó que aspira a ser candidato al gobierno capitalino, la empresa Procéntrhico dio a conocer una encuesta según la cual el secretario de Educación, Mario Delgado, se ubica en primer sitio en las preferencias, con 34 por ciento.
Como su principal adversaria aparece la priista Beatriz Paredes, quien ayer confirmó su interés por competir por el gobierno capitalino, luego de recibir el respaldo del sector popular de su partido, encabezado por Emilio Gamboa Patrón, en un acto en el cual el ex líder de la Cámara de Diputados Guillermo Jiménez Morales fue confirmado delegado de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares.
Como médico sé lo que vive la gente. Como ser humano vivo lo que sienten, dijo Luis Felipe Graham al anunciar que presentó su renuncia como secretario de Salud de Tabasco para buscar ser candidato del PRI al gobierno estatal.
Astillero
•    Resbalones
•    Islas perdidas
•    Concursante Cordero
•    Soy Prole
-Julio Hernández López-

Exitoso practicante del insólito método de angustiada promoción personal mediante la emisión de frases memorables por torpeza e insensatez (la de mayor impacto fue la de la vida casi en rosa mediante 6 mil pesos mensuales), el rezagado panista Ernesto Cordero quiso ganar algo de relevancia metiéndose ayer en el torbellino de críticas generado por Enrique Peña Nieto luego de la magistral conferencia sobre su propia ignorancia que había presentado en la Feria Internacional del Libro el sábado anterior.
Tratando de demostrar que él no es iletrado, habló de sus incursiones recientes en el mundo de la literatura citando La isla de la pasión, que fue escrita por la colombiana Laura Restrepo, autora también de Delirio y Dulce Compañía, entre otras obras.
Pero, ¡oh, error!, a pesar de que se suponía que iba bien preparado para la pregunta de moda sobre los tres autores que marcan vidas, el siempre sorprendente Ernesto Cordero cambió el nombre a Laura y la denominó Isabel, no se sabe si en recuerdo de la chilena Allende o de la artista plástica también colombiana que sí se llama Isabel Restrepo.
Luego de corregir el error, añadió horas más tarde otras líneas a su colección de palabrería en busca de indulgencia:
Hay de resbalones a resbalones, dijo en busca de contrastar su pifia menor con las monumentales del priista literaria y políticamente descopetado.
Sin embargo, deseoso de mostrarse como presunto poseedor de credencial de lector, Cordero citó como textos de su preferencia algunos que parecieran ser dignos de adaptación a la dolorosa realidad actual.
En Clipperton, como también era llamada la Isla de la Pasión sobre la que escribió la colombiana que tanto conoce y ama de México, se vivió la tragedia del olvido del joven oficial veracruzano Ramón Arnaud, su familia y varios hombres destacados con él, en la última hora del porfirismo deseoso de impedir que Francia se apropiara del perdido y abandonado lugar.
Arnaud fue nombrado gobernador de aquel atolón perdido, pletórico de guano y productor de ninguna otra cosa, adonde llegó con su joven y educada mujer, que creía encaminarse a ser una glamorosa primera dama y terminó en un horror, descrito por Laura Restrepo, mientras el país cruzaba con penuria el adiós a Porfirio Díaz, la Revolución y los primeros años en busca de estabilización.
También hacen guiños sugestivos los otros títulos escogidos por el concursante Cordero: Rebelión en la granja, de George Orwell, la sátira sobre tendencias dictatoriales que probablemente el ex secretario de Hacienda atribuye al priísmo septuagenario y a las opciones de izquierda, pero que también puede ser asignada al calderonismo armado que implacablemente ha ido imprimiendo una forma de control social mediante la guerra contra el narcotráfico y que incluso difunde como tesis oficial la posibilidad de que esa delincuencia desbordada afecte las elecciones del año entrante. Y, por último, casi como evocación y aspiración, el etéreo ex funcionario declaró su afinidad con Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
