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Los progresos mostrados por Omar Chávez Carrasco en otros combates quedaron en el olvido el sábado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde Jorge “Maromerito” Páez se llevó una clara decisión sobre el hijo de JC, en veredicto mayoritario que debió ser unánime.

La pregunta que nos hacíamos era por qué Omar cayó siempre en el juego de su rival. Omar, con mayor estatura y alcance, nunca acertó a manejar la pelea con el jab para aprovechar su mayor distancia.

Desde el inicio, el “Maromerito” acortó distancias para golpear a dos manos a Chávez, quien se empecinó en aceptar el cambio de golpes en un terreno que nunca le combino, recargado en las cuerdas. Todo hacía suponer que Omar, teniendo en la esquina al famoso manejador Freddie Roach, y haber entrenado bajo su dirección durante más de dos meses en California, hubiera sido un factor de peso para el pleito sabatino, pero no fue así.

Después de que fue notorio que Jorge Páez júnior dominó sin muchos problemas los primeros ocho asaltos, Omar, en un acto de coraje se soltó fuerte en los dos últimos rounds, conectó sólidos ganchos e incluso cerró el noveno con un durísimo impacto que frenó las embestidas del “Maromerito”. Pero hasta ahí.

Lo sucedido en Tuxtla Gutiérrez debe de ser una lección para Omar, quien debe de analizar sus errores y buscar corregirlos en la sala de prácticas. Este revés, en el que perdió lo invicto, debe motivarlo a para corregir defectos, y mejorar en el gimnasio.

A Omar lo vimos lento de piernas, sin el resorte necesario como para boxear a base de velocidad, golpear y salirse. Claro que es muy fácil decirlo, y difícil ejecutarlo, pero él tiene las condiciones físicas como para superar esos problemas.

El “Maromerito” enseñó su bravura acostumbrada, pero también es bueno resaltar que aunque peleó en welter, bien podría irse a superligero, a juzgar por las “llantitas” que mostraba en la cintura. Eso sí, Jorge Páez júnior lució en grande. (Castellanos)