(Hace falta la cognición de un arranque universal, de una entrega recíproca y de un destino cooperante)
I.- APOSTAR POR OTRO MODO DE VIDA
Todo parece dominarse al capricho del poder,
de un poder que nos impide volar en libertad,
que nos deja sin esencia y vacíos de corazón;
tomándonos como meros objetos de mercado,
para comprar avaramente, poseer y consumir.
La obsesión por un estilo de vida consumista,
nos está dejando el paisaje viviente sin alma;
necesitamos desertar de esta feroz esclavitud,
que nos degrada y nos impide regenerarnos,
ponernos en acción, reponernos a la reacción.
Uno tiene que ser capaz de mirarse y verse,
de conocerse y de reconocerse en la virtud,
de probarse y de reprobarse en sus miserias,
de vivirse en el amor y de revivirse amando,
de salir de sí hacia el otro y el otro hacia sí.
II.- REPOSTAR EN LA ESPIRITUALIDAD
Nunca es tarde para llenar los pulsos de luz,
para introducir en los latidos otros hábitos,
que nos lleven a sentir la paz del donarse,
el gozo de cuidar lo que nos crea y recrea,
sustentado en la pasión y en la compasión.
Nazca y renazca el entusiasmo de dar vida,
la dicha por el cultivo del querer sin más,
el deleite de liberar ritmos sin avasallar,
pues cada cual tiene sus compases de andar,
lo trascendental es respetar y respetarse.
Es el momento de innovar comportamientos,
de renovar actitudes, de edificar sin recelos,
de abandonar el flujo de los desiertos íntimos,
para vivir en unión con lo que nos envuelve,
y en comunión la contextura con la textura.
III.- TRANSPORTAR ESPÍRITU FRATERNO
Si el mimo hacia la entorno es nuestra misión,
señal con la que hemos de morar y convivir,
fraternicemos lenguas y hermanemos acentos,
armonicemos vientos y conciliemos huracanes,
que lo manso amansa el aire y purga desaires.
Hay que destronar todo aquello que nos divide,
también el mundo del consumo exacerbado,
que todo lo funde en necedad y lo confunde,
matando y maltratando toda viva existencia,
en todas sus grafías celestes de verbo y verso.
No rechacemos las manos creativas del Creador,
aceptemos el retorno al torno del timbre de Dios,
acojamos la mística de la Trinidad en su gloria,
recojamos la inspiración de descubrirnos poetas,
de remar solidariamente y de rimar rectamente.