El promotor de la irrupción masiva de mexicanos en el mundo de los libros y su acomodo a las desgracias en curso, el olvidadizo Enrique Peña Nieto, no atinaba aún a zafarse de los efectos de sus revelaciones de vacuidad intelectual cuando ya levantaba vuelo otro escándalo, éste a cuenta de una de sus hijas que en Twitter relanzó de madrugada una frase redactada por alguien de su entorno (su novio, según distintas versiones), José Luis Torre, en la que se burlaba de los pendejos y la prole que sólo envidian a quien critican.
De allí surgió la etiqueta de Twitter #SoyProle, que se colocó con rapidez entre los temas más citados, mientras los dos jóvenes involucrados en el mensaje detonador abandonaban sus cuentas.
Peña Nieto, en un gesto digno de reconocimiento, salió al frente y señaló que el RT de su hija Paulina fue una reacción emotiva por mi error en la FIL.
Definitivamente fue un exceso y me disculpo públicamente por ello.
Además, aseguró que había hablado con sus hijos sobre el valor del respeto y la tolerancia, les reiteré que debemos escuchar y no ofender a los demás.
La propia involucrada, Paulina Peña, aceptó haber actuado mal y ofreció disculpas.
Ya a esas alturas poca atención merecía el esfuerzo del ex gobernador del estado de México por lamerse sus propias heridas. Había explicado que sí lee, pero ocasionalmente y conforme a las limitaciones que le imponen sus responsabilidades.
Pero una masa crítica de ciudadanos se había asomado ya a los entretelones de un poder político construido desde la virtualidad en el estado de México y ahora pretende, con esas mismas artes de la simulación y la apariencia, instalarse en la cúspide del país.
Atender las cualidades de los aspirantes a gobernar, y criticar y denunciar sus graves defectos evidentes, es una obligación cívica permanente pero que cobra especial importancia en estas circunstancias.
Los presidentes de México, y Felipe Calderón, que por tal se ha hecho pasar, multiplican en términos siquiátricos sus defectos, frustraciones, resentimientos y ambiciones al llegar a la plaza del faraonismo sexenal, de tal manera que esas cargas negativas, de ser detectadas a tiempo, deben ser exhibidas y valoradas, sobre todo en la ruta hacia las urnas.
Alguien que no lee por sistema, y ejerce un poder público, está explícitamente en desventaja para entender y atender los graves asuntos colectivos, así que no resultan menores ni inocuas las muestras de ignorancia aplastante aportadas en la FIL por quien encabeza los sondeos de opinión relacionados con julio de 2012.
Si para manejar un vehículo automotor se necesita licencia, para hacerlo con un país se necesitan facultades y aptitudes demostradas y no todo lo contrario.
Un político sin lecturas es un cascarón manipulable o una arbitrariedad latente, según las circunstancias.
Y, mientras Humberto Moreira ruega que surjan más escándalos que releguen lo de Coahuila, ¡hasta mañana, sin perder de vista la revelación del lavado de dinero, rápido y furioso, hecho por la DEA en acuerdo con cárteles mexicanos!
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Opinión
•    Los pobres, más pobres
-Pepe Grillo-

México tiene el segundo lugar en desigualdad de percepciones salariales sólo por debajo de Chile, dice un documento de la OCDE.

Explica que en México los ingresos de los más ricos son 26 veces superiores a los de los más pobres, y que en 25 años los ingresos reales crecieron 1.7 por ciento para el 10 por ciento de los nacionales más ricos.

Para el 10 por ciento de los pobres, sólo creció el 0.8 por ciento.

Baja poder adquisitivo

En los cinco años de gobierno de Felipe Calderón, el poder adquisitivo de los mexicanos cayó el 24 por ciento, dijo el Tec de Monterrey. Luis de la Cruz, señaló en un estudio que el ingreso laboral real de los trabajadores vino a la baja desde 2006.

Que creció 22 por ciento el porcentaje de personas con ingresos inferiores a la canasta básica.

