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Con la muerte de Antonio Tabucchi, a los 68 años de edad, ocurrida ayer domingo en el hospital de la Cruz Roja en Lisboa, Italia perdió a uno de sus mejores escritores, quien se distinguió por su voz crítica y aseguraba que para un escritor su idioma era su país.

“Vivo en mi lengua, en mi idioma. Como escritor, no vivo ni en París ni en Lisboa ni en Roma. Vivo en el italiano”, explicó en una de varias entrevistas que concedió a La Jornada.

Antonio Tabucchi sucumbió ante el cáncer, según informó el diario italiano La Repubblica, donde colaboraba el emblemático ensayista, cuyo funeral se realizará el jueves en la capital de Portugal, considerada su segunda patria.

El nombre de Tabucchi –quien publicó 2011 su última novela, titulada Racconti con Figure– sonó en diversas ocasiones para ser candidato al Nobel de Literatura, así como al Premio Príncipe de Asturias.

Fue autor de, entre otras obras, Sostiene Pereira y El tiempo envejece de prisa. En entrevista con este diario, en 2008, condenó de manera enérgica la política de represión y persecución del gobierno italiano de Silvio Berlusconi contra la población gitana y migrante.

Tabucchi también es autor de una veintena de libros traducidos a unos 40 idiomas, y varias de sus novelas han sido adaptadas al cine, como Nocturno hindú (premio Médicis extranjero, 1987), por Alain Corneau, y Sostiene Pereira, por Roberto Faenza con Marcello Mastroianni, quien, por cierto, al terminar de filmar esa película murió.

Tabucchi fue uno de los fundadores del ex Parlamento Internacional de Escritores (PIE), creado en 1992 para ayudar a autores bajo amenaza terrorista, porque estimaba que “la democracia no se da por sentada. Hay que vigilarla”.

Profesor de literatura portuguesa en la Universidad de Siena (Italia) y novelista, traductor al italiano de Fernando Pessoa, Antonio Tabucchi fue articulista en el Corriere della Sera y acérrimo crítico del gobierno de Silvio Berlusconi.

Tabucchi solía definirse como “profesor universitario”, no como escritor, porque escribir –decía– era una actividad que implicaba “deseos, sueños y fantasías”.

La biografía de Antonio Tabucchi refiere que fue hijo único de un vendedor de caballos, y que nació el 24 de septiembre de 1943 en Vecchiano, Pisa.

Estudió filología románica y a partir de 1962 literatura en París, donde descubrió al poeta Fernando Pessoa al leer la traducción al francés de El estanco.

Su primera novela, Plaza de Italia (1975), transcurre en su país natal. Para ello, Tabucchi revisa la historia de Italia a través de sus perdedores y elabora un retrato de tres generaciones de anarquistas toscanos, desde la época de Garibaldi hasta la Segunda Guerra Mundial.

–¿Comparte la idea borgiana de que la literatura es un río subterráneo que emerge cuando quiere? –se le preguntó en 2008, durante la charla que sostuvo con este diario.

–La literatura es patente o evidente sólo cuando se hace una clasificación en una biblioteca. Pero si tomamos la literatura como una serie de reacciones emotivas e intelectuales hechas con la escritura, entonces hasta se pierde el sentido de la cronología. Borges, cuando hacía sus lecciones americanas, contaba una historia de la literatura con una cronología no diacrónica; decía que Lawrence Stern era posterior a Joyce, por ejemplo.

“Intentamos clasificar el universo, evidentemente. Pero la creación artística es otra cosa. Escapa al análisis y a la clasificación. Me recuerda cuando existía el estructuralismo: hacía una radiografía de un poema o de un poeta, pero después la tomografía computarizada de los versos no llegaba al porqué se hizo ese poema. Al origen de una irrupción de emociones y pensamientos a través de la escritura.”

La tarea del escritor y del arte, manifestó Tabucchi, es buscar y continuamente buscar. “Porque, cuando un escritor encuentra, ya se puede callar. Eso es algo que pertenece al científico, que dice ‘eureka’ cuando encuentra lo que buscaba. El artista busca continuamente, al igual que la ciencia: nunca llegan a un punto final.”

En 2003, Antonio Tabucchi llegó a México para concluir una de sus obras y amenazado por el periodista Giulano Ferrara, entonces consejero de Silvio Berlusconi y director del diario Il Foglio.

Ferrara escribió días atrás que si lo asesinaban el “mandante lingüístico” sería Tabucchi. Al respecto, el prosita indicó en entrevista con este diario: “Lo que más me preocupa no es el dicho de Ferrara, que después de todo sabemos quién es, cómo actúa y de lo que es capaz de hacer.

“Insisto, él, como persona, no me desasosiega. Pero hay un elemento que me causa enorme alarma: la afirmación de Ferrara, que es descomunal, fuera de sitio y muy grave, no ha suscitado ninguna indignación en los periódicos italianos. El silencio a mi alrededor de casi toda la prensa en Italia me resulta aterrador. Ese silencio es lo que me tiene muy preocupado.”

Sobre su viaje a México, Tabucchi manifestó: “Siempre he creído que hay lugares positivos y negativos. México, lo sé porque he tenido la experiencia, me resulta muy benéfico para la escritura. Aquí trabajé varias páginas que me dejaron muy satisfecho, cuando vine en 1998. De modo que es un lugar que me favorece. Esta es la razón, llamémosle real, por la cual decidí venir a México para terminar la novela, aunque también el misterio tiene parte en las acciones. Cuando pasa el tiempo las personas racionalizan lo que hacen y encuentran explicaciones a sus obras. Por mi parte digo que aquí me siento bien. A saber cuál es la energía del suelo que pisamos”.