Las sonrisas tardaron en llegar. Los músculos se distendieron 25 minutos después de lo pensado. Fue hasta el 115 cuando México pudo resolver el partido ante Honduras, conjunto que, con base en patadas y actuaciones dignas de un Oscar para consumir el tiempo, habÃa podido competir pero, al final, el Tricolor olÃmpico se impuso 2-1 a los catrachos y se coronó como el mejor conjunto de la Concacaf en la categorÃa Sub-23.
Ayer, los muchachos de Luis Fernando Tena tuvieron que remar contra corriente. Y es que tras un primer tiempo para el olvido por parte de las dos selecciones, Honduras se adelantó a los dos minutos de la reanudación, cuando Romell Quioto se elevó dentro del área y superó a Toño RodrÃguez, arquero que anoche suplió a Liborio Sánchez.
Ahà comenzó el calvario, los nervios, la sensación de perder con los catrachos en la categorÃa luego de una década, porque los rivales de El Tri comenzaron a dar cátedra de sus mejores patadas, de cómo consumir el tiempo, hasta que al 75 Marco Fabián se sacó un golazo de la chistera, con un riflazo de larga distancia que se incrustó en el ángulo.
México tuvo que esperar hasta el tiempo extra para festejar, para sentirse los mejores del área, luego de sufrir angustia y no poder aprovechar la expulsión de Luis Garrido al 90. Erick El Cubo Torres coqueteó con el gol en dos ocasiones. El poste y un zaguero en la lÃnea le ahogaron el grito de gol e hicieron pensar que Honduras se saldrÃa con la suya al llevar el juego al lÃmite, a los penales.
Pero justo a cinco de que llegara la definición desde los 11 pasos, vino un descuido catracho, un acierto azteca, una definición pulcra, con frialdad de Miguel Ãngel Ponce, héroe mexicano que conectó de primera intención una pelota enviada por Israel Jiménez.
Con el gol vinieron los saltos en la banca, los abrazos de Tena con su cuerpo técnico, los gritos de gol, de desahogo, de saberse con la misión cumplida, los mejores del área. Con sufrimiento, al final México se llevó el preolÃmpico, cumplió con las expectativas y ahora deberá de comenzar a planear la siguiente misión: Londres.