Y preocupa que los desocupados aumentaran el 72 por ciento.

BGR, mejora la Lotería

Se equivocaron quienes decían que Benjamín González Roaro dejaría la dirección de la Lotería Nacional.

Margarita Zavala, presidenta del DIF Nacional asistió al acto del Sorteo Superior 2295 y destacó el crecimiento de la institución.

Agradeció la emisión del billete del Premio Nacional de Acción Voluntaria y Solidaria 2011 y elogió los logros de González Roaro.

Es en beneficio de la Asistencia Pública, y gracias a la gente comprometida con el servicio a otros, dijo.

El titular de Salud, Salomón Chertorivsky saludó a “mi amigo González Roaro” y reconoció su labor.

EPN, riesgo de cooperación

Enrique Peña Nieto pidió a Felipe Calderón pasar a acciones que den resultados en su “cooperación” con EU en lavado y narcotráfico.

Señaló la versión del New York Times, de que agentes de la DEA lavaron dinero aquí, “para ver cómo lo hacen los lavadores”.

Peña Nieto advirtió sobre el riesgo que no pase de rechazos y posiciones duras, y no haya ánimo en EU de corregirlas.

Actividades de agencias de EU en territorio nacional ponen en peligro la cooperación entre los dos países, y sería grave que resulte que “se operó en complicidad con el gobierno mexicano”, señaló.

Yo no fui… fue Teté…

El peje chocó fuerte con su “Movimiento Progresista”.
Rechazó haber pedido que la mitad del dinero de las Afores, se invierta en el sector energético.
“Eso es cosa de los partidos, no mía”, dijo y señaló que está en la plataforma de gobierno que se entrega al IFE.

Sus apoyadores temen que les batee todo su proyecto.

¿Y los federales?

Calderón dijo que la intervención del crimen organizado en procesos electorales, es palmaria y evidente.

Que la delincuencia es abierta y amenaza a la democracia en el país.

Pero si el ejemplo es Michoacán del 13 de noviembre, sería bueno saber qué hacían los federales mientras los narcos amagaban a los votantes.
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Interinato político
•    Manuel Bartlett, ¡ya es de izquierda!
-Ricardo Alemán-
EXCÉLSIOR

Seguramente muchos recuerdan que, en las elecciones presidenciales de 1988 —hace 23 años—, el secretario de Gobernación y presidente de la entonces Comisión Federal Electoral era el poderoso Manuel Bartlett.
Probablemente muchos se acuerden que, en esa elección de 1988, Manuel Bartlett fue el operador del proceso electoral presuntamente fraudulento que hizo presidente a Carlos Salinas y que le habría arrebatado la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, el líder de la naciente izquierda unificada en México.
Es posible que algunos ciudadanos y militantes de la vieja izquierda mexicana —corriente en franca extinción— guarden aún en la memoria el escándalo provocado por la “caída del sistema”; maniobra fraudulenta que, mediante las habilidades de Manuel Bartlett, impulsó el gobierno de Miguel de la Madrid.
Y también es probable que algunas de las mentes lúcidas de esa vieja izquierda recuerden que Manuel Bartlett fue el más acabado producto del viejo PRI de los años 70 y 80 del siglo pasado; de los gobiernos despóticos, nada democráticos, clientelares y represores.
Bueno, si existe alguien que se acuerde de todo lo anterior, seguramente llegará a la conclusión de que resultaría imposible —si no es que una burla para los cientos de ciudadanos que dieron la vida por las causas de la vieja izquierda mexicana— que ese político profesional llamado Manuel Bartlett, que toda su vida militó, sirvió y se sirvió del PRI, hoy sea parte del champurrado llamado “izquierda mexicana”.
Si entre los militantes del PRD, el PT y lo que queda de Convergencia existe una voz crítica, un político congruente, un militante honesto que respete la historia de lucha y de cientos de muertos, seguramente ese militante hoy estaría gritando en la plaza pública contra la incorporación de Manuel Bartlett a las listas de senadores plurinominales, por las llamadas izquierdas.
¿Y por qué sería la protesta?
Elemental, porque en su calidad de secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral —tiempos en que Bucareli era el centro del control político y la represión—, el señor Manuel Bartlett defraudó y combatió a la entonces naciente izquierda mexicana; la misma que hoy, 23 años después, le abre las puertas para continuar viviendo del presupuesto público.
¿Y por qué Manuel Bartlett no regresa a la política por la vía de una candidatura del PRI?
Porque en el PRI, el señor Manuel Bartlett ya no es visto como uno de los activos importantes del partido tricolor, sino como un desecho de ese viejo PRI; como uno de los mejores ejemplos del viejo partido que privilegió el autoritarismo, la antidemocracia, el clientelismo y, por supuesto, lo más cuestionable en democracia.
Pero lo más interesante es que Manuel Bartlett —junto con muchos otros que en su momento hicieron apología del PRI de Salinas— hoy será parte de las listas de candidatos a senadores y/o diputados por ese muégano poco o nada congruente que será la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Y es que, en efecto, cuando le preguntaron a Manuel Bartlett si dejaba el PRI, si se cambiaba de camiseta a la izquierda, si traicionaba al partido de sus amores y de toda la vida, sólo dijo que no, que a él lo había invitado Andrés Manuel a ser candidato a senador por Morena.
¿Y la izquierda, y los agravios, y los muertos de esa izquierda, y el fraude electoral de 1988, y los perseguidos, y la congruencia; y la verticalidad, y la doctrina?
Pues eso no le importa a nadie, y menos a López Obrador, quien por sus caprichos llevará como candidatos a diputados y/o senadores de la dizque izquierda progresista, a lo peor del PRI, como Manuel Bartlett.
Y quién le iba a decir al señor Bartlett que, 23 años después, pertenecería a esa izquierda que defraudó, que persiguió y a la que estigmatizó por defender banderas como las de “movimiento progresista”.
¿Qué tal?, hoy el señor Bartlett es de izquierda y se dice progresista.
¡Chulada de congruencia!
¿O no?
EN EL CAMINO
Por cierto, otra joya.
El coordinador de la campaña presidencial de AMLO se llama Ricardo Monreal, otro priista de toda la vida, ex salinista y acaso el más servil a los deseos del amo.
¿De verdad regresará lo peor del PRI con Peña Nieto?
Lo curioso es que a los incautos de la izquierda les vendieron el cuento de que la unidad del PRD, el PT y la ex Convergencia serían algo así como “una coalición”.
Los hechos terminarán por demostrar que con AMLO regresará lo peor del PRI y, claro, morirá la izquierda.
Y, si no, al tiempo.
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Juegos de Poder
•    Dos errores de Peña Nieto
-Leo Zuckermann-
EXCÉLSIOR

Humberto Moreira finalmente cayó.
Y ahora muchos dicen que fue un acierto de Peña Nieto que así fuera.
Yo, por el contrario, creo que se trató de un error.
No el que Moreira dejara la dirigencia nacional del PRI sino que, en primera instancia, Peña lo hubiera promovido para llegar a tal puesto.

Me explico.
Los políticos profesionales, antes de tomar una decisión de a quién van a nombrar para un puesto, deben someter al aspirante a un proceso de investigación.
El famoso vetting.
El concepto es muy importante: antes de designar a Fulanito a un puesto de gran importancia hay que indagar todos los posibles “esqueletos dentro del clóset” que tiene y que eventualmente puedan salir a la luz pública causando un desastre de proporciones mayores.

Sabemos que Peña Nieto fue el que apoyó a Moreira para llegar a la presidencia del PRI.
La pregunta es muy sencilla: ¿alguien del equipo de Peña hizo el vetting de Moreira?
Hay tres posibles respuestas:

1. No lo hicieron e igual apoyaron para que Moreira se convirtiera en dirigente nacional del PRI.

2. Lo hicieron, pero mal, de tal suerte que nunca se enteraron de la contratación multimillonaria de deuda en Coahuila presuntamente falsificando documentos.

3. Lo hicieron, sabían de la deuda del estado que gobernaba Moreira, pero consideraron que no era un tema que pudiera convertirse en escándalo.

Cualquiera de las respuestas, se trata de un error de Peña y su equipo.
No es posible que un político profesional como el ex gobernador del Edomex no haya realizado el vetting de Moreira o lo haya hecho mal o no haya medido las consecuencias.
A la postre, le costó una andanada de críticas en contra del presidente del partido.
Eventualmente tuvo que removerlo.
Se trata de un acierto el que lo haya destituido, pero dicho acierto es hijo de un error.

El otro error lo cometió Peña la semana pasada.
Ante una pregunta muy simple y predecible, sobre todo en una Feria del Libro, dio una respuesta lamentable.
Cuando le preguntaron los tres libros que lo han marcado, no supo qué contestar.
Vale la pena ver el video que circula en internet para observar cómo se fue enredando.
De pena ajena el laberinto que incluye olvidos, confusiones y tartamudeos.

Lo cual demuestra una verdad de Perogrullo: que Peña es humano y puede errar.
Y esa es precisamente la importancia de las campañas electorales: demostrar quién es quién en la competencia por el poder.

Cuando me preguntan quién va a ser el próximo Presidente de México yo siempre contesto que no sabemos.
Y no sabemos porque las campañas pesan.
Pongo el ejemplo de lo sucedido con el gobernador de Texas, Rick Perry, quien se lanzó a conquistar la candidatura presidencial del Partido Republicano para las próximas elecciones estadunidenses de 2012.
Muchos pensaron que se trataba de un gran candidato presidencial: un populista de derecha con un buen récord gubernamental en su estado.
Los primeros días después de anunciar su intención de competir subió como la espuma, tanto en las encuestas como en las apuestas.
Se volvió el favorito para quedarse con la nominación republicana.
Hasta que comenzó a hablar.
Dijo un sinnúmero de estupideces, se olvidó de detalles importantes y trastabilló.
En pocos días, cayó.
Subió como globo, pero sus propias palabras lo pincharon.

He ahí la importancia de las campañas: que los candidatos hablen.
Pero, como dice mi colega Carlos Elizondo, si eso sucedió con Perry fue porque en Estados Unidos los candidatos están obligados a hablar mucho.
La presión es tremenda.
Los medios los cuestionan todo el tiempo de todo tipo de temas.
El problema es que, en México, con la absurda legislación electoral que tenemos, se privilegia más el silencio de los candidatos que el debate constante e intenso.
Algo que, sin duda, tendríamos que cambiar.
Porque las campañas son un elemento indispensable para que los electores veamos de qué están hechos los candidatos que pretenden gobernarnos.
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Día con Día
•    Indignados invisibles
-Héctor Aguilar Camín-

¿Dónde están los indignados mexicanos?, se preguntan muchos, como sugiriendo que en México priva la resignación o la apatía frente a los pobres frutos de la vida pública, y frente a la injusticia, y frente a la desigualdad.
¿Cómo es que las redes sociales no crean aquí un movimiento que tome plazas, se plante frente a bancos y oficinas públicas, arrincone, exhiba, avergüence y en última instancia derribe autoridades y gobiernos?
¿Cómo una sociedad tan injusta, tan desigual, tan desencantada y aún agraviada por sus políticos y sus gobiernos, no muestra su indignación, toma las calles, organiza a los desorganizados, etcétera?
Podría empezarse por responder lo obvio, con la simple aceptación de lo que pasa.
Es decir, que la gente no está indignada.
O no tanto como podría pensarse que está.
¿Resignación ancestral?
¿Desencanto ciudadano hasta de sus desencantos?
Puede ser.
¿Falta de brío cívico?
¿Realismo puro y duro? También puede ser.
Lo que no se escucha como explicación es la hipótesis del miedo, es decir: que la gente no se organiza ni expresa su indignación por temor a represalias.
Nadie aduce hoy la categoría fundamental de análisis político que dominó la escena durante décadas el siglo pasado: la valentía.
Para protestar o disentir había que tener valor.
Se admiraba del disidente su valor.
La disidencia es hoy un lugar común.
Todo el mundo disiente de lo que quiere como quiere.
Tanto, que la misma disidencia, de tan rutinaria, se ha vuelto invisible.
Es parte normal del paisaje.
Lo saben como nadie los personajes públicos, sujetos a escrutinios y demoliciones sin fin.
Todo cuesta en el poco indignado escenario mexicano.
Nadie sale a salvo de sus errores, sea porque lo son de veras o porque los agrandan sus adversarios.
Y a falta de una protesta unitaria tenemos la sucesión interminable de las protestas de tema vario, pero de identidad y convicciones innegociables, como la de las víctimas de la guardería ABC o la caravana de las víctimas por la violencia.
La movilización mexicana no ha tenido el rasgo viral de los indignados del mundo, o el toque antiplutocrático de los occupiers estadunidenses, pero tiene un carácter intenso y persistente, desagregado en causas múltiples, interminables.
Los mexicanos indignados no han salido a la calle, al compás de los indignados mundiales porque, a su manera, ya estaban en ella.
De hecho, no han dejado de ocupar la calle, las redes sociales, los medios y el rumor ácido y vigoroso del ágora pública, desde que el país perdió la unanimidad y vive en la libertad y la democracia.
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El Asalto a la Razón
•    El costo electoral de una foxiada
-Carlos Marín-

La pifia sabatina de atribuir a Enrique Krauze la autoría de un libro de Carlos Fuentes (La silla del águila), cometida para colmo en la Feria Internacional ¡del Libro!, está costándole a Enrique Peña Nieto una tormenta de críticas que van de lo hilarante al escarnio.
Y ni duda cabe que se la ganó.
Otro aspirante a la Presidencia, Ernesto Cordero, quiso capitalizar el desatino y patinó: dijo estar leyendo La isla de la pasión, de la colombiana Laura Restrepo, escrita por “Isabel Restrepo” (confundido quizá por la chilena Isabel Allende).
Derrapadas como esas no son extrañas y menos determinantes.
Si fuese así, Vicente Fox no habría sido Presidente después de que en 2000, en un debate con Cuauhtémoc Cárdenas (Tv Azteca), erró al decir el año de la expropiación petrolera y el perredista lo tuvo que corregir: “1938…”.
Parafraseando a Monsiváis (en Días de guardar, crónica sobre Raphael), el que esté libre de cometer pendejadas bibliográficas, que arroje la primera cita.
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Archivos de poder
•    Peña, literatura y consecuencias
-Martin Moreno-
EXCÉLSIOR

“Cualquiera puede cometer un error”, justificó Enrique Peña Nieto su resbalón literario en la FIL de Guadalajara.
Tiene razón, porque errar es de humanos.
Sin embargo, el fondo fue la reacción en avalancha en redes sociales y su innegable efecto: la figura del político que encabeza las encuestas presidenciales rumbo a 2012 ha sido desacralizada.
Cayó el manto de intocable.

Y no se trata de crucificar a Peña por confundir a Fuentes con Krauze.
Si bien fue un dislate mayúsculo acentuado por los titubeos lingüísticos de Peña Nieto -en un evidente vacío cultural que por momentos cayó en lo grotesco y del cual, vía tuit, el priista reconoció el error-, el simple hecho de la confusión de apellidos podría quedar en una mera anécdota.
Pero no es así.
Esa interpretación sería superficial.

Lo fundamental radica en la reacción de las redes sociales, vía Twitter.

El resbalón de Peña abrió la llave de la opinión pública.
El chorro de la crítica comenzó a salpicar al país.
Las reacciones se multiplicaron por cientos de miles.
La mayoría mofándose del error del priista, pero desnudando, de paso, que para la elección presidencial no habrá candidatos sagrados o impolutos.
Que cualquier tropezón será registrado, evaluado y juzgado por los twitteros -votantes-.
Gran parte de ellos tiene en la bolsa credencial de elector. Ese es el fondo.

Y no es exagerar.

“Ayer domingo al mediodía, cuando era más intensa la catarata de comentarios sobre #Librería Peña Nieto, los mil 500 tuits se lograron en apenas 25 minutos que fueron vistos por 298 mil 489 personas con 809 mil 450 impactos, pues 535 tuits fueron originales y 914 retuiteados.
Es decir, un tuit por segundo.
Una ráfaga de críticas que Peña nunca había recibido.
Esa lluvia fue intensa, desde el sábado por la noche y todo el domingo”, reveló Roberto Zamarripa en Reforma (Tolvanera 5/XII/2011).

Cierto: en unas cuantas horas, Peña Nieto recibió una cantidad de críticas infinitamente superior a la observada durante su gestión como gobernador del Estado de México e inclusive desde que se registró como precandidato del PRI a la Presidencia.

¿Consecuencia?
El efecto Peña Nieto sufrió un raspón evidente en cuanto a imagen pública, pero una horadación profunda en ese ropaje y halo de intocable que lo cubrían antes de que incursionara en esas arenas movedizas que representa la literatura para los políticos.

Allí quedan para el recuerdo los desatinos de Vicente Fox -emblema político de la ignorancia literaria- con su desafortunado “José Luis Borgues” en lugar de Jorge Luis Borges.

O cuando Josefina Vázquez Mota llamó “La ciudad más transparente” a la novela de Carlos Fuentes.
En realidad se llama La región más transparente.

La diputada local Edith Ruiz Mendicuti dijo que José Emilio Pacheco había escrito Un tranvía llamado deseo (el autor es Tennessee Williams).

Y qué tal cuando el dipuhooligan, Christian Vargas, dijo sobre Pacheco:
“Me quito el sombrero, desde la escuela conocimos su obra, y yo recuerdo mucho Crónica de una muerte anunciada”.
Ni cómo ayudarle.

Ayer, Ernesto Cordero pagó la mofa contra Peña: en el noticiero de Sergio Sarmiento y Lupita Juárez, lo criticó por confundir a Fuentes con Krauze, pero el panista le cambió el nombre a la escritora colombiana Restrepo: le dijo Isabel en lugar de Laura.
“Igual y me agarraron muy temprano y me apena mucho porque Laura sí es una autora que a mí me gusta mucho”, explicó Cordero.

El que no cae, resbala.

Y sí, cualquiera comete -o cometemos- un error.

Pero lo de fondo es la manifestación popular y el parámetro ciudadano en el que se ha convertido el Twitter.
Innegable es su importancia en las redes sociales y en su efecto para evaluar a personajes públicos.
Es un desfogue social.

Lo importante no es en sí el yerro de Peña Nieto, aunque lamentable para alguien que aspire a gobernar a un país y que debe tener una base de cultura mínima, sobre todo en cuanto a escritores mexicanos.
Lo relevante es que, en las últimas horas, se desacralizó la figura del puntero en las encuestas presidenciales.
De un jalón se descobijó el manto sagrado que lo cubría y que lo presentaba como personaje intocable.

Lo que no se debe tolerar es esa expresión ofensiva de @JojoTorre, que escribió en defensa de Peña Nieto:
“Un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y solo critican a quien envidian”, y que fue retuiteado por Paulina Peña, hija del virtual candidato presidencial del PRI.
Así no.

Tuvo que salir Enrique Peña Nieto a ofrecer una disculpa por lo retuiteado por su hija.
“Fue una reacción emotiva por mi error en la FIL”, citó Peña.

Horas de errores político-literarios, de ofensas y de disculpas públicas.

Por lo demás, bien harían nuestros políticos en prepararse mejor a la hora de hablar de libros y de literatura